A partir del asesinato de Lucas González por fuerzas policías de la Ciudad de Buenos Aires, el psicoanalista y perito psicólogo en el poder judicial de la provincia de Buenos Aires Osvaldo Fernández Santos, advierte que las fuerzas de seguridad son las instituciones con menor permeabilidad hacia la democratización, y que su posición de desprecio hacia los jóvenes humildes es una de las pocas políticas de estado con vigencia ininterrumpida en el país.
Por Osvaldo Fernández Santos*
(para La Tecl@ Eñe)
Otro joven, Lucas González, fue asesinado por fuerzas policiales. En este caso por la policía de la Ciudad de Buenos Aires, la policía concebida a imagen y semejanza del PRO.
El asesinato tuvo mayor conmoción social porque se desarticuló el mecanismo de la pos-verdad instrumentado por la prensa hegemónica, la policía y sectores del poder judicial. La irrupción de la verdad, a pesar que el pibe era pobre y usaba visera, evitó las sentencias de “otro delincuente abatido” y “un chorro menos”.
Hace unos días en La Matanza, la policía de la provincia de Buenos Aires mató a dos adolescentes tras tirotearse con las fuerzas de seguridad, según la prensa nutrida por fuentes policiales. Una semana antes, la policía de la provincia de Corrientes, asesinó al joven Lautaro Rosé en circunstancias que recuerdan al asesinato de Santiago Maldonado por parte de la gendarmería de Patricia Bullrich. Durante la cuarentena 2020, el joven Facundo Astudillo Castro, fue asesinado por la policía de la provincia de Buenos Aires. Literalmente mientras escribía este artículo fue asesinado el joven mapuche Elías Garay por “dos hombres vestidos de civil” que lograron romper el cerco que la policía rionegrina tiene alrededor del predio Cuesta del Ternero en el Bolsón, por el cual no pueden pasar ni comida, ni alimentos, ni abrigo, pero la evidencia demuestra que armas sí.
La distinción en la nominación de la policía del PRO o de la gendarmería de Patricia Bullrich y/o Cambiemos, obedece a la captura de las fuerzas de seguridad para fines partidarios, y no en tanto al odio/estigmatización/crueldad hacia los jóvenes humildes y/o militantes que es transversal a todas las fuerzas de seguridad. Cabe recordar, en tal sentido, otro asesinato con fines PRO, el del adolescente Rafael Nahuel, ejecutado por la prefectura de Bullrich una semana después de la desaparición de Santiago Maldonado. En ambos casos, obedeciendo a la necesidad de la construcción del enemigo interno, los Mapuche, uniendo los negocios inmobiliarios y las necesidades represivas con el placer fascista. El asesinato reciente del joven Elías Garay se inscribe en la misma concepción.
Amigos de Lucas manifestaron ante los movileros que los rodeaban, que son cotidianamente hostigados por la policía por su modo de vestir y por su pertenencia social humilde, y que nada importa que sus “viejos se rompan el lomo trabajando” para darles lo poco que poseen. Otro amigo del joven fue interrogado brevemente por una conductora televisiva que encarnando la banalidad del mal le preguntó si fue a votar el domingo, el adolescente contra-preguntó ¿eso que tiene que ver?
Hace 24 años soy perito psicólogo en el poder judicial de la provincia de Buenos Aires, los últimos 9 en el Cuerpo Técnico Auxiliar (CTA) del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil. La escucha de relatos de hostigamiento policial en los jóvenes que evalúo, es casi una invariante. Cabe mencionar que la inmensa mayoría son adolescentes humildes, con un bajo nivel de escolaridad a consecuencia de la carestía económica y con un alto grado de malestar sobrante producto principalmente de la imposibilidad de avizorar un porvenir, pero no únicamente, sino también producto de tener que realizar renuncias que exceden a la pulsionales para la vida en sociedad mientras las publicidades los invitan al consumo imposible como forma del ser. No obstante, en la descripción de los jóvenes falta mencionar una característica singular, no general pero sí presente en un número no despreciable de ellos, que no cesa de impactarme, la cantidad de duelos tempranos por la pérdida de amigos o familiares de corta edad ejecutados por la policía.
Los psicólogos del CTA además de evaluar a los jóvenes “en -presunto- conflicto con la ley penal”, a modo de colaboración somos los encargados de evaluar a niñas, niños y adolescentes víctimas de abuso sexual por parte de adultos, es decir, prestamos auxilio al fuero penal de adultos, esto implica que el 85% de nuestra labor se corresponde con la evaluación de víctimas de abuso. Es decir que un solo delito cometido por adultos cuasi sextuplica a todos los delitos cometidos por los jóvenes. Si se consideran todos los delitos cometidos por adultos, la proporción del delito juvenil es alrededor del 0,04% del total. ¿A qué obedece la obsesión por bajar la edad de punibilidad?
El imaginario social instituido por el poder establecido asocia a la juventud pobre con la peligrosidad y la delincuencia, tal vez porque temen la rebelión de los desposeídos de casi todo, seguro que no por las estadísticas. La obsesión punitiva es afín al desprecio y hostigamiento policial hacia los adolescentes humildes, que con frecuencia concluye en el gatillo fácil, más en los períodos en los cuales se inyecta odio hacia los marginados, se piden balas contra sus cuerpos y se empodera a las policías. Si es joven y pobre es delincuente, esa es la síntesis material no metafórica del fervor conservador y su brazo armado.
Las fuerzas de seguridad son las instituciones con menor permeabilidad hacia la democratización. Su posición de desprecio y gatillo fácil contra los jóvenes humildes es una de las pocas políticas de estado con vigencia ininterrumpida en el país.
Buenos Aires, 28 de noviembre de 2021
Psicólogo-Psicoanalista
1 Comment
Excelente descripción de la realidad de los jóvenes!!!