El periodista Jorge Halperín sostiene en esta nota que la pandemia barrió en este año y medio la posibilidad de que el Frente de Todos/Peronismo cumpliera con el contrato electoral por el que fue votado en 2019. Pasó una semana dramática, hay un nuevo gabinete y en noviembre se sabrá si las PASO anticipan una mudanza o si sólo fue una advertencia.
Por Jorge Halperín*
(para La Tecl@ Eñe)
Ahora que se señala que el gabinete de Alberto Fernández se peronizó, es bueno tener presente aquello de que no se votó gobierno sino que se plebiscitó gestión.
No es que la mayoría quiere ser gobernada por Macri o Larreta, pero el resultado tiene que ver con que el peronismo incumplió su contrato electoral mientras que JxC no incumplió su contrato.
El contrato electoral del peronismo dice combatiendo al capital. El contrato electoral del centro-derecha dice Combatiendo al peronismo.
Uno cumplió y el otro no.
JxC combatió desde un principio al gobierno de Alberto Fernández sin tregua, apoyado por los tanques mediáticos que captan el 90 % de las audiencias. Cumplió con su mandato: el 40% que volvió a votarlo como en 2019 no lo hace por la gestión de gobierno, como quedó claro cuando lo votaron a Macri a pesar de la inflación, el endeudamiento, los problemas de seguridad, el desempleo y la pobreza multiplicada.
Tampoco ese 40% de votantes se inquieta por la falta de propuestas como oposición. Además, el mandato de JxC no incluye ampliar la clase media. Casi parece contrario a la idea de que se altere el tablero social con un ascenso masivo de pobres a clase media, porque justamente el voto cambiemita es un voto que se irrita cuando se cambian las jerarquías sociales. Dirían: “Cada uno en el lugar que le corresponde”.
¿De qué otro modo se entiende que no se escandalicen de que sus candidatos propongan echar trabajadores sin pagar indemnización?
En la otra vereda, aquella frase del peronismo, combatiendo al capital, incluye ponerle límites a la voracidad de las corporaciones y mejorar la vida a las clases medias y los sectores populares, creando trabajo, subiendo los salarios y bajando la pobreza.
Pero la doble pandemia impidió cumplir ese contrato y la gente está mal. Los logros para evitar que colapse el sistema de salud y para conseguir millones de vacunas son un activo, pero el votante no consideró que debía pagarlos en las urnas.
Como si la voz de muchos votantes en contra dijera “Estamos vivitos, sí, pero boqueando”.
La pandemia barrió en este año y medio con otras constantes de la liturgia peronista: aquello de “De casa al trabajo, y del trabajo a casa” fue dinamitado por un gobierno peronista que puso en el centro cuidar vidas y dictó restricciones por momentos severas.
Era contra toda tradición un gobierno peronista que clamaba “Quedate en casa”, que destinaba enormes recursos para compensar a los sectores vulnerables cuyos ingresos dependen de las calles, pero esos recursos de asistencia, que nunca son preferidos al trabajo propio, fueron insuficientes y en muchos casos no llegaron por problemas de gestión.
La acción política del peronismo está hecha también de movilizaciones masivas en las calles, que igualmente fueron clausuradas por la pandemia, y el militante sufrió doblemente cuando veía pequeños grupos de macristas apropiándose de las calles y de la bandera argentina para desconocer el grave cuadro sanitario y toda orden emanada del gobierno del FdT, ostentando, además, sus coches de alta gama y gritando a las cámaras su odio para humillar al peronismo.
Pero no todo fue forzado por el virus. Las vacilaciones del gobierno (como el amague y retroceso en temas como Vicentin, retenciones, la Justicia opositora, etc., la tibieza con el periodismo de guerra), a las que se sumaron los errores no forzados, como la foto del cumpleaños en Olivos, no hicieron más que sumar desencanto.
El kirchnerismo nunca gobernó con caída de empleos, caída de salarios y aumento de la pobreza, ni fue una fuerza vacilante frente al poder real, y, como es la fuerza mayoritaria en la coalición de gobierno aunque no en el gabinete, no quiere pagar esos costos.
Pasó una semana dramática, hay un nuevo gabinete, las aguas se van a tranquilizar, y el Frente se va a recomponer porque hay poco tiempo para las elecciones generales y porque el presidente sabe que el votante no tolera más ajuste ni se contenta con paliativos.
No es la primera vez que el peronismo tiene que remontar una dura cuesta. Ya lo ha hecho en más de una ocasión.
En noviembre se sabrá si lo de las PASO anticipa una mudanza o si, como esperamos, sólo fue una advertencia.
Buenos Aires, 23 de septiembre de 2021.
*Periodista.