La marca con la que recordaremos el 2020 se llama COVID 19. Pandemia y un mundo que muestra sus desigualdades sin pudor. El virus convierte los escenarios en presente continuo, y asistimos a las previsibles, aunque no por eso menos dolorosas, disputas del poder.
Sin embargo algo rompe la monotonía del conteo de personas que se contagian, o la tristeza de las que no pudieron recuperarse y murieron.
El 3 de julio el gobierno de Alberto Fernández presentó el Plan de Acción contra las Violencias por Motivos de Género.
Pienso en aquel primer Consejo Nacional de la Mujer, en las primeras discusiones públicas por la legalización del aborto, en la militancia feminista, en las pioneras que denunciaron las desigualdades que generan las violencias.
Virginia Franganillo es Socióloga. Militante peronista y feminista. La primera Presidenta del Consejo Nacional de la Mujer acepta encantada la propuesta de recorrer su propio camino porque ella sabe bien que “lo personal es político”, y está feliz de cosechar hoy lo que tantas vienen sembrando desde hace siglos.
Encuarentenadas, las plataformas virtuales ayudan a que nos encontremos, dispuestas a revivir aquel recorrido del que ella fue parte y protagonista.
Por Liliana Hendel*
(para La Tecl@ Eñe)
-Liliana Hendel: ¿Cómo y cuándo fue que empezaste a ser peronista, y cuándo fue que empezaste a ser feminista?
-Virginia Franganillo: Tengo 65 años, así que mi edad ya dice casi todo. Me hice peronista en el 73, cuando empezaba a estudiar .Yo soy de Balcarce, estudié Sociología en Mar del Plata, ingresé en el año 73.
Tenía 17 años y venía de un pueblo, mi familia era lo que se decía una familia moderna, donde se promovía la libertad de, por ejemplo, estudiar lo que quisiéramos. Para mí, el peronismo fue una revelación porque no venía de una familia peronista; pienso esa época feliz y trágica al mismo tiempo del 73-76, que fue de una voracidad total.
Se develaba una historia del país que para muchos de nosotros había estado oculta, que era la falta de democracia.
Entonces, viví así esos años vertiginosos donde todo era posible. Una de mis primeras actividades militantes, ¿sabes cuál fue?, ir al hospital tomado, al Hospital Regional. Fuimos con colchones. Entonces las tomas eran una sublevación, una efectiva revolución, los que conducían eran los enfermos y las enfermas.
Y nosotros éramos asistentes de ese levantamiento donde lo que se discutía era justamente el modelo médico hegemónico, el dominio de los médicos, sus saberes y jerarquías.
Bueno, esos fueron mis primeros pasos en la militancia, en la carrera y en la universidad.
-LH: Pienso que tal vez cuando la pandemia termine tendrán ustedes, quienes vivieron esas experiencias, que tomarse un tiempo para contarlas. Porque si no, la historia de los 70 quedará limitada a quienes tomaron las armas, a quienes murieron o fueron desaparecida/os o quienes han sobrevivido. Pero la verdad es que hay experiencias como ésta, que vos estás contando, eso que sucedía en el ámbito hospitalario, la revolución de la anti psiquiatría, por ejemplo.
-VF: Bueno, teníamos un ministro al que por supuesto le decían el Ministro Rojo, que era Floreal Ferrara*, de quien después tuve el honor de ser asesora. Fue el ministro de Cafiero, pero en ese momento era Ministro de Salud y Desarrollo Social. Había un interlocutor con quién discutir el modelo médico de entonces
El peronismo es justamente lo que viene a resolver las asimetrías. Yo me crié en una familia de clase media que tenía la particularidad de ser una familia dueña de los hoteles y de la confitería donde el pueblo se reunía, así nos criamos con una enorme diversidad social. Mi hermano Luis iba a la Escuela Número 1, que fíjate, era la mejor escuela y le decían la Escuela de los pobres. Inclusive las familias del poder mandaban a sus hijos varones (y en esto ya aparece el género) por ser la mejor escuela. Recuerdo que Luis venía a casa con los chicos que después trabajaban de lustrabotas en la vereda del Hotel.
