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Política de la verdad, verdad de la política – Por Roque Farrán

El autor propone recuperar el concepto de verdad para pensar la política, lo cual implica no quedarse sólo en la crítica y la destrucción, sino asumir posiciones, encarnar proposiciones y, en suma, practicar una ética que apele a la formación y apueste por la continuidad dela vida.

Por Roque Farrán*

(para La Tecl@ Eñe)

“Yo, la verdad, hablo.”

Jacques Lacan

Desborde es la palabra que circula. Hay una sensación de desborde en lo cotidiano, en lo micro y lo macro, en todos lados: el colegio, el edificio, el barrio, la ciudad, el país, el mundo. Caos y dispersión, fragmentación y enfrentamientos. Ya no es solo la mentada inseguridad, con su campo semántico restringido a hechos de hurto menor, sino la sensación y la verificación cotidiana de que nada funciona, que nadie está cumpliendo bien su papel en la sociedad, que la inseguridad avanza de manera generalizada: proliferan las transacciones económicas ilegales, los especialistas en evasión fiscal, las atenciones médicas fallidas, los docentes que no dan abasto, los políticos que tuitean, los periodistas que banalizan o psicopatean, los jueces que coimean, etc. Lo que me llama la atención es que en medio del caos la propuesta de la derecha no sea proponer orden, como ha sido siempre, sino dinamitarlo todo. Debemos estar ante un fin de época. O quizá sea el ampliamente anunciado fin del mundo.

¿Por qué volvemos una y otra vez a esa frase? ¿Por qué es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo? Porque es más fácil explicar el capitalismo que proponer modos concretos de hacer cuerpo los saberes y empezar a transformarnos a nosotros mismos. Lo que voy a decir va a caer antipático entre mis amigos especialistas en la crítica, pero creo que las teorías críticas del capitalismo terminan siendo funcionales al capitalismo: no hacen más que fascinarse con la descripción de todos sus mecanismos y verificar su omnipotencia absoluta, sin ofrecer jamás una vía de transformación concreta. Así, quedan todos contentos: los capitalistas siguen haciendo de las suyas, incluso financiando proyectos críticos, y los críticos organizan congresos para darse ánimos y premios en la competencia generalizada a ver quién es el más crítico del capitalismo. Mientras, hay quienes no dudan de hacer valer sus privilegios (étnicos, clasistas, profesionales o machistas) por sobre los otros: los ejercicios de violencia epistémica, de género o de cualquier clase no exceptúan a nuestros críticos. Baste señalar el triste y lamentable caso de abuso sexual por el que Moira Millán denunció a Boaventura de Sousa Santos, recientemente.

Hoy la crítica, la deconstrucción y la demolición pertenecen al discurso mediático de la derecha, que propugna a todas voces el suicidio colectivo. El pensamiento político emancipador debe recuperar su relación con la verdad y la propuesta de un orden sistemático de gobierno: gobierno de sí, gobierno de los otros, gobierno del mundo. No hay pensamiento político que no se sostenga de ese triple anudamiento. La verdad no es un enunciado trascendente, es una relación consecuente, más precisamente la relación que instauramos con un enunciado o una serie de enunciados que nos forman. Por eso la frase de Néstor Kirchner: “No voy a dejar mis principios en la puerta de Casa Rosada” nos impactó tanto, sobre todo al resignificarla luego de su muerte. Las medidas de mejoramiento de la calidad de vida de la población que adoptaron los gobiernos kirchneristas pueden ser maximizadas o minimizadas, según la ideología de cada quien, pero sin dudas requirieron un coraje en relación con las fuerzas existentes que hoy ningún otro sector político puede ofrecer. El problema no es tener o no tener un relato, sino instaurar una relación con la verdad que dé confianza a sus practicantes, que los implique afectivamente y dé sentido a sus vidas. El intento de magnicidio contra Cristina vuelve a introducir el problema del sacrificio en política, pero su posición socrática ante el mandato popular, entendido como oráculo, es la respuesta más adecuada. Ella no se somete ni lo rechaza, indaga a quienes están a su lado por la relación que sostienen con la verdad: ¿Están tan seguros que saben lo que quieren en torno al deseo que los moviliza?

