En el peronismo hubo nacionalismos, laborismos, socialismos, radicalismos… Puede que entre lo novedoso de sus presentes se encuentre la posibilidad de apelar a esa pluralidad para combatir la generalización también contemporánea de las legitimaciones de la explotación social.
Por Oscar Steimberg*
(para La Tecl@ Eñe)
Se cierran las campañas políticas. Aunque no se trate todavía del cierre, y aunque ni las PASO ni las que siguen prometan completarse nunca del todo, porque cada uno podrá, querrá seguir hablando, de su voto y del ajeno, discutiendo la memoria de la campaña en su conjunto o algún (ese) recuerdo puntual. Como si ese pasado siguiera presente: como suelen discutirse los momentos políticos que estuvieron ligados al discurso propio de cada cual.
Pero cada corriente diferirá de todas las otras, por ejemplo, en el quantum de insistencias lingüísticas habilitadas por el discurso que se le reconoce en tanto tal. Aunque se trate de un discurso como el del peronismo, con su tradición de acciones y de comienzos y recomienzos sociales y culturales que estallaron como descubrimientos en distintas etapas políticas. En asociaciones con corrientes, líneas y trayectorias ya asentadas en la historia política argentina, que paradójicamente contribuían, en cada caso a partir de sus diferentes basamentos históricos, a mantener la amplitud de la propuesta general del movimiento, aun insistiendo en la diversidad de nombres, formulaciones e interpretaciones de la historia provenientes de las corrientes comprometidas en cada nueva articulación.
Y, como se sabe y se vuelve a saber (cada vez con variantes de lenguaje que forman parte de la cuestión), entre los componentes insoslayables de cada una de esas formulaciones e interpretaciones se encontró siempre el decir novedoso que da cuenta, en cada nueva confrontación, del contenido de saberes y destrezas que la palabra política contemporánea no puede no prometer. En Cristina Fernández no pudo no reconocerse la permanente novedad de la articulación entre un levantado estilo parlamentario y unas cercanías afectivas, de placer y dolor, que solieron irrumpir en los espacios discursivos a transitar. La convocación de esas cercanías ha sido tomada con deliberado distanciamiento por usuarios o usuarias de la crítica política metasociopsicológica; pero la fluida y serenamente pertinente continuidad de lo dicho, en ese convocativo estilo parlamentario, de proposiciones e informaciones reconocedoras y definitorias de cada instancia política del momento, no fueron en general contestadas ni siquiera por los practicantes del vocabulario más actualizado de ese retratismo político individualista.
En el peronismo hubo nacionalismos, laborismos, socialismos, radicalismos… Puede que entre lo novedoso de sus presentes se encuentre la posibilidad de apelar a esa pluralidad para combatir la generalización también contemporánea de las legitimaciones de la explotación social. Con ese combate el peronismo siempre tuvo también que ver, y sus pluralidades lo tuvieron como recurso para el establecimiento de sus confluencias, vueltas a entender en la campaña presente en tanto (A. Fernández) múltiple “ejercicio hacia adelante” de la política de hoy.
Buenos Aires, 2 de agosto de 2019
*Semiólogo y poeta