En la foto de Isabel Perón con Victoria Villarruel, Isabelita hace de ella misma, pero Villarruel está allí porque es coherente con su historia: representa a los defensores del terrorismo de Estado y forma parte de un gobierno que aplicó una devaluación similar a la del Rodrigazo.
Por Luis Bruschtein*
(para La Tecl@ Eñe)
La fotografía de Isabelita tomada de la mano con Victoria Villarruel me trajo inmediatamente el recuerdo de la Triple A, una organización criminal que firmó por primera vez en forma pública el asesinato de Rodolfo Ortega Peña, pocos días después de la muerte del general Perón. En esa foto, Isabelita hace de ella misma, pero Villarruel representa a los defensores del terrorismo de Estado, como la triple A, antecesora de la dictadura.
Es inevitable que la imagen produzca ese efecto para los que vivieron esa época. Son más las imágenes de Isabelita junto a López Rega, el jefe de la Triple A, que junto a cualquier otra persona. Ella introdujo a López Rega en la vida familiar de Perón, seducida por las artes ocultas de este personaje que integraba la Logia P-2.
En cuestión de sentimientos nadie puede juzgar a las personas. Isabel fue la tercera esposa del general Perón, pero no era una mujer interesada en la política. Como lo reconoció el mismo Perón cuando la envió como su emisaria para neutralizar los intentos del vandorismo por entronizar un peronismo sin Perón. En cartas a sus amigos, les pidió que la cuidaran y que la orientaran. Como estaba proscrito, no podía viajar y la envió a ella porque era su apellido.
Cuando Perón regresó en 1973, la interna del peronismo mantenía la inercia de los enfrentamientos de los años anteriores. Necesitaba unidad y gobernabilidad. Cualquiera que pusiera como vice desequilibraba ese delicadísimo estado inflamable. Visto con el diario del lunes, los responsables de esa situación prácticamente inmanejable en el campo popular, fueron las organizaciones armadas y el movimiento obrero. Pero los autores concretos en el campo enemigo eran los servicios de inteligencia y el Partido Militar que actuaban en las sombras.
Los sectores del campo popular mantuvieron la lógica de confrontación de los años de proscripción, lo que abrió el espacio para que creciera el poder de José López Rega. El Brujo, fue quien gobernó realmente desde la muerte de Perón hasta su expulsión del país, poco antes del golpe. En esos pocos meses que le quedaron de gobierno, Isabel buscó el respaldo del movimiento obrero, pero el Partido Militar ya tenía el control real.
El gobierno de Isabel fue un desastre, aunque haya algunos que intenten recuperar lo irrecuperable. En realidad, fue el gobierno de López Rega primero y del Partido Militar después. Si no fuera así, estaría mejor calificada en la memoria popular.
No es casual que ahora junto a ella, cuando no está López Rega, está Victoria Villarruel. Se entiende la foto, es coherente con su historia. Lo que no se entiende es la intención de recuperar un personaje que no supo estar a la altura de la enorme responsabilidad que le planteó el destino. Resulta estúpido decir que criticar ese gobierno desastroso es no ser peronista.
Isabel es el Rodrigazo de 1975, con una brutal devaluación del cien por ciento y una suba de las tarifas del mismo valor. Desvalijó el bolsillo de los trabajadores y destruyó sus ahorros. Pero la reacción popular en su contra fue tan masiva que obligó a retroceder al gobierno, debilitó a López Rega y favoreció al sector gremial que presionó para desplazarlo, hasta que finalmente huyó del país.
Diez años después, el Brujo fue detenido en Miami, donde se había ocultado. Fue extraditado y se lo juzgó por el secuestro y asesinato de alrededor de mil militantes del peronismo y la izquierda, como jefe de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) o Triple A, y murió en prisión mientras esperaba la condena.
Una de sus víctimas fue el sacerdote tercermundista Carlos Mugica, poco antes de la muerte de Perón. Hubo comunicados apócrifos que asignaban el asesinato a Montoneros. Pero un colaborador que acompañaba a Mugica cuando fue asesinado, reconoció entre los asesinos al excomisario Rodolfo Almirón, jefe de la custodia de López Rega en el Ministerio de Bienestar Social.
Repito: la foto con Villarruel es un reflejo de las viejas fotos de aquella Isabelita manejada por López Rega, quien le susurraba los discursos en la oreja cuando ella hablaba en público. El control que ejercía sobre ella el autor del libro “Astrología esotérica” era muy fuerte. No hay argumento que pueda reivindicar el Rodrigazo ni la Triple A. Sólo Villarruel puede hacerlo, porque defiende a los protagonistas del genocidio y porque forma parte de un gobierno que aplicó una devaluación brutal del 120 por ciento, similar a la del Rodrigazo. Eso no es peronismo.
Buenos Aires, 20 de octubre de 2024.
*Periodista.
2 Comments
Muy bueno y necesario, gracias
Muy buena nota.