Con este capítulo 21, ingresamos en el último tramo del libro “LA CARRIÓ – Retrato de una oportunista”. Aunque, con los próximos títulos, luego de un receso vacacional, seguramente alcanzaremos la categoría de obra “best read” del verano (porque nosotros de “seller”, nada) ya que hay tela para un par de meses. Esta vez les presentamos a “Santa Lilita de Mendaz”, esa falsaria (dirían las abuelas) que la va de santa, de desprendida, casi de menesterosa pero vive en una chacra en Exaltación de la Cruz que cuesta varios cientos de miles de dólares, usa joyas caras y se las ve en figurillas para “explicar” su patrimonio.
Por Carlos Caramello*
(para La Tecl@ Eñe)
“Mientras estás proclamando
la paz con tus labios,
ten cuidado de tenerla aún
más plenamente en tu corazón”
San Francisco de Asís
“Yo decidí ser pobre. Cuando yo asumo como diputada nacional primero me da vergüenza tener lo que tengo. Regalo todos los tapados y sacones de visón que tenía. Iba haciendo campaña por la calle e iba regalando los anillos”. Así emprende la primera respuesta que le da a Ignacio Zuleta, el periodista con el que conversa “Vida”, su último libro.
Y uno no puede menos que imaginársela como una especie de epígona de Giovanni di Pietro Bernardone, aquel hijo de un rico mercader, aquel joven frívolo, elegante y distinguido que había ganado alguna notoriedad en las calles de su ciudad natal por su gallardía. Y que un día, luego de una enfermedad que lo postró, tuvo una visión, o mejor dicho, una “audición” ya que escuchó a Jesucristo que le decía “Ve, Francisco, repara mi iglesia… Está hecha una ruina”. Sí, hablamos de San Francisco de Asís. Cuando su padre lo reprendió por robarle unas telas (a fin de venderlas y donar el dinero a una capilla para que fuese restaurada) e intentó desheredarlo, el santo, como represalia, se quitó sus vestiduras y se las arrojó en la cara a su progenitor renunciando, de esta manera, a cualquier bien terrenal.
Claro que, no es exactamente el caso de Lilita. Para empezar porque no es lo mismo regalar anillos y tapados que desnudarse. Tampoco despojarse de todo lo material, ir a trabajar con leprosos, dedicarse a la oración y hasta mendigar junto a otros pobres… aunque, algún atisbo -no ya de santidad pero tal vez de compasión- haya en la chaqueña que, en plena debacle económica del macrismo a mediados de 2018, nos aconsejó “dar propinas”.
“Hay momentos en la vida en que uno tiene desesperanza, pero la esperanza consiste justamente en eso, en tener esperanza en la
desesperanza. Esa es precisamente la dureza del desierto, por lo que tenemos que pasar, lo que yo quiero que entienda la gente. Yo sé que esa desesperanza existe, que hubo un impacto sobre los
salarios. Por eso, lo primero que le quiero recomendar a la clase media y media-alta es que dé propinas y changas, aunque le cueste. Hay más de dos o tres millones de personas que viven de esas changas, y a veces, cuando nos ajustamos, lo primero que hacemos es dejar de dar propina, y es ahí cuando cortamos un círculo, un esfuerzo solidario como el que se hizo con los cartoneros en 2001”, recomendaba en el programa “Desde el Llano” del 2 de julio ante la mirada complaciente de un Joaquín Morales Solá al que suele venirle bien cualquier cosa que no ocasione un “gasto” al Estado, incluso aunque sean inversiones.
Doble faz, como a lo largo de toda su vida, Carrió era desenmascarada al día siguiente por un mozo de la ciudad de La Plata a través de una FM local. Franco – así se llamaba el gastronómico que trabajaba en “DRAC”, tradicional cafetería de la zona de tribunales hoy cerrada porque no pudo soportar la Pandemia- recordó que la diputada “no se comportó muy bien, me dejó 5 pesos de propina”. El joven aclaró que los clientes solían dejar un 10 por ciento de la consumición pero que no fue el caso de Lilita que a pesar de haber hecho un buen gasto sólo había dejado 5 pesos. Cinco pesos… qué miseria, podría haber cerrado la escena otro radical devenido PRO: el inefable Beto Brandoni.
“Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”, la chaqueña salió a confrontar al trabajador por sus declaraciones y, aunque admitió que “Lo que dijo el mozo que le di los $5 pesos y monedas es cierto: por un café y dos tostados era la única plata que tenía le mostré la billetera y le pedí perdón, cuando vuelva a La Plata le voy a llevar más”. Y lo dijo en Clarín, claro.
