Silbidos de un Vago N°21 – Argentina: La sombra de Weimar, la política y la lectura detenida – Por Noé Jitrik

Carlos Coronel, víctima de la masacre de la calle Corro y Yerbal, el 29/9/1976
Masacre en calle Corro (Apuntes de un viaje a Tucumán) – Por Julián Axat
15 diciembre, 2021
Foto: Rafael Calviño.
Entrevista a José Pablo Feinmann – Buenos Aires: La gran manzana del Río de la Plata – Por Conrado Yasenza
20 diciembre, 2021

Silbidos de un Vago N°21 – Argentina: La sombra de Weimar, la política y la lectura detenida – Por Noé Jitrik

Por Noé Jitrik*

(para La Tecl@ Eñe)

En memoria de José Pablo Feinmann.

Creo que José Pablo Feinmann acierta en su artículo publicado en Página 12 el domingo 14 de noviembre -día de las elecciones, como se recordará, de ambigua resultado, es lo que prudentemente se puede decir- cuando evoca lo que pasaba en Berlín, capital de la Alemania pos bélica, llamada de Weimar, antes del advenimiento, podemos usar esta estruendosa palabra, del nazismo. Confusión de roles, la mentira a la vuelta de la esquina, brutalidades policiales, especulación desenfrenada y corrupción generalizada, inflación que devoraba todo, espías de todo tipo, pérdida de las esperanzas de cambio, ambiciones tortuosas y, por encima y por debajo, la dificultad de vivir, sin héroes en los que ampararse, la amargura de la derrota, el crimen sin explicación y tantos otros rasgos que describían una sociedad en descomposición. Y nadie que lo enfrentara con ánimo de frenar y curar el orgullo herido, nadie moralmente decidido y fuerte, casi todos en fuga, nadie a quien apelar para frenar esta vertiginosa caída. Y, en la sombra, quienes se preparaban para apropiarse y frenar lo que podría salir de tamaño desorden, o sea una revolución que podía haber seguido a la rusa. Lo que quedaba del ejército alemán y su resentimiento y los nazis que amedrentando, golpeando, persiguiendo, asesinando, impusieron algo que parecía un orden, siniestro, feroz, pero al que las masas se habían plegado casi con alegría.

Feinmann compara lo que pasaba en esa Alemania con lo que pasa aquí, en este país, y previene y advierte lo que ya sabemos pero que no nos animamos a definir y no lo enfrentan quienes deberían enfrentar esos brotes llamados técnica y respetuosamente “ultraderecha”, pero que en realidad están destinados a caer, irremisiblemente, en el modelo, si lo podemos llamar así, nazi. Brotes fangosos, amenazantes, ésos que se auto designan como “libertarios”, el esperpéntico Milei, el caviloso y siniestro Espert que cultiva una pinta de sentencioso obispo. Esa ralea crece, las elecciones les han dado un espaldarazo, hay gente que los apoya, gritan y amenazan como si esos gritos fueran a detener el alza de los precios de los alimentos o la inflación. Así empezaron los nazis sobre una república desconcertada y moralmente derrotada. ¿La nuestra? ¿O somos demasiado pesimistas?

En casi toda descripción del estado de salud de un anciano, después de enumerar sus males físicos, la imposibilidad de moverse por ejemplo, o la dificultad de respirar, se suele completar el cuadro señalando que, sin embargo, conserva su lucidez, una cualidad sin duda extraordinaria. Lo contrario sería la sombra y eso no da lugar a ningún rescate, paralítico y sin poder reunir dos palabras con sentido, qué más se puede decir. ¿Pero en qué consiste esa cualidad? En ese estado físico, y pese a él, puede ser una gran capacidad intelectual que se manifiesta porque quien es de esta manera celebrado sigue aportando al pensamiento y a la creación. O bien, modestamente, a que equilibra recuerdos del pasado con una conciencia del presente aunque no vaya muy lejos en la elaboración de esa ecuación; más resignadamente, a que saluda a quien corresponde, recuerda los nombres de quienes lo rodean, tiene preferencias televisivas y hasta políticas y lleqa a leer un libro entero. Cualquiera de esas manifestaciones es celebrada pero a veces sospecho que es por benevolencia sin entrar demasiado en detalles. Casi siempre eso es suficiente para tranquilizarse pero no se aplica si el merecedor de ese juicio sigue funcionando como lo hizo siempre y tiene algo que decir respecto de los conflictos en los que chapotean, normalmente, quienes actúan junto a él. ¿Se puede decir que Juan Filloy, a los 104 años, era “muy lúcido”, cuando era evidente que era tan genial como lo había sido siempre? Un ejemplo molesto para los benevolentes, debe haber muchos más: ¿Freud muy “lúcido”? ¿El Papa Francisco muy lúcido?” ¡Qué pregunta!

