Entrevista a Pompeyo Audivert – Por Carlos Ulanovsky

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Entrevista a Pompeyo Audivert – Por Carlos Ulanovsky

Foto: Bernabé Rivarola

Foto: Bernabé Rivarola

“El teatro responde a las preguntas básicas y esenciales. Por eso es tan importante e insustituible”

Pompeyo Audivert es actor, dramaturgo, director, docente, un verdadero experimentador teatral. Acaba de estrenar en la Sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación su nueva propuesta Habitación Macbeth, basada en el texto que William Shakespeare escribió en los albores del siglo 17 y que, más de 400 años después y en plena pandemia, Audivert tomó en sus manos laboriosas y creativas. Esta charla es una versión, casi textual, de la realizada en el programa radial Reunión Cumbre por la AM 750.

Por Carlos Ulanovsky*

(para La Tecl@ Eñe)

 

-Carlos Ulanovsky: Hoy (la entrevista fue realizada el pasado sábado 27 de marzo) es el día internacional del teatro. ¿No te parece una señal muy positiva la posibilidad de estrenar en semejante fecha?

-PA: No fue algo buscado o deliberado. Nos dimos cuenta hace pocos días y nos pareció algo estimulante. Ojalá que los astros se alineen en torno a la obra y que sea auspicioso para la obra y para nosotros.

(En 1954 la Unesco instituyó esta fecha inspirada en el día en que se iniciaba la temporada en el teatro de las Naciones de París. Eran momentos de posguerra y de reconstrucción en toda Europa. Desde entonces, en cada año, se le pide a una figura emblemática de la actividad que se refiera a la efeméride con un mensaje.)

-CU: ¿Hubo alguien, o algunos, que a vos te fueron marcando tu vocación y señalando tu camino a los escenarios?

-PA: Mi entrada a la teatralidad fue bastante casual, algo inesperado y que no estaba en mi perspectiva. Yo era un jóven de 15 años, mandaba la dictadura, y casi todos los días, con otros amigos jóvenes nos juntábamos, primero que nada, para hablar, en un bar de la calle Corrientes llamado Los Pinos. Estábamos muy fascinados con el surrealismo, con tendencias como la escritura automática, fascinados con las técnicas de expresión actoral, en ese momento tan de moda. Y, de pronto, empezaron a haber muchas redadas policiales, nos sacaban de ese bar o de otros y nos llevaban a pasar una noche en condiciones represivas, horribles. Entonces varios de los chicos, decidieron que no era el momento para andar en la calle o en los bares y fueron a estudiar teatro en la escuela de Alejandra Boero. Para no quedar en banda los seguí y también me inscribí. Ahí encontré no solo un lugar seguro, puertas adentro, sino una actividad que me prendió. Algunos de mis amigos abandonaron al poco tiempo, pero yo seguí toda la vida y aquí sigo,  en la teatralidad. De ese modo empezó mi etapa de formación, primero con la Boero y también con otros maestros muy potentes como Lorenzo Quinteros y Ricardo Bartís. A ellos les debo mucho: me apoyaron, me alentaron, me señalaron un camino, así que les estoy muy agradecido.

-CU: La última vez que te vi en teatro fue haciendo la recreación de Muñeca, de Armando Discépolo. Aquello fue una fiesta de la actuación y de la reflexión. Cada una de tus actuaciones son eso: una especie de acontecimiento, en los que te metés desafiando al original. ¿Cómo pasaste este último año? ¿La pandemia te obligó a posponer proyectos? ¿Pudiste seguir con las clases o también tuviste que interrumpirlas?

-PA: En marzo del 2020 volvíamos de una temporada muy exitosa en Mar del Plata, con la obra Trastorno (versión libre de El pasado, de Florencio Sánchez), con la que recibimos varios premios importantes, entre ellos un Estrella de Mar como mejor obra. Al regreso, abrimos la temporada en el Centro Cultural de la Cooperación, hicimos dos funciones y tuvimos que suspender. Se veía venir la prohibición de la circulación y para evitar el bajón, nos fuimos de Buenos Aires con mi familia a una casa que tenemos en Mar del Sur, una playa pasando Miramar. Ahí me reduje a la casa y también a mi propio cuerpo como habitáculo teatral. Ahí se me ocurre empezar a trabajar con un texto con el que ya había tenido cierta fantasía: el Macbeth, de Shakespeare en una versión unipersonal.

-CU: ¿Qué ocurrió en tu cuerpo como habitáculo teatral?

-PA: Percibí al de la pandemia como un momento muy beckettiano, en el sentido de producir una suerte de extinción o devastación de una perspectiva histórica que nos condenaba a casi todos a permanecer puertas adentro. Y a la vez era también un momento muy shakespereano por la cantidad de fantasmagorías que el encierro provoca. Ahí empecé a construir esta versión para un solo actor, en la suposición de que también estábamos en presencia de un mundo derrumbado por la pandemia en donde los actores estamos solos, como cuerpos en medio de un páramo de huesos, rodeado por unas piedras. Y ese actor tendrá la necesidad de sostener en su cuerpo, como si fuera un médium, la teatralidad de Macbeth. En esas condiciones de exilio terminé la adaptación y aprendí y memoricé la letra en largas caminatas por la playa.