Eso era Argentina, un país más igualitario, ese país que destruyó la dictadura del 76.Lleno de personajes con historias maravillosas; me vienen a la memoria cantidad de cosas. Qué lástima que no escribo, porque si una le hubiera podido poner un micrófono a la cantidad de compañeras y compañeros nuestros que venían tanto de familias obreras, como de familias de intelectuales. Esa era la Argentina… Y no sigo hablando porque lloro
Virginia transmite energía, hace un pase mágico y esas postales son instantáneas presentes cuando las describe y cuando dice “lloro”, yo, que la escucho tambien siento que podría llorar con ella. Sin tristeza, pura emoción.
-LH: ¿Cómo llegas al feminismo?
-VF: En Buenos Aires. Provengo de una familia politizada. Mi hermano mayor era militante en La Plata; junto a su compañera, estuvieron presos 6 años durante la dictadura.
En ese año 1976 falleció mi madre, muy joven, mi abuelo Cipriano. Entonces yo volví a Balcarce a ocuparme de la familia y los negocios familiares. A pesar de que había tenido una militancia muy incipiente, en ese momento estábamos todos en riesgo; íntimos amigos, con quien yo vivía, fueron asesinados por las patotas del CNU*. Ahí están saliendo los juicios, gran lucha que dieron “familiares” en Mar del Plata.
En las cárceles no había seguridad, la vida de la/los presos estaba en riesgo y vulnerados sus derechos. El papel de los familiares fue clave, nos fuimos conectando, organizando la solidaridad y las denuncias colectivas a nivel nacional e internacional. Ya a fines del 79 o principios del 80, logramos armar una comisión de familiares de presos peronistas. Luego varios integrantes comenzamos a organizarnos para la lucha por la recuperación democrática.
Entonces yo me vengo a vivir a Buenos Aires, antes de Malvinas. La situación todavía estaba muy dura. Ahí hay varios hitos para mí importantes en el encuentro con el feminismo. Uno tuvo que ver con una primera encuesta auto administrada que hicimos de la empresa de investigación de mercado donde trabajaba, acordate que soy socióloga, sobre la situación laboral de la mujer; hablábamos sobre nuestra situación en el trabajo y ahí tuve vinculación con bibliografía más sociológica
Después, una toma tierras en San Francisco Solano. Yo trabajaba en el CIAS como investigadora. Una noche nos avisan que había una toma muy importante en Quilmes. Me fui con el Cura Pichi y compañera/os, entre ellos Mariano West, intendente de Moreno. Y cuando llegamos, era muy tarde, y lo que veíamos era una toma donde ya estaban organizadas las cuadras. Yo veía que eran muchas mujeres y en lugares de conducción.
Al otro día me fui a buscarlas para hacerles una entrevista para una revista nuestra .Estoy hablando antes de Malvinas, la actividad política, obviamente estaba prohibida. Así que muchos de nuestros compañeros venían de la clandestinidad. Hice un primer artículo sobre las mujeres en la toma de tierras
Por último, ¿cómo llegué yo a la marcha, también en el 81 de las amas de casa? No me preguntes, llegué a una reunión en San Martín. Empezaban a verse los efectos de la crisis económica, recordarás, y llega un grupo muy importante de amas de casa reclamando en contra de la carestía de los alimentos. Entonces veo eso, llego y les cuento a mis compañeros, (no se la podían creer). Eran mujeres que se habían animado a llegar a la Plaza de Mayo, a reclamar, entonces no solamente eran las Madres y Abuelas.
Por supuesto que estuve siempre involucrada con los Organismos de Derechos Humanos, la de presos políticos y las abuelas y las madres… Estábamos con mucha integración. Desde un principio iba a las marchas, inclusive antes de vivir en Buenos Aires.
-LH: ¿En qué momento, Virginia, vos decís: Soy una feminista. Me reconozco feminista?
-VF: Cuando supe más sobre lo que era el feminismo, yo ya había tenido contacto con todas estas experiencias. Leía sobre feminismo y en el año 82, antes de las elecciones nacionales, Susana Bianchi, que era mi jefa en la empresa de investigación de mercado, me lleva a una reunión donde estaba Yiyi Constenla *.