No se puede dejar de pensar en lo que sucederá después de estas últimas elecciones. En términos generales, la ecuación no será muy diferente de lo que ocurría antes: lo que se presenta como JxC intentará, seguramente, para conservar al menos cierta descolocada coherencia, seguir impidiendo todo lo que pueda las iniciativas del Frente de Todos, no vale la pena describirla, son muy conocidas sus penosas tácticas y su difusa estrategia; el FdT se propone ajustar sus modos de acción y tropezará con parecidas dificultades. Hay diferencias entre ambos protagonistas; JxC no se caracteriza por la sutileza, arremetió y seguirá arremetiendo y si tiene la oportunidad seguirá en lo mismo que ya ejecutó, una mezcla de autoritarismo arrogante y una mentalidad de arrebatiña y de hechos cumplidos; al FdT se le presenta una opción: o sigue poniendo la mejilla frente a las artimañas del bandolerismo protegido por el capitalismo monopólico o se pone firme y abandona las vacilaciones que lo llevaron a parecer, solamente digo parecer, inoperante. Creo que ambos mencionan, cada uno a su favor, que la diferencia entre ambos es de “modelos”. Puede ser, si por tal cosa entendemos en un caso la voluntad de no sucumbir ante las presiones del capitalismo monopólico y las extorsiones que minan toda posibilidad de soberanía y vida humana y, por el otro, lo contrario, o sea entregar el rosquete sin sonrojarse. Sobre lo que podemos esperar del enfrentamiento entre las dos fuerzas numéricamente más fuertes se puede seguir razonando, pero lo mejor será esperar las jugadas y examinarlas después y, entretanto, pensar en otros términos o niveles, eso se llama especular y no nos queda otra posibilidad. Es más fácil considerar las dos más llamativas novedades: tanto el crecimiento de la izquierda, de nutriente trotskista, como el de la  ultraderecha, una especie de proto fascismo a la criolla. Como en el Congreso tendrán casi la misma cantidad de representantes tal vez se entable entre ellos un enfrentamiento de tipo futbolístico que podría llegar a ser dramático, como lo fue en la Alemania nazi, o bien  grotesco aunque parece claro que puede haber un convenio de reciprocidad entre esos fascistoides, cuyos jefes, además de ser uno peludo y el otro calvo, son, a priori, incapaces de terciar en un análisis de cualquier problema que requiera algo de inteligencia, adherirán casi sin pensarlo a JxC, mientras que la independencia de juicio de los acérrimos defensores de los trabajadores los hará más sensibles a considerar lo que se juega en cada uno de esos problemas para los trabajadores de quienes se presentan como los únicos que piensan en ellos y los únicos que los defienden. Todo es hipotético, mera propuesta de pensar. ¿Llevará a alguna parte?

Pareciera que las librerías de la Argentina –supongo que también las de todo el mundo- se están reanimando un poco; lectores que han atravesado indemnes la pandemia y el desánimo vuelven a recorrer los anaqueles y de pronto se llevan algún libro, el mundo sigue andando. Y con las librerías las editoriales: las grandes publicando, casi como siempre, libros que suponen que se van a vender inexorablemente y, como siempre, suelen meter la pata además de ignorar la literatura que, como siempre, se refugia en las pequeñas, heroicos soldados de una gesta silenciosa, no se sabe cómo aguantan pero se sabe, igualmente, que la fe mueve montañas. Pero, por debajo, sinuosamente, como una sierpe, se mueve otra cosa, la lectura que es el alimento de libros, librerías, editoriales y hasta imprentas. Pareciera que lo que era obvio antaño, en estos tiempos hay que explicarlo, encomiarlo, defenderlo y, complementariamente, origina políticas de lectura que ojalá tengan éxito. Hay, se lo digo a mi amigo Juan Chaneton tomando un café, una crisis de la lectura. En otras palabras, leer no incide, como ocurría en otro momento, en el imaginario ni parece que proporcione respuestas, en el entendido de que el ser humano necesita respuestas para orientarse en la torpe selva del vivir cotidiano. Juan lo ratifica pero, observación decisiva, según él la cris es preliminar, no se lee porque la sociedad misma y sus expectativas de transformación están como detenidas, siendo la detención una de las peores manifestaciones de la crisis. Y para rematar la reflexión, cuando el mundo estaba tenso porque parecía que el sistema se estaba resquebrajando y muchos se sentían soldados de esa causa, buscar en los libros era imprescindible, los libros reforzaban las convicciones y alimentaban las esperanzas. De ahí ciertos fenómenos editoriales, Eudeba, el “Boom”, ese extraordinario baile cuya música era el psicoanálisis, el marxismo, la semiótica, la crítica, la novela, la teoría: se leía, en el transporte, durante la noche, hasta de pié. En consecuencia, ¿en qué consiste la crisis? O, en otras palabras, cuál es la forma de la cultura en la que vivimos ahora, a diario, abandonados los recuerdos, sin apelar a la melancolía.  

Buenos Aires, 18 de diciembre de 2021.

*Crítico literario, ensayista, poeta y narrador.

Comments are closed.