Fernando Fabris sostiene en este artículo que el pueblo está decepcionado, enojado y desorientado y afirma que la subjetividad colectiva no muestra la fragmentación de los noventa, ni la ambigüedad manipulada del macrismo. Fabris propone un llamado a votar al candidato que puede despejar la amenaza autoritaria que hoy estamos enfrentando.
Por Fernando Fabris*
(para La Tecl@ Eñe)
IMAGEN DEL PUEBLO
Hay muchas cosas que van mal y sin embargo el pueblo no está dormido ni paralizado. Está desconcertado y estupefacto porque percibe que no están claros los caminos. Hay exasperación individualista, por un lado, y un enorme desencanto, por otro. Pero también un deseo de resolver las contraposiciones comunitarias de un modo nuevo y distinto.
Según los talleres de investigación de la subjetividad colectiva que realizamos, el hartazgo, hastío y decepción de nuestros tiempos no se corresponden con una desestructuración psicológica del tipo de la fragmentación subjetiva de los noventa. Tampoco se observa daño psicológico como aquel del cual la población tuvo que recuperarse los primeros tiempos de este siglo. Tampoco existe una ambigüedad manipulada como la que impedía, en los tiempos del macrismo, darse cuenta de la estafa y la manipulación perversa de la que estábamos siendo objeto. Aunque no parezca, la subjetividad colectiva de hoy muestra sus aguas inquietas, pero dentro del cauce de un rio en el que busca “responderse preguntas que nunca antes se había hecho”.
La situación social actual es de urgencia, de peligro, de riesgo de catástrofe política, económica y cultural. El tiempo presente se explica por algo que es más que una crisis prolongada, se trata de una dilatada decadencia que puede compararse con la imagen de una locomotora que va a toda velocidad hacia el desastre y no logra ser detenida.
El hartazgo popular -y la decepción- surgen no sólo de la pobreza sino también del sentirse a merced de decisiones que brotan de fuerzas aparentemente incontrolables: “los mercados”, “la geopolítica”, “la grieta”, “el capital financiero mundial”, “los medios de comunicación”, “el neoliberalismo”, entendidas como instancias que supuestamente todo lo pueden. Como si fuéramos, en realidad y última instancia, peones de una “historia sin sujeto”, tal como lo legitimaron las teorías mecanicistas y posmodernas del fin de la historia.
LA SEDUCCIÓN DEL “LOCO”
Milei tiene el look de lo débil y lo friki, lo aparentemente sensible y espontáneo, frágil y enloquecido. Esto cautiva a un sector de la juventud moldeada en prácticas laborales y culturales posmodernas. Su grupo político LLA es la encarnación reaccionaria, fascista y enloquecida de un ideal que en otros tiempos supo mover, en un sentido positivo, a miles de millones de personas.
Milei es portavoz de algo que no se está viendo, de algo reprimido, desestimado y escindido. Entre otras cosas, la existencia de una libertad que aparece hoy enajenada para las grandes mayorías. Como figura desquiciada, Milei es un síntoma y a la vez el personaje elegido por intereses financieros mundiales que buscan figuras del tipo de Bolsonaro y Trump. Se agrega una condición sine qua non con la que él cumple perfectamente: odiar al peronismo, al kirchnerismo, al progresismo y a la izquierda.
UNION POR LA PATRIA
Los estudios de la subjetividad colectiva refieren a un sufrimiento y dolor profundos, pero también de un grado de integración subjetiva que no es poca, si se toman en cuenta las adversas circunstancias económicas y políticas que se están viviendo. En eso el pueblo se diferencia de Milei, quien está enloquecido y expresa a una derecha destructiva y peligrosa.
En los últimos meses el FMI le bajó el pulgar a la Argentina y Massa actuó correctamente, rechazando la devaluación que el organismo le exigía. Consiguió dinero en otras instancias de crédito y a continuación suprimió impuestos al trabajo y al consumo, enviando señales positivas de una política distributiva algo menos injusta. Defendió también intereses nacionales -y no trasnacionales- del modo que el pueblo está esperando.
Modificó la imagen de la política como una “orquesta que no suena”; como una “fineza elegante” que es más bien una “sutileza evitativa”. Son signos positivos en un contexto en el cual la contradicción principal se juega entre preservar las condiciones básicas de la democracia o caer en un peligroso autoritarismo fascista.
La imposibilidad e impotencia puede transformarse en fuerza, si se coordinan las acciones colectivas y se descubren los mecanismos que ponen en marcha las interacciones sociales virtuosas. La lucha contra las ideas de Milei es fundamental. Es necesario preservar las condiciones de una esperanza abierta y un contexto en el que pueda desplegarse el protagonismo colectivo que es urgente reconstruir, para los tiempos que se avecinan.
Buenos Aires, 17 de noviembre de 2023.
*Lic. y Dr. en Psicología. Psicólogo social. Coautor de Subjetividad colectiva y realidad social, una metodología de análisis.
1 Comment
Muy buen análisis político y macro social.
También se hace práctico un método de investigación sobre la subjetividad que Fabris y col. han ideado y puesto en práctica exitosamente. He aquí la prueba de ello.
Que se repiquen y difundan estas prácticas qu tienen un soporte teórico múltiple y conjugado.