Entonces hay que decir: ¡Sí, hay verdades! Pero las verdades no son significados trascendentes, no son puntos de vista totalizantes o universalizantes, no son mandatos incuestionables. Las verdades se tejen en la afirmación de cada gesto, incluso titubeante, porque son procesos genéricos que reúnen lo absolutamente cualquiera, que trenzan los hilos más diversos. Verdades son las que nos forman y transforman, no las que nos informan o conforman; las verdades promueven la actividad y la implicación, el afecto y el pensamiento. Son verdades los saberes que hacemos cuerpo, las proposiciones que nos entusiasman, las ideas que nos alegran, que nos dan ganas de transmitir, de hacer pasar, de poner en composición, por más que los otros no siempre las comprendan de inmediato, les den lugar, las retomen a su modo. Por eso hay que darse tiempo para encontrarse, pero no demorarse demasiado en afirmarse, antes que todo vuelva a sumergirse de nuevo en la nada. Una verdad irreductible es que todo se transforma incesantemente y nosotros, cada uno, ya pronto dejará de existir. Una verdad no se impone, se trata de hacer algo con eso que resulta irreductible y sale al encuentro, cada vez.

El pensamiento político emancipador debe encontrarse con las verdades, cultivarse y formarse en torno a ellas, antes que sea demasiado tarde.

Córdoba, 18 de abril de 2023.

*Filósofo. Investigador Independiente (CONICET)

4 Comments

  1. Graciela dice:

    Me gusta este artículo porque hace eje en la verdad qye transforma . Respecto a lo que dice de “ Mientras, hay quienes no dudan de hacer valer sus privilegios (étnicos, clasistas, profesionales o machistas) por sobre los otros: los ejercicios de violencia epistémica, de género o de cualquier clase no exceptúan a nuestros críticos. Baste señalar el triste y lamentable caso de abuso sexual por el que Moira Millán denunció a Boaventura de Sousa Santos, recientemente. Me pregunto : cuál es la propuesta transformadora para que la Academia, las instituciones y los partidos no sean más reductos “ intocables “ . Porque frente a un caso que salta hay miles que no . Que se puede hacer para romper esas lealtades propias de las élites ?
    Cuál es entonces la propuesta transformadora ?

  2. Roque dice:

    Estimada Graciela, agradezco el comentario. Justo había escrito esta pequeña intervención cuando recibí la noticia del caso de Moira, por eso no desarrollé. Pero creo, como he escrito en otras oportunidades, que lo más importante es tomar posición caso por caso, escuchando y leyendo atentamente, no prestándose a operaciones de silenciamiento ni conveniencias institucionales. En definitiva, la difícil práctica de la parresia o el decir veraz, que siempre implica un riesgo para quien lo asume pero que también requiere sentido de la oportunidad… La única posibilidad de que haya transformaciones es asumir el riesgo de decir la verdad, implicarse, y que eso puede conllevar la propia destitución…

  3. Aljandro dice:

    Roque, no me parece importante lo de Boaventura, es parte de la mediatizacion. sus Ideas son las que valen , tomadas como base para el desarrollo de una sociedad mas igualitaria (habria que difundirlas fuera de los circulos de intelectuales o Politizados, al comun de la gente (el pueblo), error que no se ha subsanado aun con todas las politicas desarrolladas en los años de «populismo», para que su defensa no sea exclusiva de la militancia sino de toda la sociedad)
    La politica esta relacionada con la verdad, cuando todos entienden que la estan haciendo y asi modificar la realidad .
    Creo que tu comentario sobre «Dinamitar» y «Orden» omite especificamente los dichos de la derecha sobre dinamitar todo lo Kirschnerista, es decir toda conquista y derecho social, y asi imponer «orden», por la fuerza bruta.
    En lo demas coincido, y es por lo que nuestro gobierno encuadra como social democrata, desmovilizante e integrado a lo permiido por el poder capitalista, sin propuesta alguna «revolucionaria», que modifique al menos algo de lo establecido.

  4. Roque dice:

    Estimada Alejandro, me parece muy grave la denuncia de abuso sexual de Moira Millán a Boaventura de Sousa Santos, y me preocupa mucho que no haya salido nada en Página 12. Se suele creer, como dice la misma Moira, que es hacerle el juego a la derecha denunciar si el abusador es de izquierda; pero el daño real se hace al interior de las redes de militantes, cuando se omite o silencia, porque se evidencia así la falta de cuidados y la impunidad del poder. El ethos, el modo de conducirse, exige escuchar cada caso singular, leer las relaciones de poder específicas, nombrar y tomar posición. Luego podemos hablar de las relevancias o no de ciertas obras, si sostienen su valor por sí mismas o dependen de la efímera posición de prestigio. El daño que se autoinflige la izquierda no es por la calificación o descalificación moral de las personas, sino por no poder detenerse a pensar la singularidad de cada caso, nombrar y pronunciarse. Se hace un tremendo daño al no poder pensar nada y actuar especularmente, defensivamente. Recuperar la relación con la verdad implica no solo la dimensión del saber y el poder sino la ética, es decir, el anudamiento irreductible entre estas dimensiones. No es una cuestión personal o de personalidades, para que la ideas desplieguen su verdadera potencia y lleguen a donde más puedan los actos deben ser impecables.