No contenta, ese mismo día se hizo una escapada hasta el Congreso -lugar que ella utiliza como caja de resonancia de sus declaraciones y exabruptos, nunca para legislar- y dijo: “Quiero aclarar con esto, una situación, cuando dije que era necesario que se mantengan las propinas (…) en otros momentos de crisis sociales, nos llamaban y me llamaban, como me están llamando, cartoneros, y los cartoneros trabajan. Las manicuras, trabajan. Muchísima gente que a veces un día corta el pasto, trabaja. Y es necesario que las clases medias, no supriman ese tipo de gastos. Es una forma de solidaridad, en momentos de crisis con la propuesta de Arroyo… ¿Saben qué, progresismo estúpido? No saben lo que son los pobres”. Y una semana más tarde, redoblando la apuesta, como es su costumbre, viajó a La Plata, fue hasta el bar y le dejó 100 pesos al mozo que la había puesto en evidencia.
¿A santo de qué toda esta historia? Porque la exhibe de cuerpo entero. La explica en toda su oscuridad. “Una falsaria”, hubiesen sentenciado las señoras de la época de sus abuelas. Porque según cuenta una amiga suya que la acompañó en los primeros tiempos en la Cámara de Diputados, Lilita “donó sus tapados y sacones pensando en hacerse y comprarse nuevos, como lo hizo toda su vida”, cuestión que confirman algunas de sus biógrafas cuando la describen como una niña que le regalaba sus vestidos a amigas y conocidas pero sólo para poder comprarse o hacerse otros. Y respecto a los anillos, bueno, probablemente ya no le gustaran… lo que no regaló fueron las pulseras y collares de perlas con los que se la suele ver en casi todas sus fotos, incluso aquel famoso retrato tirada debajo de un auto: usted seguro que se acuerda.
Así que esta idea de que decidió “ser pobre” deberíamos revisarla bajo la lupa de quien se ha pasado denunciando el enriquecimiento ilícito de otros (incluso dirigentes de su propio sector como Angelici -un clásico en el Mundo Lilita- y Néstor Grindetti, actual intendente de Lanús) pero difícilmente pueda explicar la compra, a la empresa Urbaland Argentina, de una parcela, lote número 261 de la fracción, cuya superficie total es de 4.240 metros cuadrados, en el exclusivo Club de Campo Chacras de la Cruz junto con la acción número 261 de ese barrio privado.
El precio total de la operación, 49.000 dólares (según consta en la escritura con fecha del 29 de febrero de 2012 que la propia Carrió reproduce en su sitio web), se acordó pagar de la siguiente manera, 9.800 dólares en el momento de la firma del boleto y el saldo de 39.200 dólares en 48 cuotas mensuales, iguales y consecutivas de 816 dólares o entregando la cantidad de pesos de curso legal, equivalente a multiplicar la cantidad de billetes dólares de cada cuota por el valor que publique el Banco de la Nación Argentina para operación de cambio tipo vendedor. ¡Negoción! Sobre todo teniendo en cuenta que hoy, poco menos de 10 años después de realizada esa operación, una chacra de similar tamaño en un barrio cerrado no tan exclusivo está tasada en 300.000 dólares. A diferencia de su papá Coco, a Elisa le salen bien algunos negocios.
Bueno, por la compra de este campito ella también tuvo que pasar el mal trago de que pidieran que la justicia analizara su situación patrimonial pero, la denuncia fue rápidamente desestimada por… ¡Stornelli! Caramba, ¡qué casualidad!
En 2017 tuvo que aclarar en diputados que el incremento en su patrimonio se debía a que había cobrado 5 millones de pesos de un juicio que había ganado en los ´90 en la provincia del Chaco (otra casualidad de esas que le pasan a las personas cuando se asocian a otras que tienen cuentas off shore y empresas fantasmas). Ese mismo año, Ari Lijalad, acaso uno de los mejores periodistas de investigación del momento (el que ha sacado a la luz, entre otras cosas, las visitas de jueces y fiscales a Mauricio Macri mientras era presidente), denunció que “la eterna diputada percibió un aumento de su patrimonio del 503% en un solo año (…) Al inicio de 2016, Carrió declaró ahorros por $12.850, al final de 2016, más de $2.700.000” (y otra casualidad más de las que suelen corporizarse cuando se integra un gobierno que fugó cien mil millones de dólares).
Como fuere, pobre, lo que se dice pobre, pobre… Lilita no es. Es decir que, en eso que ella dice fue su elección de vida, parece haber fracasado… y, pobre, la debe estar pasando mal.
Claro: en una chacra de Exaltación de la Cruz, sufrir, debe ser otra cosa.
Buenos Aires, 23 de enero de 2023.
*Licenciado en Letras, escritor, periodista y analista político.