La selección nacional de fútbol debió soportar durante el desarrollo de la Copa América la malicia de los hinchas de la derrota. Vicente Muleiro lo define así en esta nota: Hay quienes no pueden aflojarse ni respirar fuera del infierno que encendieron. Su negocio es la desolación del otro, que de haber ganado la verdeamarelha, confirmaría que la alegría no hubiera sido solo brasilera.
Por Vicente Muleiro*
(para La Tecl@ Eñe)
Tras el triunfo de la selección argentina por penales, el pasado martes 6 ante Colombia, un breve zapping por los medios del Eje (mónico) daba cuenta de una notoria incomodidad, como si la infantería del periodismo de guerra hubiera estado esperando otro resultado en las trincheras mientras por sus cabezas asustadas tronaban los disparos de la selección nacional.
Esos comentaristas lucían francamente amargados y, qué sugestivo, hablaban desde un resentimiento solo comprensible en el hincha de un equipo derrotado. La línea argumental pasaba por estas graves sentencias: “Al arquero Martínez lo tendrían que haber expulsado”, o “la verdad es que quien se merecía pasar era Colombia” o “si el sábado (por el sábado 10) llegan a jugar así, a este seleccionado Brasil lo pasa por encima”. Y seguían otras obviedades que, seguramente con una mayor y comprensible justificación, también se deben haber emitido a la misma hora pero en otros canales: los del país del adversario circunstancial y deportivo.
A nadie se le escapa, a esta altura, la manipulación del fútbol-mafia, un club internacional donde, entre otros, entrena un ex presidente argentino. Pero aún a sabiendas de tales bastardeos, nadie desconoce ese brote de contento nac and pop que promueve un éxito en un país futbolero. Es un módico carnaval que no se goza siempre desde la peliaguda categoría del “merecimiento”, pues tiene otros condimentos más relacionados con una sensación de pertenencia que con la justicia divina o la justicia a secas. Precisamente el fútbol conserva su atracción porque se trata de un juego de fintas y martingalas, donde la algarabía puede brotar o borrarse muchas veces tras el azaroso rumbo que toma una pelota.
Es posible que, desde algún oscuro rincón de sus poquedades, la barra cariacontecida del Eje (mónico) estuviera diciendo que un logro deportivo nacional, ese breve rayo feliz, arruinaba sus tenaces militancias en el fracaso y la tristeza. Más aún, desdibujaba, siquiera un rato, el encuadre del ‘país de mierda’ tan funcional a quienes quieren quedárselo. Es difícil que tal actitud se hubiera programado. Acaso sea peor: ciertos gacetilleros lucen tan automatizados como repartidores de malas nuevas que apenas un paréntesis en la serie del sufrimiento -y sobre todo si se trata de una emoción compartida- los debilita más que la kryptonita a Superman.
Era imposible saber de antemano si luego de un partido de fútbol, cruzado por intereses y casualidades, Messi, y casi toda la Argentina con él, alzarían la copa. Apenas podíamos desearlo. Y aguardar que nadie confundiera al nacionalismo futbolero con las camisas pardas, o hiciera comparaciones con una operación videlista de 1978. Convenía atajarse, eso sí, ya que estamos en el corazón de esa cruda demencia periodística: la inflación interpretativa del torcido Eje (mónico).
Es que el derrotero del seleccionado nacional en esta Copa mostró, otra vez, que hay quienes no pueden aflojarse ni respirar fuera del infierno que encendieron. Su negocio es la desolación del otro. Se trata de un exceso de pasión negativa. Porque desde ya que ante una gran Willy, un hoyo en uno, un gol maradoniano o mesiánico, y aún ante una vuelta olímpica, se puede ser del todo indiferente; eso es cosa de cada quién. Pero padecer por la alegría fugaz de un «nosotros» que viene tan castigado, ¿cómo se llama?
El sábado por la noche, la barra avinagrada tuvo que enfundar rápido su violín melancólico tras el silbato final. La jarana era tan espontánea, sincera y extendida que no hubo espacio para enfrentar sin riesgos a las multitudes celebrantes. Solo quedaba sumarse a la pachanga y devolver al archivo ciertos guiones trajinados y berretas. Como el escrito por el ahora candidato radical-amarillo Facundo Manes para la tapa de la revista Noticias en junio de 2016, tras aquella ocasión en que la Argentina llegó a la final de América en Los Estados Unidos y la perdió en los penales. La tapa del semanario tras aquel partido que se perdió ante Chile y en el que Messi envió su disparo al firmamento, sirvió –con la dirección orquestal de Fontevecchia y Manes, dos muchachos muy entrenados en posar de inteligentes- en la burrada socio-psicologista-boludista de hablar de “neurofracaso” y de convertir a Lío, el árbol caído, en una suerte de paradigma de un supuesto autosabotaje argento del cual era culpable cierto irracionalismo populachero que confiaba más en el realismo mágico de Gabriel García Márquez que en la tenacidad dientuda de Mario Vargas Llosa.
De haber ganado la barra de Neymar y sus muchachos se hubiera desatado ese oxidado boludismo psico-social que se practica aún en el ligero panelismo teledeportivo; ese formato que tan mal remeda al genial estilo de la Commedia dell´Arte veneciana, creada por Carlo Goldoni, donde cada personaje tiene un carácter fijo (Pantaleone, Colombina, Il Dottore) que busca representar a ciertos rústicos y patéticos personajes con ambición de poder. Al fin: de haber ganado la verdeamarelha, la alegría no hubiera sido solo brasilera.
Buenos Aires, 11 de julio de 2021.
*Escritor, dramaturgo, poeta y periodista.
5 Comments
No sé quien dijo «La tienen adentro». Rescatar esta patriótica tapa de «Noticias» ilumina- es un decir- al patrón de la revista Fontevecchiana y al del cerebrismo. La mordacidad de tu prosa poética, Vicente, tiene la alegría del pueblo-no de la llamada «gente» ni de los vecinos con banderitas y boinas vascas. Y también la contundencia del gol de Di María y de la vacunación masiva contra la rabia antitodo. ¡Viva la Argentina! Y los varados/as indignados en Miami o CanCun que sigan esperando vuelos que los traigan. Pero desinfectados.
Mi abrazo
Gracias Vicente por describir magistralmente a los periodistas del odio. Círculo en WhatsApp, no se si fué cierto, que dejaron abierto el micrófono en canal 13, y se escuchó que deseaban se lesionar Messi. Como cuando celebraron los 10000 muertos.
Y ahora empezaron a hablar de los 100.000
El diputado Neggri tuvo un furcio, voy a pensar toda mi vida que hice para NO EVITAR MAS MUERTOS.
ESO SON.CELENRADORES DE LA DESOLACION
Propuestas Cero
Maravillosa editorial dedicada a los creadores de»Si te va mal,Ami me va bien»
Maravilloso contenido escrito de un modo tan bello como poderoso. Me felicito por leerlo.
Buenísimo texto Muleiro! No pueden abandonar ni un minuto el infierno que crearon!