Javier Milei no es una mascota de AmCham y AEA. Un adorador sí, pero una mascota no. En todo caso una mascota indómita.
Por Osvaldo Fernández Santos*
(para La Tecl@ Eñe)
En los últimos tiempos, largos tiempos, en Argentina se puso de moda fingir demencia. La desilusión, la desesperación, la desesperanza, las derrotas, las traiciones, la pandemia, la insuficiencia, el odio inoculado, la estupidez construida, la tibieza ante el poder, la memoria corta, la impunidad mafiosa, la anestesia de la compasión, han llevado a muchos compatriotas a la insalubre posición de fingir demencia. El que no finge es el presidente. Él, avisó en campaña de la influencia de Conan (su perro muerto) en las decisiones y de la equivalencia de su hermana, “el jefe”, con Moisés. Aclaró, que era a todo o nada. Así como, no se privó de exhibir su violencia, irritabilidad, soberbia e intolerancia.
Los poderes económicos, judiciales, mediáticos y la embajada, celebraron la llegada de las fuerzas del cielo al gobierno, cuchillo y tenedor en mano. Mostraron un plus de codicia con el mega DNU de necesidad y urgencia y con el proyecto de ley ómnibus. Es vox populi que contribuyeron sustancialmente en la redacción de ambos. Sin embargo, las fuerzas terrenales subestimaron las deidades de las celestiales.
Las bancadas del PRO, la UCR, Picheto &Cía, se esforzaron para “poder ayudar” al presidente con la aprobación de la ley ómnibus, tuvieron un reclamo exagerado: “maltratame, pero decime que me querés”. Los números daban, pero la exigencia de impostar cariño mediante mínimas modificaciones del proyecto, fue intolerable para el hablado por Conan. Pretender que la realidad podía ser levemente diferente a la pensada por Milei o Conan o Moisés-Karina, fue un error irreparable que hizo tronar el escarmiento. Las ratas coimeras, según la descripción del presidente, se encontraron tan desorientadas que hasta improvisaron dignidad.
Varios gobernadores, gustosos y dispuestos en principio a acompañar al presidente, tuvieron la osadía de reclamar una mínima discusión sobre lo complejo de la realidad. La única verdad no es la realidad, sino la que coincide con la identidad de pensamiento de Milei. Su conversión en casta fue inevitable.
En Davos, los dueños y representantes del poder mundial, llevados por la curiosidad se asomaron para conocer al extravagante presidente argentino. Escucharon con asombro y sorna una clase TED sobre lo que tenían que hacer para triunfar en los negocios. La gracia de Conan es infinita.
Se equivocan quienes piensan que Milei es una mascota de AmCham (Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina) y AEA (Asociación Empresaria Argentina). Un adorador sí, pero una mascota no. En todo caso una mascota indómita. Él es el elegido para consumar el ideario libertario mundial, no un empleado sino el líder que solo escucha a Conan o a Moisés-Karina.
Resulta entre llamativo y cómico seguir los análisis de especialistas buscando una racionalidad política en los actos del presidente. En las redes sociales está Milei. Ese es el medio donde expresa la certeza de su ser sin dudas. En X- twitter, fluye el pensamiento identitario, la realidad según Milei. Las representaciones espontáneas embebidas de grosería, pedofilia, discriminación y megalomanía. El enemigo, la casta, es todo lo malo y está fuera del reino; y los fieles, la gente de bien, es parte suya.
Post elecciones se generaron condiciones objetivas y subjetivas para inclinar temerariamente la balanza en pos de la criminalidad de mercado, más allá de la resistencia popular. La idiosincrasia del presidente le puso coto.
Buenos Aires, 2 de marzo de 2024.
*Psicoanalista.