Y sí, sí, me marcó cuando ella habla de feminismo popular, ahí se me juntan los planetas. Entonces, yo te diría ese fue el momento, porque si tenía alguna duda era justamente cómo se juntaba el feminismo con las luchas populares, esa inquietud mía era la necesidad de relacionar las lecturas de los feminismos de los setenta con eso que hoy viene con mucha fuerza, que es el feminismo popular.
Y ahí ya empezó todo el proceso de reorganización política. Creamos la agrupación Liberación, y su primera Unidad Básica fue en el bajo de San Telmo, que no por casualidad se llamó Compañera Evita. Y los compas decían: – Negra, Hacete cargo de la de la Secretaría de la Mujer- y acá debemos decir que el peronismo tiene una historia que habilita a las mujeres.
Cuando nos juntamos con las compañeras del barrio, muchas de casas tomadas, y muchas otras éramos cientistas sociales, de distintas generaciones, e hicimos un grupo de autoconciencia sin saber qué era lo que estábamos haciendo, ¿qué era? Decíamos: contemos nuestras vidas y ahí hablábamos de abortos y de violencias. De nuestras experiencias cotidianas… Y ahí yo sellé definitivamente, dentro de mí, peronismo y feminismo.
Nos vamos acercando al periodo de Virginia funcionaria.
-LH: Llegamos a 1994, a tu vínculo, con el menemismo y la creación del Consejo Nacional de la Mujer.
-VF: Yo siempre digo que nosotros, inclusive desde las ciencias sociales, no hemos valorado suficientemente lo que fue la transición democrática, fue una primavera democrática. Lo que pasaba desde el peronismo, es que perdimos las elecciones, pero yo recuerdo haber estado muy feliz
Nosotros fuimos a la plaza cuando asumió Alfonsín, y cuando llegué a mi casa, que era un departamento de dos ambientes que me había comprado el viejo, prendí la luz y ahí lloré mucho porque me di cuenta que yo todos los días prendía la luz con mucho miedo.
Entonces, todo lo que vino después para mí fue una fiesta, llegamos a ese primer 8 de marzo organizadas como agrupación y como unidad básica con todas las compañeras nuestras del barrio, muy centralmente por la fractura de la economía, de la pérdida del trabajo, de las persecuciones por ser peronistas. Muchas eran peruanas y de otros países limítrofes
Imaginate, nosotras estábamos con nuestras pancartas de Evita que se sumaban a otras como “Viva el Clítoris”.
Después vino la Multisectorial de la Mujer y llega la Renovación Peronista, y esa primer Secretaría de la Mujer liderada por Juliana Marino. Juliana fue muy importante porque allí confluimos todos los sectores del espacio político.
Veníamos de un proceso difícil y esa confluencia de compañeras de distintas etapas del peronismo, porque estaban las que habían acompañado Evita, las compañeras que venían de Guardia de Hierro, las compañeras que venían del sindicalismo y muchas de nosotras que veníamos de la Tendencia, de los exilios. Había compañeras con mucha experiencia de poder. Los debates ya estaban teñidos por el feminismo.
Confluimos todas en esa multisectorial, pero el Partido Justicialista de la Capital Federal discutió orgánicamente la integración a ese ámbito que fue el germen del movimiento de mujeres. Nuestra agenda se fundía con la de la Multisectorial de la Mujer. Eso no está escrito. Eso tenemos que escribirlo porque hacíamos de eso realmente un proceso de redistribución de experiencias, porque en las reuniones había una distribución por agrupaciones y por circunscripciones. Todas tenían el derecho a participar de esas reuniones de la Multisectorial.
La Multisectorial fue un proceso para muchas de nosotras de resocialización. Eso fue lo más importante. En esa multisectorial empezamos a discutir el poder desde otro lugar, una experiencia que el peronismo tiene como ventaja respecto a cualquier otra fuerza política, nosotras heredamos la experiencia de Evita. En los 70, fue muy fuerte. En todos los frentes había mujeres, había que aprender a rediscutir el poder desde una perspectiva feminista
Desde el PJ de la Capital Federal impulsamos una revista Mujeres, donde colaboraban muchas periodistas feministas reconocidas.
