Las políticas públicas de los Estados nacionales deben expandirse basadas en presupuestos que provengan de nuevas estructuras tributarias que graven la renta financiera y la acumulación desmedida de riqueza. Estas afirmaciones son construcciones políticas que deben ser sostenidas disputando sentido contra las vulgatas imperantes del discurso neoliberal.
Por Juan Carlos Aguiló*
(para La Tecl@ Eñe)
Con diferentes matices pareciera haber una coincidencia: las cosas no van a ser igual después de esta crisis global que ha generado la pandemia. Por lo tanto, resulta imprescindible comenzar a examinar los factores institucionales y políticos de las diferentes realidades nacionales que se ven interpelados por el impacto de la misma. Al fin y al cabo, y salvo honrosas excepciones, frente al virus que se globaliza las acciones de mitigación y control a sus efectos en las vidas humanas están siendo, prioritariamente, nacionales.
Son nacionales porque las respuestas de contención y direccionamiento en esta situación de desestructuración vital surgen de las políticas públicas. El objetivo central de salvar la mayor cantidad de vidas humanas es de exclusiva responsabilidad del Estado. También lo es el de sostener las actividades económicas básicas, el servicio educativo y resguardar que la población respete las diferentes medidas de aislamiento preventivo. La efectividad del despliegue de respuestas estatales va a depender, en cada caso nacional, de las capacidades estatales en aplicar de manera constante e innovadora sus políticas públicas. ¿De que dependen estas capacidades y efectividades de la acción pública estatal? Fundamentalmente en el grado en qué los “Estados de Bienestar” hayan logrado resistir al cuestionamiento, deslegitimación y desmantelamiento a los que han sido sometidos por las políticas neoliberales en las últimas tres décadas.
¿Cómo fue posible lograr niveles de bienestar que significaran reducir al máximo posible las incertidumbres e inseguridades de la vida humana en sociedad mediante las protecciones sociales? Con las intervenciones de Estados nacionales fuertes que regularon los mercados y llegaron a desmercantilizar en forma absoluta algunos de los bienes públicos como salud y educación. En estos principios estuvieron asentados los “Estados de Bienestar” europeos que fueron las respuestas “sistémicas” a las luchas del movimiento obrero a lo largo de gran parte del siglo XX. En nuestro caso, con el primer gobierno peronista, se estableció un “Estado de Bienestar criollo” que permitió altos niveles de “bienestar” para la gran mayoría de los sectores trabajadores hasta la irrupción violenta y autoritaria de la última dictadura cívico-militar.
Estas intervenciones y regulaciones no son gratuitas. No es posible lograr el bienestar de las mayorías sin afectar los intereses (la riqueza) de las minorías. Las condiciones de gobernabilidad a nivel mundial, y en las diferentes realidades nacionales, no son viables si los Estados nacionales no logran implementar mecanismos locales y globales de tributación para las escandalosas ganancias de la especulación financiera que se refugian en “paraísos” y guaridas fiscales. No habría que confundirse, replantear el objetivo del bienestar garantizado colectivamente no pretende apelar a la concesión filantrópica de las grandes fortunas mundiales y locales. Por el contrario, implica que el Estado fortalezca las medidas regulatorias que deberían gravar las ganancias desmedidas y la especulación financiera. Las políticas públicas de los Estados nacionales deben expandirse y profundizarse basadas en presupuestos que provengan de nuevas estructuras tributarias que descansen, especial y centralmente, en la renta financiera y la acumulación desmedida de riqueza. Ningunas de estas afirmaciones son “naturales”, son construcciones políticas que deben ser sostenidas disputando sentido contra las vulgatas imperantes del discurso neoliberal.
La pandemia es una realidad. En la mayoría de los casos son los restos de los sistemas públicos de salud de los viejos estados de bienestar los que van a atender, curar y contener a las grandes mayorías de la población Esa población que en momentos de pánico e incertidumbre generalizado ha girado su mirada hacia el Estado en busca de certezas, protección y seguridad. Esa previsibilidad imprescindible para el despliegue de libertad humana que “los mercados” han demostrado largamente a lo largo de la historia que no son capaces ni está en sus planes garantizar.
Mendoza, 14 de abril de 2020
*Mgter. Juan Carlos Aguiló – Docente/Investigador, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNCuyo.