Jorge Alemán profundiza en esta nota sobre las diferencias entre el liderazgo y la conducción, y afirma que la prueba mayor del liderazgo es la realización histórica de la Conducción.
Por Jorge Alemán*
(para La Tecl@ Eñe)
Líder y conductor son figuras siempre a distinguir. El líder es la figura suplementaria, el «más uno» que garantiza de un modo siempre inestable la cohesión de la estructura. Estas estructuras en los partidos de izquierda y los llamados movimientos nacionales y populares suelen ser muy frágiles. Al no estar monitorizadas por los grupos de poder suelen estar más expuestas al torbellino de las «internas» y a las pasiones narcisistas de las distintas corrientes.
En este aspecto, aquí se juega una dimensión distinta a la del Líder. El líder puede ser carismático, brillante en sus intervenciones y determinante en su presencia mediática. Pero la propia función de liderazgo, en todas las estructuras presenta esta matriz, promueve la obsecuencia, el uso de los allegados al líder para aplastar lo nuevo o diferente, y la inercia que siempre termina provocando una suerte de blindaje del líder, al que no le llega lo que verdaderamente se transmite en lo social. El líder puede quedar capturado en su espejo. En este punto, la Conducción, que no debe superponerse con el liderazgo, es importantísima. La conducción es un modo de «saber hacer» con las inercias fatales que el liderazgo provoca.
Aunque Líder y Conductor coincidan en el mismo sujeto, el Conductor siempre mantiene una relación de exterioridad con el liderazgo. Hay excelentes líderes, pletóricos con su aura, que se revelan como pésimos conductores. Son pésimos porque no captan lo que se juega en la coyuntura. La coyuntura siempre encierra un enigma e invita a una apuesta.
Por ello, el Conductor siempre se ocupa de la guerra de posiciones, de las correlaciones de fuerzas y del sistema de alianzas. Para esto no puede ni debe estar capturado en la inercia narcisista de su interna y confundir las purgas reiteradas que confirmen su línea con el ejercicio de la conducción. El líder descubre, inventa, genera un horizonte, pero sólo un Conductor sabe cuáles son las condiciones de su realización. Donde digo Líder puedo de decir La Líder y lógicamente El o la conductor/a. La prueba mayor del liderazgo es la realización histórica de la Conducción.
Madrid, 30 de mayo de 2019
*Psicoanalista, escritor y poeta. Su último libro publicado es «Capitalismo. Crimen perfecto o Emancipación».