Peleamos tempranamente por el cupo, discutíamos absolutamente todo.
Otro de los avances de la transición democrática fueron los primeras formaciones de postgrado donde las activistas tuvimos la posibilidad de formamos en la UBA y promovida por varias de las psicoanalistas del CEM (Centro de Estudios de la Mujer). La Argentina tuvo como fortaleza los estudios de género en el psicoanálisis.
De modo que el Consejo Nacional de la Mujer se crea juntando todo ese proceso, como así también los antecedentes de la Subsecretaría de la Mujer del gobierno de Alfonsín, el Consejo Provincial de la Mujer del gobierno de Cafiero, y los internacionales especialmente los de España y el Primer Consejo Nacional de Brasil
La única condición que hubo para integrar ese Consejo Nacional de la Mujer era ser feminista. No se le exigió a nadie ningún alineamiento político. Entonces ese Consejo tuvo la condición de ser propuesto por nosotras, una alianza nacional de mujeres peronistas, propuso quién sería su Presidenta y discutió con amplios sectores su modelo de gestión y una agenda.
-LH: ¿Qué pasaba entonces con el tema aborto? No quedan registros claros en relación a donde se inicia, institucionalmente, esa pulseada. Y pega fuerte Menem con la inclusión del niño por nacer en El Cairo.
-VF: Ya era nuestra gran preocupación. Pero el debate sobre el aborto no estaba abierto aunque nosotras hacia adentro del peronismo lo discutíamos y teníamos una idea clara de lo que había que hacer. Después del 30 por ciento de la Ley de Cupo (y debemos decir que ahí el Consejo fue clave, tanto en la sanción como en la implementación) convocamos al conjunto de todas las legisladoras de distintos partidos, y fue muy interesante, hasta una monja, divina, que era la representante de la provincia de Tucumán, todas coincidieron en la necesidad de impulsar una ley de salud sexual y procreación responsable. El Consejo asesoró entonces, la presentación de proyectos de ley; por otra parte, desde el Programa de Igualdad de Oportunidad en la Educación, se incluyó en la currícula escolar la Educación Sexual, que se implementó en todas las provincias argentinas sin que hubiera ley.
El alineamiento del Gobierno al Vaticano y el compromiso de incluir una cláusula en la Constitución Argentina para penalizar el aborto nos sorprendió, a toda la sociedad, y eso nos incluye, también, al Consejo Nacional de la Mujer. Nunca tuvimos dudas de que nuestra posición iba a ser enfrentamos en la Convención Constituyente.
Si bien fue una sorpresa, salimos con mucha fuerza a oponernos, salimos presentando la primera encuesta de área metropolitana sobre aborto, que mostraba que la mayor parte de las mujeres encuestadas estaban a favor de la legalización. Y además de eso, junto con un grupo pequeño, pero clave, de diputadas de la Ciudad de Buenos Aires, del peronismo y de algunas provincias, salimos a presentar una propuesta de una consulta popular; quiero decirte que esto fue irresponsable, porque todavía la consulta popular no se había debatido, además me presenté en Santa Fe, me reuní con la mesa de conducción de mi partido, dije que me iba a oponer.
Había señores muy importantes que, no daré sus nombres, estaban de acuerdo todos con la legalización, pero me pidieron que por favor no me opusiera.
Nuestra oposición le dio fuerza a la libertad de conciencia dentro del bloque oficialista, que impulsó un grupo de compañeras nuestras en alianza con mujeres de otros partidos.
Lo que vino después fue lo que sabemos, que la cláusula que penalizaba el aborto en la Constitución Nacional no se incluyó. Y solicitaron mi renuncia.
Sin embargo, fue el propio Presidente de la Nación quien me pidió que me quedara en el Gobierno para enfrentar lo que se venía, que era la Conferencia Regional Preparatoria de Beijing, donde la Argentina había tenido un papel muy importante en el documento.
Yo presidía la Red de Oficinas de Gobierno del Cono Sur, el país había logrado la primer Ley de Cupo, a nivel internacional incluimos las acciones positivas para la cumbre regional. Teníamos acordado con todos los países una agenda muy importante.
