Por Vicente Muleiro*
(para La Tecl@ Eñe)
Postemilla. 1.Absceso que supura. 2. Punta visible de un tumor.
Pospago privado. “Más que paciente, cliente. Más que enfermo, un sano pagador”. Así autodefinido, el paciente-impaciente siguió masticando su monólogo amargo: “Si se sumaran y actualizaran las cuotas que pagaron las empresas en las que trabajé durante casi cuarenta años, más los aportes que yo mismo sumé, mi prepaga médica podría llevarme en un avión sanitario a Houston, hacerme un tratamiento molecular, hasta reemplazarme molécula por molécula, átomo por átomo, neutrón por neutrón y regresarme a la puerta de mi casa en el avión sanitario, acompañado por Nicole Kidman. Aún así me quedaría un gran saldo a favor. A veces pienso en enfermarme para causarles más gastos que esas vacunas, esos estudios, esas guardias indiferentes, esos maltratos de ventanilla. Así que quiero que sepan de mi parte que con las ganancias inmorales que se hicieron conmigo y con tantos otres, los Cagalenos, los Merdical First, los Josde y el resto de las coberturas quedan expresamente autorizadas para atender a todos los pobres, indigentes y homless de la ciudad, del país y del mundo”.
—–
Miserables. El insulto está en el límite del lenguaje. Podría decirse: en la otra punta de ciertas palabras que también, por su potente carga, flotan al borde de lo indecible, como amor o amén, tan eufónica y casualmente vinculadas. El presidente Alberto Fernández calificó de miserable al capanga multimillonario Paolo Rocca. El médico sanitarista Jorge Rachid eligió el mismo vocablo para el mismo personaje pero explicó su uso: “es casi un eufemismo que honra mi intención de no faltarle el respeto a la lengua española”. O sea: le hubiera gustado proferir otros términos que cualquiera bien puede imaginar. Y que resultarían todos verdaderos. No se refiere, desde ya, a la genealogía romántica que consagró Víctor Hugo desde el título de esa gran novela que retrata el destino de los pobres, los desamparados y los parias de París. En el caso de Rocca la miserable sinonimia debe buscarse por el lado de la siempre más sonora abyección.
——
Sobre el arte de eliminar las colas. Las caóticas colas que reunieron a beneficiarios de Anses y jubilados el viernes 3 dibujan lo más obvio y reiterado del mal argentino: demasiados desamparados para tan pocas ventanillas. También hablan del escaso o nulo saber del funcionariado sobre el mundo popular, sus hábitos renuentes y su urgencia consuetudinaria. El traspié gubernamental fue un plato servido que rápidamente se condimentó con mayonesa PRO. Pero no solo cacarearon. Los amarillos también callaron. Callaron que con ellos no hubieran existido esas largas filas por ausencia de asignaciones extraordinarias y acaso ordinarias. Y porque para cualquier aglomeración tienen un probado y aceitado reflejo: exhibir armas y pistolas Taser al brandoniano grito de guerra de “¡Circulen, circulen!”.
——
Maldiciones. John William Cooke (1919-1968), el que fuera representante de Juan Perón en la Argentina durante la resistencia, dijo que “el peronismo es el hecho maldito del país burgués”. Lúcido como era, el Gordo hoy habría reformulado su famosa frase de este modo: “el empresariado es el hecho maldito del país trabajador”.
Buenos Aires, 5 de abril de 2020
*Escritor, dramaturgo, poeta y periodista.