Ricardo Rouvier realiza en esta nota un análisis de las proyecciones electorales de cara al 2019. Unidad Ciudadana y Cambiemos aparecen como los dos animadores principales; ambos reúnen más del 60% de los votos a un año vista y esto expresa la fortaleza y la vigencia del kirchnerismo y del oficialismo como polos contrarios.
Por Ricardo Rouvier*
(para LaTecl@ Eñe)
El escenario político nacional se va dinamizando y eso acerca los tiempos electorales del año próximo. Falta mucho aún porque no empezó la campaña electoral, y por lo tanto no se pueden hacer proyecciones estadísticas con alto grado de precisión. La sociedad no está pensando en la elección y se enciende el tema en el ciudadano cuando el encuestador pregunta. El ciudadano de a pie está sumergido en una nebulosa de incertidumbres por doquier, lejos de las urnas.
Sí, se observa, que se van perfilando dos fuerzas políticas principales y que tiende a repetirse la polarización del año pasado o en la presidencial del ´15 como estrategia del vencedor. Unidad Ciudadana y Cambiemos, aparecen como lo dos animadores principales; ambos reúnen más del 60% de los votos a un año vista y esto expresa la fortaleza y la vigencia del kirchnerismo y del oficialismo como polos contrarios. Por supuesto que en esta nota suponemos que la ex Pta. se presenta a la disputa. Si esto no fuera así, entonces hay que replantear el escenario político electoral.
Al caerse la imagen del gobierno a partir de diciembre pasado y clausurarse el tiempo de apogeo de octubre del ’17; y mantenerse la recesión y la incertidumbre económica y social; la estrategia de polarización se hace más peligrosa. Hay segmentos que eran duros para el voto en ballotage a CFK que pueden ablandarse si el voto a Macri se hace insostenible, y el voto al peronismo federal es demasiado inocuo para ponerle un límite al kirchnerismo. Los estudios localizados en la primera y tercera sección electoral bonaerense van indicando que hay un significativo arrepentimiento del voto a Cambiemos. Crecen los indecisos y otros vuelven al peronismo.
Por el momento y de cara a la elección general hay un tercio de la sociedad que está dispuesta a darle continuidad a Macri; y otro tercio, o un poco más que eso, de sacarlo y optar por la oposición más consecuente. El resto es un 40%, al que hay que descontar un 15% del peronismo federal; un 4/5% de la izquierda y lo que falta es objeto de disputa. El kirchnerismo va por su estrategia más difícil: conquistar al otro no k, luego de años de centralidad. El oficialismo enfrenta su hora más delicada considerando la defección de las expectativas sociales y económicas, y una pésima política de comunicación.
Las principales fuerzas se posicionan en extremos antagónicos, desde el PRO que prometía una revolución cultural contra el populismo, y ahora con escaso crédito se conforma con sobrevivir a la próxima elección sobre la base del argumento de la ética pública; hasta el kirchnerismo que va a insistir con la llaga del estrangulamiento de la economía y sus consecuencias sociales.
Aunque ahora CFK anticipa su eventual campaña electoral con una visión más global relativizando la topografía tradicional del arco ideológico entre derecha e izquierda. CFK, para superar los obstáculos a su proyección electoral, tiende a dejar el espacio imaginario de “izquierda” que había ocupado. La recuperación de la categoría “pueblo” como síntesis en el acto en Ferro, refuerza nuevamente su pertenencia a la matriz peronista. La valoración de la entidad Pueblo une a la Comunidad Organizada, con Ernesto Laclau y el Papa Francisco. Por supuesto que no se planteó la organización popular como lo reclamaba el Peronismo de Base de los ´70. Estamos en la época en que las políticas dominantes las definen las elites y no las masas en la calle.
Justamente, el oficialismo inyecta, desde que asumió, muchos recursos en los sectores más humildes destinados a evitar la rebelión social, una movilización que desborde a las dirigencias, y nos acerque a la anarquía. Por supuesto que este no es el camino de la igualación social, sino de la evitación de la rebelión como sustitución del poder.
Los aprontes que van anticipando las encuestas, va convenciendo a peronistas no k de cubrir su futuro político bajo el paraguas de sufragios que pertenecen a la ex Presidenta. Los intendentes del conurbano encabezan las filas de los arrepentidos de haber pensado alguna vez que Cristina había concluido su vida política. Un principio de oro de la política profesional, y por ende del análisis es no anticipar defunciones.
Los gobernadores que controlan su PJ local, están analizando encuestas y estrategias electorales para no enfrentar a CFK o para sumarse. La debilidad de Juan Urtubey no alcanza a arrastrar voluntades opositoras sino especulaciones oficialistas que lo reclutan. Y otros huyen de la simultaneidad del cronograma electoral, para liberarse de la polarización. Es un secreto a voces que la elección a gobernador en Córdoba está cerrada entre el PJ local y Macri; que, una vez más, los radicales se quedarán con un premio consuelo.
