Héctor Becerra reflexiona, a partir de lo sucedido con la columna de Leticia Martín publicada en la edición impresa de Perfil del sábado 17 de mayo, sobre la relación entre los tres protagonistas del ejercicio periodístico: el medio, el periodista profesional y el público.
Por Héctor O. Becerra*
(para La Tecl@ Eñe)
I. El diario Perfil es el único periódico en nuestro medio que cuenta con un Defensor de lectores función que hasta el día de la fecha desempeña holgadamente Julio Petrarca ya que tiene más de 50 años de experiencia, habiendo trabajado en diarios junto a figuras destacadas como Jacobo Timerman en La Razón.
El Defensor de lectores desempeña un papel fundamental en la autocrítica y en la autorregulación del medio ya que busca equilibrar la relación entre los tres protagonistas del ejercicio periodístico: 1) el medio, 2) el periodista profesional y 3) el público, intentando promover un periodismo de calidad que enriquezca el ejercicio democrático.
II. Digamos para los legos que la autocrítica es el ejercicio introspectivo que realiza el periodista a la hora de evaluar la información que produjo y que le permite la rectificación en caso de tener que subsanar las equivocaciones en las que pudo haber incurrido por el apuro y las presiones que tuvo que soportar para llegar al cierre y la posterior publicación de la noticia.
Cuando la autocrítica resulta insuficiente surge la instancia de la autorregulación donde interviene un tercero que puede ser el público a través del correo de lectores o un periodista de otro medio que produce y publica información acerca de cómo se informó (o se desinformó).
III. Va a ser necesaria toda la experiencia de Julio Petrarca para tratar de entender lo sucedido con la columna de Leticia Martín publicada en la edición impresa de Perfil del sábado 17 de mayo. La autora, narradora, poeta, ganadora del Premio Lumen 2023 por su novela Vladimir, comienza la nota relacionando la difusión que se produce en las redes sociales y el hecho que se la denomine con un término médico como es el de “viralizar” que originalmente designa la transmisión de un virus. A raíz de esto la autora se pregunta si su nota se viralizará… Es decir, su observación la lleva a preguntarse si esa propiedad de algunos escritos se puede aplicar a sí misma. Si fuera así estaríamos en el terreno de una propiedad autoaplicativa, de no serlo tendríamos que afirmar que es no-autoaplicativa o heteroaplicativa.
IV. La autora queda a las puertas del metalenguaje y da un giro en la escritura de su columna para brindar testimonio de que hace más de un año que escribe una columna semanal para Perfil y hace seis meses que ni le pagan ni le actualizan los honorarios que son de $ 50.000.- por mes.
Resulta esencial que la periodista cobre sus honorarios por su tarea ya que es una trabajadora asalariada, la cuestión es qué sucede si ese espacio de 2.500 caracteres que el medio le cede para que escriba una columna sobre la falta de lectura se convierte en un reclamo laboral por la falta de haberes. Digamos unas palabras sobre ese espacio del medio que entra en disputa, porque la autora dice que lo valora y luego se lo apropia para plantear su reclamo.
V. En 1908 un editor del Wall Street Journal dijo que un diario es una empresa privada que no debe absolutamente nada a un público que no tiene sobre ella ningún derecho. El Pacto de San José de Costa Rica, la Encíclica Pacem in Terris de Juan XXIII -a mediados del siglo XX- reconocen la necesidad de comunicar como un derecho humano esencial poniendo un límite al afán liberal de la empresa periodística.
VI. Entonces, el medio es el propietario del espacio que lo cede a una periodista para que informe a un público que ahora tiene como ciudadano, el derecho a la información y tiene derechos como cliente ya que abona la suscripción para ser lector y sostiene la publicidad como anunciante y/o consumidor de esos anuncios. Mientras que el público parece haber tomado un protagonismo que según Jürgen Habermas en Historia crítica de la opinión pública no tenía a comienzos del siglo XX y el periodista profesional parece haber perdido muchas prerrogativas al tener que desempeñar tareas como monotributista sin que ni siquiera se le liquiden haberes.
La autora toma la decisión de dar testimonio de que el medio lleva seis meses sin pagarle por su trabajo. Si el periodismo tiene como función informar sobre la realidad por qué no tendría la propiedad de informar sobre lo que pasa en el periodismo. ¿El periodismo tiene la capacidad de ser autoaplicativo? No deja de llamar la atención que la columna salga con un título: Nadie lee nada que bien podría haber sido ¿Por qué trabajo gratis? o La venganza de la columnista. La cuestión es que el editor de Leticia recepciona su columna que sale publicada en la edición del sábado 17 de mayo de 2025.
