POSTEMILLAS: Cuando el cambio es la muerte – Por Vicente Muleiro

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POSTEMILLAS: Cuando el cambio es la muerte – Por Vicente Muleiro

Vuelven las postemillas de Vicente Muleiro en tiempos en que el tánatos argento se reactualiza en la lengua falaz de una oposición con una fuerte pulsión mortuoria.

Por Vicente Muleiro*

(para La Tecl@ Eñe)

                         

Postemilla. 1. Absceso que supura. 2 Punta visible de un tumor.                                   

 

TANATOS ARGENTO. En la Argentina se pueden enlazar frases fúnebres desde el fondo de la historia. El “no ahorre sangre de gauchos” que Sarmiento le pide a Mitre, en 1861, tiene sus tiernos  antecedentes en el entusiasta informe del general Federico Rauch: “Hoy, 18 de mayo de 1828, para ahorrar balas, hemos degollado a 27 ranqueles”. Estanislao Zeballos presidente de la Sociedad Rural entre 1888 y 1891 y canciller del roquismo dijo: “Los salvajes dominados en la pampa deben ser tratados con implacable rigor porque esos bandidos incorregibles mueren en su ley”. No hay mucha distancia con una frase del general Eduardo Lonardi  (jefe del ala “moderada” y católica de la Libertadora del ‘55): “Hay que actuar con la máxima brutalidad  posible”. El vicario castrense del videlismo, Victorio Bonamín sentenció: “El Ejército está expiando la impureza de nuestro país”. Así encaja plásticamente la pasión sepulcral de Mauricio Macri: “Que mueran todos los que tengan que morir”.

 

AMPUTACIONES. La ideología garca extiende su operación masacre al territorio nacional. Si Domingo Cavallo consideraba a Jujuy una provincia “inviable”, Patricia Bullrich propone ceder las islas Malvinas al laboratorio Pfizer para conseguir su jeringazo ideal. El Ministro de Hacienda de la Década Infame, Federico Pinedo, ya había dicho: “La población argentina no debe exceder de los diez millones de habitantes para mantener una relación de cuatro cabezas de ganado por habitante”. José Alfredo Martínez de Hoz actualizó los excedentes en 1977: a la Argentina le sobraban entonces dos millones de kilómetros cuadrados y 15 millones de habitantes. Entre el deseado genocidio virósico de Macri y la amputación territorial que propuso Bullrich, el garquismo repone su pretensión mutiladora. El modelo vuelve a ser el país como gran estancia: vacas, soja y modernización vía aérea con bólidos sin bandera para vivir la joda de algún país serio.

 

VENENO. Cuando una dirigente política denuncia que el Presidente se dispone a envenenar a su país con la que resulta la vacuna más eficaz para lo contrario ¿qué está diciendo? ¿Que poner  a salvo a la población es envenenar su proyecto? ¿Que una sociedad a salvo de la catástrofe la envenena? ¿Qué dice esa lengua suelta detrás de su aparente insensatez?

 

COLORES. Lástima por los taxis, por Peñarol de Montevideo, por Olimpo de Bahía Blanca. Pero los colores político-partidarios de los garcas deben completarse. Su emblema debe ser amarillo y negro. La muerte del que obstaculiza por el solo hecho de existir, tenga o no adhesiones claras –pero si las tiene, peor- forma parte de su programa y en ocasiones sus partiquinos ni siquiera apelan al silencio táctico.    

 

Buenos Aires, 17 de junio.

*Escritor, dramaturgo, poeta y periodista.

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