Cambiemos se sobresalta, un poco por los deseos radicales de ganar espacio en la interna; mientras el PRO mantiene el tridente primordial del plan A: Macri, Vidal y Larreta. Los radicales tendrán que seguir tragando sapos y su emigración se produciría si el ballotage le baja el pulgar a la joven experiencia de unión. Esa vocación por partir y su poca afición a las alianzas está en el ADN de los radicales.
Cambiemos y Unidad Ciudadana luchan por sobrevivir, y la prueba de eso es conquistar el gobierno. Luego vendrá gobernar en una administración que sin duda será de emergencia. No habrá ni precio de soja, ni cosechas record que puedan alimentar el distribucionismo perdido, ni se podrán evitar las deudas que supimos conseguir. Además, habrá un tiempo más de disciplinamiento del Fondo, salvo que como proponen algunos k, habría que denunciar el tratado y romper. Esto lo vemos difícil; la actual Cristina no amenaza con el: “vamos por todo”.
Otros progresismos, tratarán de organizarse por separado reflotando acuerdos que no lograrán revalidarse a través de una avalancha de votos. Se negocia por algún cargo legislativo provincial y nacional y se obtienen pocas bancas. La cuestión es cómo estos modestos acuerdos con el socialismo santafesino, Ricardo Alfonsín, Stolbizer y otros van a jugar en un eventual ballotage. No sería desatinado prever que estos pueden sumarse a la movida anti Cristina antes de un eventual ballotage.
La proyección de Massa sigue generando alguna expectativa pero si arranca lo hace desde bastante más atrás que Unidad Ciudadana y Cambiemos. Sigue teniendo una segunda línea importante pero no puede capitalizarla. Le interesa contar con los votos k. pero sin Cristina. Esta jugada es también pensada por otras superestructuras que han hecho las paces con la ex Pta., pero no la quieren como candidata. En los próximos días la tercera fuerza intentará volver a relanzarse para sacar la cabeza del agua que por ahora la cubre, le quita personalidad.
Tampoco sabemos qué lugar ocupará Felipe Solá en un armado con el protagonismo de Cristina, cuya nominación eclipsa a otros precandidatos. En el caso de conjeturar candidaturas a la gobernación bonaerense, hay que considerar que por ahora Vidal, a pesar de su declinación, sigue siendo la mejor candidata de Cambiemos.
El contexto mundial, el regional, las orientaciones del sector financiero nacional e internacional, y los grandes medios prefieren la continuidad de Macri que el retorno de CFK. Pero, no hay ningún indicio probabilístico hoy que Unidad Ciudadana tenga perdida la elección: de ninguna manera. Es más probable que Trump, o la línea que se va consolidando entre el Departamento de Estado y Bolsonaro en América Latina y el Caribe, tengan definida su elección apostando a la continuidad. A diferencia de la República Popular China que privilegia más los proyectos comunes y su avanzada en la compra de activos argentinos que la identidad del futuro gobierno.
Los grandes pagos de los créditos otorgados comienzan con la asunción del nuevo gobierno en el 2020. Y el gobierno actual o su alterno tendrán, seguramente, que renegociar la deuda. El FMI prefiere tratar esta previsible defección con el equipo vigente.
La crisis socioeconómica ayuda, más aún, a la polarización; y se le hace difícil al peronismo federal construir un camino que evite la dicotomía. La recesión y sus consecuencias estimulan la conformación de posiciones más acentuadas que transaccionales con respecto al gobierno. El gobierno tratará de generar una fuerte esperanza de recuperación y alimentar el rechazo a Cristina. La oposición, en cambio, tomará la iniciativa señalando las faltas que florecen por todas partes.
En la actualidad ningún dirigente perteneciente a la debilitada avenida del medio suma una promesa de voto competitivo en la cabeza del ranking de preferencias. Además, su posibilidad también se apoya en la esperanza de que CFK no sea candidata.
El reposicionamiento que pretende Cristina no será sencillo, debido a que tiene una fuerte instalación en un punto fijo marcado por su estilo más ideológico y más confrontativo.
Es verdad que genera desconfianza entre grandes empresarios y los mercados financieros; y estos poderes no se inhibirán de atacarla.
Pensar en otro candidato del peronismo es partir retrocediendo varios casilleros. Además si es tal o cual el candidato de Unidad Ciudadana más el PJ, se especulará con el poder de ella detrás del trono. Sea quien sea el aspirante a la presidencia hay un hecho ineludible, Cristina está y estará en cualquiera de los cruces sean calles rectas, avenidas, o diagonales.
Buenos Aires, 20 de noviembre de 2018
*Lic. en Sociología. Dr. en Psicología Social. Profesor Universitario. Titular de R.Rouvier & Asociados.