La Cancillería intenta romper la reunión regional. Hubiera sido un desastre. Estaban todos los medios internacionales y tuve que salir a poner el cuerpo y hacer, como digo, reducción de daños porque lo que no se pudo evitar es que se encorchetaran las obligaciones del Estado en materia de salud sexual y reproductiva.
Y después, sí, vino mi renuncia con mucho dolor porque se perdía una política de Estado que de hecho, nunca más tuvo la gravitación que tuvo aquel Consejo Nacional, que fue el primer organismo jerarquizado con esta agenda muy potente; quiero decir, no es que yo haya sido una valiente genia iluminada. Era un proceso político colectivo.
Juliana Marino dijo algo que siempre repetimos: nosotras pusimos la mística de los 70 en la reorganización de las mujeres militando en el peronismo. Yo imagino que estuvo en las mujeres de Evita, y esta mística también estuvo en las que ya no están y en las que sobrevivimos. Así que, digo yo que tengo un privilegio: ser mujer y ser peronista.
El paso a un ministerio no es ningún invento de esta época, quiero recordarte que en los 90, Menem planteó esa posibilidad y le dijimos que no, porque iba a ser una mentira, había que reformar la Constitución y además teníamos otra idea que funcionó muy bien, lo que después se denominó Feminismo de Estado, el estado articulando las demandas del movimiento o el movimiento de mujeres dentro del Estado, y ese tenía que ser un espacio muy abierto, no burocrático. No era todavía tiempo de un Ministerio de las Mujeres, todavía faltaba construir este movimiento que hoy hace marchas y ya no se calla en el país.
–LH: ¿Cómo viviste el hecho de que Cristina Fernández, siendo presidenta, no apoyara la legalización del aborto?
-VF: Soy franca, digamos que estuve en el grupo que inició ese proyecto en Capital Federal, pero no integré los equipos de sus gobierno a pesar de que me hubiera gustado.
Creo que también para ella fue un recorrido que tuvo que hacer y reconoció que pudo entender lo del feminismo más tarde… Y en ese sentido me parece fundamental su voto positivo en relación a legalizar el aborto en el Senado. Mi cuestionamiento es más hacia nosotras mismas, a las compañeras que estaban más cerca, sabés; hoy creo que nosotras deberíamos haber rodeado y asesorado a Cristina hasta convencerla.
O sea, el poder se ha feminizado, pero a las compañeras les sigue costando muchísimo ejercerlo.
Pero yo sigo pensando, pienso en nuestra generación y hablamos de estas cosas con las más jóvenes, que me llenan de entusiasmo; pienso que siguen faltando estrategias de poder colectivo en las mujeres. Integro la Comisión de Cuidados del PJ, que sabés que es una agenda clave para las mujeres, y creo que no hubiera sido posible instalar el tema de los cuidados en la agenda política sin la masa crítica de las más jóvenes.
Esa alianza entre las jóvenes y nuestra generación es de las cosas más hermosas que yo vivo.
Pero creo que las mujeres tenemos que seguir discutiendo la cuestión del poder y no se puede discutir el poder sin desobedecer. Y para desobedecer, quiero decirte, hay que estar unidas. Hay que tener una alianza entre las mujeres, porque si no, es muy difícil
Y siempre digo esto: mi generación no le pidió permiso a ningún dirigente político para hacer lo que hicimos, y mira que hicimos cosas importantes, feminizamos el poder, legitimamos temas, y eso nos lo permitió la alianza entre desobedientes. Peronistas y Radicales
El kirchnerismo hizo cosas importantísimas, te das cuenta lo que significó la Asignación Universal, lo que significan los derechos previsionales para las mujeres, lo que significó la ley de identidad de Género, y tantas cosas más.
La audacia de esa presidenta por haber estatizado YPF. No sé, pienso en eso y yo que la miraba por la televisión, me puse a llorar porque en ese momento sentí como en su cuerpo ponía toda la fuerza y toda la valentía. Entonces, creo que la responsabilidad de que en su gestión no se discutiera el tema legalización del aborto fue de ella pero también fue nuestra. No hicimos lo suficiente o lo necesario. No la desobedecimos. Debimos hacerlo.