VII. ¡Qué decisión la del editor dando lugar a una columna donde la autora haciendo autorregulación se refiere a “la voz de alguien formado como el propietario de este grupo editorial, un profesional al que escucho como si no fuera responsable de la discriminación de la cual soy parte” en clara alusión al empresario periodista Jorge Fontevecchia! Lo que resulta desconcertante es que a la edición del diario en papel le sigue la publicación en la web que termina siendo censurada. Si la segunda nota en la web fue bajada es porque la primera en papel tampoco debería haber salido publicada; ¿si salió publicada no será porque no había sido leída? Hoy el público no tiene forma de leer nada así que el título de la columna resultó predictivo.
VIII. Otra de las hipótesis podría ser que el editor de Perfil hubiera leído el título de la columna y su introducción. Lo que también validaría de manera dramática la tesis de la escritora; sin embargo, una luz de esperanza. Debajo de la caja, donde se escribe la nota, en medio del margen inferior nos encontramos con una palabra en mayúsculas: PLACEBO. El efecto placebo es un fenómeno en el que una persona experimenta una mejora en su condición de enfermo después de recibir un tratamiento o vacuna que no tiene propiedades terapéuticas reales. De allí los efectos inimaginables en el ser humano que produce la sugestión.
Convengamos que la columna -con el editor haciendo la vista gorda- se metamorfosea y resulta una catarsis que le permite a la autora experimentar una liberación de emociones intensas y contradictorias producto de la posibilidad de poner en palabras el reconocimiento de que le hayan abierto las puertas en un lugar prestigioso, la tristeza que la desmotiva para ir a votar al otro día y para conservar ese trabajo, las dudas que siente por ser una mujer trabajadora y ser discriminada, su admiración por un colega como Roberto Fogwill y -por supuesto- su enojo por la falta de pago.
IX. Vamos a consultar con el Defensor de lectores -Julio Petrarca; pero, yo me animaría a plantear que la columna de Leticia Martín -interpretando a su editor- se inscribe primero como un placebo. El planteo no resulta original ya que el psicoanalista Jacques Lacan en un texto como El sinthome afirmaba que la escritura en James Joyce funcionaba como una suplencia; es decir, como una forma de compensar las carencias o fallas en la estructura psíquica del escritor. La escritura además de brindarnos conocimiento y entretenimiento puede resultarnos terapéutica tanto para quién lee como para el que escribe.
X. El segundo eje de análisis de la nota supone una forma original de huelga o paro ya que la autora como mujer laburante que es se niega a escribir sobre lo que supuestamente iba a desarrollar: la falta de lectura para describirle luego, al lector, sus sentimientos respecto de la tarea y la forma cómo han dejado de remunerarla para poder de presionar y lograr mejoras en sus condiciones salariales y para exigir cambios en las políticas o prácticas de su empleador (aumento de honorarios).
Cómo sucede en toda huelga se busca presionar al empresario periodístico para que abone los honorarios correspondientes por la tarea realizada -bien bajos por cierto- y que se tenga en cuenta la necesidad de actualizarlos; pero, resulta que el primer presionado resulta ser el lector al que se le anuncia -en el título de la columna- que nadie lee y si consigue salir de la generalización a partir del interés que puede suscitar el tema y leer; entonces, se encontrará con el testimonio de lo que sucede en la vida personal de una escritora-periodista y las vicisitudes laborales que debe afrontar.
Por último, ¿qué sucede con los empresarios periodistas y sus representantes en los medios: los editores? Todos ellos parecen haberse puesto de acuerdo para exigirles a los periodistas que se pongan la camiseta del medio; pero el periodista no es accionista de la empresa; sino, un trabajador asalariado que si bien le debe a la empresa su fuerza de trabajo su primer deber es con el público. Se les está exigiendo a los periodistas que sigan ciegamente la bajada de línea editorial; vemos y escuchamos a todos los conductores de programas de TV vendiendo publicidad, siendo que está desaconsejado en todos los códigos de ética; los sueldos se han precarizado cuando no se dejan de pagarlos como hemos visto más arriba. A los señores empresarios se les informa que cuando hayan desaparecido todos los periodistas bajaran los costos, seguro; pero, se quedaran sin la posibilidad de que la información sea narrada -diría Byung-Chul Han y la gente necesita escuchar historias por eso no hay información sin periodistas que la narren, que la historicen. Por ahora no hay programas ni aplicaciones que los puedan suplantar.
Buenos Aires, 22 de mayo de 2025.
*Docente de ética en TEA & DEPORTEA. Autor de «La maravilla de estar comunicado».