Sobre el odio demencial de ayer y de hoy.
El boxeador norteamericano Archie Moore, quien llegó a ser campeón mundial de la categoría semipesado durante 10 años, viajo tres veces al país y fue homenajeado por Perón y por Evita. Después del segundo viaje del boxeador al país, comenzó una impactante campaña contra Perón focalizada en una supuesta relación entre Moore y el presidente argentino.
Por Norberto Alayón*
(para La Tecl@ Eñe)
La difamación, las calumnias, el odio extremo -a pesar de la agudización que se verifica en la actualidad- no constituye un fenómeno nuevo.
Archie Moore fue un muy destacado boxeador norteamericano que llegó a ser campeón mundial de la categoría semipesado durante 10 años, entre 1952 y 1962. Visitó la Argentina en tres oportunidades: en mayo de 1951, en agosto de 1953 y en septiembre de 1954.
El deportista negro combatió en Buenos Aires y en varias provincias, arrollando con suma facilidad a todos sus contendientes ocasionales. Fue recibido y homenajeado por Perón y por Evita, y también alojado en la residencia presidencial de Olivos. Moore llegó a declarar que se había convertido en peronista.
Después del segundo viaje del boxeador al país (cuando Eva Perón ya había fallecido) comenzó una impactante campaña, asumida por los sectores marcadamente antiperonistas, que le atribuía a Perón tener relaciones sexuales con Archie. Además se difundió una foto trucada en la cual se veía a Moore sodomizando a Perón.
De manera defensiva, pero no vergonzante, la réplica no se hizo esperar. Aparecieron pintadas de adherentes peronistas con la leyenda: “PUTO O LADRÓN, IGUAL QUEREMOS A PERÓN”. Pero el daño hacia Perón, y fundamentalmente hacia el modelo que representaba, ya estaba hecho.
Cabe recordar que la homosexualidad, en esos años del siglo pasado (y aún hoy en muchas personas), aparecía como algo anormal, que merecía el repudio social y desacreditaba absolutamente a quienes asumían esa opción.
En la línea de la inescrupulosa exacerbación del morbo de la población, ese estilo de comentarios agraviantes, si no fueran graves y trágicos, podrían confundirse como si se tratara de una simple broma de personas fantasiosas o de jóvenes “sueltos” de boca.
Pero no se trata de algo irrelevante y que no tenga consecuencias perjudiciales que terminan abonando la degradación de la sociedad.No se debe subestimar el impacto de tales prácticas, plagadas de insania. Evidentemente reditúa apelar al odio demencial para desacreditar al adversario político.
Si los sectores conservadores más recalcitrantes celebraban el cáncer que padecía Evita y que la llevó a su muerte a los 33 años, ¿cómo no iban a recurrir a la ruin afirmación de que Perón mantenía un amorío con el boxeador norteamericano?
Fueron los mismos actores que impulsaron más adelante (el 16 de junio de 1955), por medio de militares y civiles antiperonistas, portadores de odio extremo, el bombardeo de la Plaza de Mayo asesinando a 308 personas y dejando más de 700 heridos.
La utilización de infamantes noticias falsas (las fakenews) o bien de desvaríos mal intencionados no nació en estas décadas del siglo XXI.
El periodista Rolando Hanglin, en octubre de 2016, decía: “He escuchado mil veces, por ejemplo, que Perón era novio de Archie Moore, o que se hacía toquetear por las chicas de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), que la jefa del peronismo femenino trabajaba en el Bajo, y otras mil historias que ya olvidé”.
También se asegurabaque científicos alemanes habían fabricado para Perón unas lentes especiales para que él pudiera ver desnuda a la actriz italiana Gina Lollobrigida.
Semejantes delirios no eran (ni son) inocentes humoradas. Se destinan a la construcción de un sentido común degradado en la población, totalmente alejado de la racionalidad.
La conductora Mirtha Legrand, ante la muerte de Néstor Kirchner, en su programa de televisión de Canal 13, no dudó en comentar: «Es feo lo que voy a decir. Lo que dice la gente, la calle (…) esqueel cadáver no estaba en el cajón».Y «otra cosa, queel cajón no era lo suficientemente largo, extenso, como para cubrir el cuerpo del presidente», sentenciando finalmente: «Es verdad». Como se puede observar, mayor indecencia es difícil de hallar.
Sembrando odio sin par, el extraviado comunicador Baby Etchecopar, en el programa de Legrand, conducido en junio de 2020 por su nieta Juana Viale, expresó enfáticamente: “Si Cristina sigue en la Argentina, Argentina se termina”. “Hoy Cristina Kirchner es el cáncer de la Argentina”.
Por su parte, la escandalosa serial Viviana Canosa,recientemente en el Canal A24,opinó como encarnando a una especie de gurú desquiciado, sobre una fotografía de Cristina Fernández y Vladimir Putin. Dijo: “Se ve claramente la onda, la tensión sexual entre Cristina Fernández de Kirchner y el hijo de puta de Putin”.“Están como locos, miradas, sonrisas, hay una tensión sexual verdaderamente inquietante. Nunca la vi a Cristina con esa cara frente a Néstor; lo que le hacía Putin es impresionante”.
Finalmente remató diciendo que están “a un paso de las relaciones carnales”.“Mirá lo felices que se les ve en las fotos, a Putin ni la guerra le baja la excitación, es tan psicópata que por eso le gusta a Cristina”.
En comparación con los dichos de Legrand,Etchecopar, Canosa y el enorme impacto mediático que generan en la actualidad, la canallada de la década de los 50 del siglo pasado, sobre el presunto amorío de Perón con el boxeador Archie Moore, aparece como empequeñecida.
Pero tanto para ayer como para hoy, nunca estará de más recordar lo expresado por el asesor de Naciones Unidas sobre la Prevención del Genocidio, el senegalés Adama Dieng, quien certeramente nos alerta al afirmar que “Los discursos de odio anteceden a los crímenes de odio”.
Buenos Aires, 19 de junio de 2022.
*Trabajador Social – Profesor Consulto (Facultad de Ciencias Sociales-UBA)