-LH: ¿Cómo ves la situación presente en la Argentina, y cómo viviste la presentación del Plan de Acción que la ministra Gómez Alcorta, acompañada por el Presidente de la Nación y por Dora Barrancos, realizaron hace muy poquitos días?
-VF: Voy a decir las cosas que pienso. Fui asesora de la Ley 26485, que es la ley que habla de Prevenir, Sancionar y Erradicar todas las formas de Violencia contra la Mujer. Dejamos ya, en esa ley, un plan. Estoy hablando del año 2008, así que para mí ese plan era lo esperado.
Quiero decir, nos pasamos durante más de diez años explicando cómo era el plan.
Me da una enorme alegría ver que se concreta y está mejorado porque, además, plantea con decisión el tema de la diversidad y otros colectivos. Y algo muy importante es que se adjudican 18000 millones de pesos para su ejecución. Me hubiera gustado, eso sí, otra presentación. Me hubiera gustado que se hablara más de la violencia con más contundencia en tiempos en los que se ha incrementado, y me hubiera gustado que el Presidente y la Ministra estuvieran con todo el Gabinete Nacional.
Este es un hecho simbólico pero muy importante, y creo que había que decir, y hay que decir, con toda la autoridad, que no soporta más la Argentina que todos los días maten a una mujer.
El Ministerio Mujeres Género y Diversidad tiene un consejo asesor del que soy parte, tuve la oportunidad de decirle a la Ministra que tienen un privilegio, un gran privilegio. Nuestra tarea en la etapa de la creación del primer CNM, fue la construcción. Hoy está claro, había que desnaturalizar todas las formas que toman las violencias patriarcales, impulsábamos políticas de Estado para instalar estos temas en la sociedad.
Hoy son millones de mujeres en las calles reclamando no sólo por la violencia física. El paro de mujeres fue una maravilla, es un salto en términos cualitativos. ¿Vos sabes lo que significa?
Ahí se están denunciando las razones del patriarcado, mientras crecen las posibilidades de millones de jóvenes y no tan jóvenes, de vivir en la mayor libertad sus condiciones de género. Se han interpelado a todas las instituciones y a todas las generaciones, y también a los varones educados con privilegios naturalizados que se ponen en evidencia cuando relevamos con datos quién cuida. Me encanta esa remera que dice “eso que llaman amor es trabajo no remunerado”
Este primer ministerio está sostenido por las calles, la marea verde, los grupos GLTBQI+, las academias.
Siento una enorme ilusión. Estamos trabajando muy fuerte para instalar el tema de darle valor económico a los cuidados, que siempre están sobre los hombros y los bolsillos de las mujeres, perpetuando la pobreza y la desigualdad. Los nuevos conceptos, los aportes desde la economía con perspectiva de género, pueden ser un motor para la generación de empleo y del crecimiento económico.
Si vos me preguntas, ¿cuál es tu sueño Virginia? Vamos a tener con este gobierno, el aborto legal. Este presidente ha reconocido el valor económico del trabajo doméstico, y ha reconocido que hasta aquí fue invisibilizado el valor económico de los cuidados.
Esa debe ser la gran alianza social y política de un nuevo pacto social en la Argentina. Ese cambio apunta al corazón de la desigualdad.
¡Ahí va lo nuestro!
Referencias:
*Floreal Ferrara, cardiólogo argentino, especializado en medicina social, autor de varios libros y ministro de Salud en la Provincia de Buenos Aires durante las gobernaciones de Oscar Bidegain y Antonio Cafiero.
*María Isabel Constenla (Yiyi), Poeta tucumana militante activista feminista.
Buenos Aires, 24 de julio de 2020
*Psicóloga. Periodista. Feminista. Autora de Las Mentiras del Patriarcado, Editorial Paidos.
Esta entrevista es la versión completa de la que se emitiera en el programa radial Y ahora que estamos juntas, por AM750
1 Comment
Larga y destacada trayectoria a a favor y transformación de las mujeres de todos los sectores que merece destacarse .
Felicitaciones!!!!!!