-CU: ¿Trabajabas solo?

-PA: Sí. Solo y recuerdo especialmente unas caminatas en pleno invierno o en otros momentos muy extraños como caminar pasando letra en medio de una tormenta.

-CU: ¿Tenés filmadas esas caminatas?

-PA: También lo pensé. ¡Cuánto serviría para hacer un “detrás de la obra! Toda esta operación teatral me ayudó mucho en lo personal y actoral, pero también para atravesar la pandemia.

 

Foto: Bernabé Rivarola.

 

-CU: Y ahora el estreno…

-PA: Ya con todo bastante avanzado, volví a Buenos Aires y empecé otra etapa de ensayos con Claudio Peña, el músico con el que trabajo siempre. A fines del 2020 la probamos con un público amigo, gustó y nos gustó, así que decidimos estrenarla.

– (Pregunta de Lupita Rolón): Primero quería saber si Pompeyo es su verdadero nombre y como le dicen sus cercanos. ¿Pompe? ¿Pompi?

-PA: Sí, ese es mi verdadero nombre y a veces me dicen Yito. El mio es un nombre de origen catalán, el mismo que tenía mi abuelo Pompeyo Audivert, que fue un artista plástico, especializado en grabados, muy conocido por su obra en la Argentina. De chico ese nombre me costó un poco, pero lo llevo con mucho orgullo.

-CU: Y la otra, Yito: ¿Cuándo se dio cuenta que la obra ya estaba lista?

-PA: En casi todos los trabajos sucede. Hay un momento en que uno llega a la conclusión que no hay más nada para agregar, ni para hacer. La identidad del cuerpo ya tenía coartada existencial y artística.

 -CU: ¿Viste a algún actor que te haya deslumbrado haciendo esta obra?

 -PA: Vi alguna vez un actor inglés, cuyo nombre no recuerdo ahora. Así como nosotros sabemos hacer el Martín Fierro, los ingleses saben hacer muy bien a Shakespeare. En la Argentina no ví a muchos actores hacer esta obra que también tiene fama de maldita, de yeta.

 -CU: ¿Ah sí?

 -PA: Sí, pero yo no creo mucho en esas cosas. La superstición no se me metió en el lenguaje.

 -CU: ¿Qué es lo que va a recibir el público?

 

Foto: Bernabé Rivarola

Foto: Bernabé Rivarola

 

 -PA: Esta es una obra que desata un campo imaginario en el público, a la par del trabajo del actor. Aquí el teatro no es solo un espejo. Es, mas bien, un piedrazo en el espejo que rompe, o astilla, o fragmenta el planteo ficcional y permite que aparezcan otras zonas dorsales que están cerca de nosotros, ahí no más.

 -CU: Bueno, diría que tus piedrazos en el espejo son muy reveladores e incluso sanadores. La obra contiene en su título la palabra habitación. ¿Qué crees que te hubiera dicho Shakespeare si te sorprendía trabajando en una habitación de tu casa de Mar del Sur?

 -PA: En esa condición casi delirante del encierro, rodeado por muchas de las traducciones de Macbeth, en cierto momento me permití pensar, o sentir, que me asistían ciertas personas, y una de esas era Shakespeare y me pregunté si él me daría su venia sobre lo que estaba haciendo.

 -CU: Yo creo, Pompeyo, que primero don William te diría; ‘Mucho gusto jovencito, como está. Ya me habían hablado muy bien de usted’. Él te felicitaría y te preguntaría, ‘ ¿Qué anda buscando en mis obras?’.

-PA: (Se ríe) Y yo le respondería que en sus obras trato de enhebrarme en su aliento poético, en la maravilla de sus palabras que llevan las cosas a otro lugar.

 -CU: ¿Cómo es ese lugar?

 -PA: Es una zona que abre otro campo de la realidad: mágica, enmilagrada, en donde hay máscaras, personajes que son poseídos por fuerzas sobrenaturales, brujas, en donde el destino cambia abruptamente y los personajes se interrogan hasta llegar muy, muy atrás.

 -CU: ¿Para qué sirve el teatro?

 -PA: El teatro ayuda a responder a las preguntas esenciales y básicas: de donde venimos, quiénes somos, hacia adonde vamos. Por eso es tan importante e insustituible. Para eso nos hicimos actores, para poder responder todas esas preguntas. Yo, desde que era muy jóven.

 

Habitación Macbeth, con dramaturgia, dirección y actuación de Pompeyo Audivert, con Claudio Peña (chelo en vivo) puede verse sábados a las 21 horas y domingos a las 20 en la Sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543. Entradas: www.alternativateatral.com.ar

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