Las indefiniciones se pagan – Por Mempo Giardinelli

Foto: Archivo General de la Nación
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Las indefiniciones se pagan – Por Mempo Giardinelli

Este domingo habrá movilización en todas las plazas del país. Mempo Giardinelli vincula este acontecimiento a la compleja personalidad del presidente Alberto Fernández, de quien Giardinelli realiza en este artículo una semblanza.

Por Mempo Giardinelli*

(para La Tecl@ Eñe)

Vinculada a la lectura de lo que va a acontecer en casi todas las Plazas de la república este domingo, esta nota reconoce ad-límine que es difícil resistirse a la tentación, casi forzamiento, de decir que la personalidad del Presidente es mucho más compleja que lo que parece, y quizá más de lo que algunos suponen, y por supuesto superadora del punto de vista de quienes lo miramos y analizamos de lejos.

Hombre aparentemente muy fiel a sus propios ritmos, las decisiones de Alberto Fernández –y desde luego sus indecisiones, que no son pocas– suelen ser contradictorias en los grandes temas. Pienso en Vicentín; en los variopintos decretos que hacen a la entrega del río Paraná; en la acertada política sanitaria a partir de marzo de 2020 pero luego desbarrancada por presiones e indecisiones que hoy nos colocan entre los diez países del mundo con mayor cantidad de muertos por Covid-19.

Desde ya que mucho de todo eso ha sido perversamente tratado por el «periodismo de guerra» declarado y sostenido por los cuatro grandes Mentimedios, y en especial por la Telebasura. Esos tipos y tipas se pasan ejercitando imaginaciones y conjeturas entre fantásticas, abstrusas y pedorras, pero capaces de machacar sobre las macizas audiencias cautivas que tienen y mantienen: gente de mayor edad, urbanos conservadores, temerosos de piel blanca, antiperonistas cegados, y negadores de todo lo que los inquieta.

Macizamente son así las probadas mayorías de la llamada CABA, otrora Capital Federal. Y como el Presidente es un producto de esa sociedad y esa educación, acaso venga de ahí su ilusión federalista, que es sólo retórica y felizmente declamada cada vez menos.

Por otra parte, como corresponde a una semblanza tentativa –y más impresionista que definida, como es mi caso– también hay quienes suponen, o quieren suponer, que las relaciones de Alberto con Cristina se tensan cada dos por tres, e incluso demasiado a menudo. Lo que sin embargo es desmentido en cada aparición juntos, en promedio cada dos semanas y siempre guardando ambos las formas tradicionales del poder: el hombre un paso adelante y en primer plano; la mujer al costado o un paso atrás. Lo que es lógico por el protocolo constitucional, desde luego. Pero la única verdad parece ser que nadie conoce la verdad de esos entramados del poder, una de cuyas reglas de oro suele ser, como en todos los gobiernos del mundo, precisamente el misterio. Y este presidente sabe usarlo.

Si de misterios se trata, entonces, todo lo que este texto puede hacer es conjeturar. Aunque basado en informaciones, algunos datos irrefutables y una lectura atenta de la realidad, los temas que desvelan al Presidente Fernández van mucho más allá de algunas desafortunadas fotos familiares y cierta frivolidad y cholulismo para recibir a personajes intrascendentes pero con alguna popularidad. También cuentan el respetuoso amor a su hijo, su afecto por su perro Dylan, y ahora la lógica felicidad que ha de sentir por su futura nueva paternidad, todo lo cual no está ni bien ni mal, no define nada y en esencia corresponde al tipo de intimidad presidencial que existe en todos los países del mundo, más o menos escandalosos a veces, y en el actual caso argentino para nada sonoro y más bien discreto, para fortuna nuestra. Que ya tuvimos en su antecesor un payaso inútil, vago con todas las letras y encima ignorante y engreído por la pura razón de ser millonario.

Alberto en cambio es ejemplar en su estilo diferente, y ése es un punto interesante para analizar tanto sus varios errores políticos hasta el presente como lo que puede venir mejorado si él mismo es capaz de descubrir su propia plasticidad para corregir errores y rumbos, lo que hasta ahora no se ha visto. Como sí se ven, en cambio, ciertas peligrosas imprevisiones. Como que en su período presidencial de cuatro años vencen casi todas las concesiones menemistas que tanto daño causaron al país, y que al menos hasta ahora este gobierno parece no haber comprendido. O quizás no ha querido y/o no ha sabido enfrentar a los empresariados de colmillos filosos, banqueros yugulares y variados representantes de los poderes duros del planeta, que tienen a la Argentina al borde del estrangulamiento.

Por eso en estos días es hermosamente paradójico que quien ha venido a doblegarlo, y afortunadamente, es esa mujer de temperamento puro y duro que es Hebe de Bonafini. Con la simple y precisa consigna de que la deuda no es nuestra, o sea del pueblo, y no tenemos por qué pagarla y entonces «que la paguen los que se quedaron con la guita», ella ha cambiado radicalmente el escenario. Porque aunque en el gobierno no lo reconocerán jamás, ha forzado al Presidente a cancelar la prevista y controlada movilización mansa del lunes 18, para aceptar nada menos que el 17 de Octubre –fecha emblemática de este país– como día de la reinauguración de la movilización popular. Y día que, 48 horas antes, es una incógnita inquietante.

Es claro que el domingo acaso se produzca una demostración de la fuerza popular. Y es posible y hasta probable que el peronismo, reactivado tras año y medio de encierro por pandemia, llenará todos los espacios públicos y ahí se verá cuán macizamente peronista es este gobierno. Que no es kirchnerista, obviamente, y que en todo caso por momentos evoca más bien a los gobiernos de Menem o de Duhalde.

De ahí que quizás la última oportunidad de ganar votos peronistas para una serena continuidad gubernamental sea el 14 de Noviembre, aunque ya se sabe que en política nunca nada es definitivo. Y es un hecho, hoy, que la sombra de gobiernos bienintencionados pero que fracasaron estrepitosamente (pensemos en Alfonsín, o en la Alianza) parece empezar a formarse nuevamente.

Lo cierto es que, hasta ahora justificada en la gravedad de la herencia macrista y/o en la pandemia, casi no se cumplió ninguna de las promesas de campaña de 2019. Y durante los primeros tres meses y medio de gobierno tampoco se firmaron DNUs para corregir los rumbos más repugnantes heredados del macri-radicalismo.

Como sea, las indefiniciones parecen haber sido el rumbo más sostenido del gobierno en estos ya casi dos años desde aquel diciembre tan lleno de ilusiones. Y en política, y es seguro que AF lo supo siempre, si hay dos reglas letales son éstas: lo que no se hace en el momento justo, es muy difícil que se haga después. Y la otra es que las consecuencias se pagan. Siempre, O en el mejor de los casos, casi siempre.

Resistencia, Chaco, 16 de octubre de 2021.

*Escritor y periodista.

5 Comments

  1. Andrés dice:

    Así es, querido Mempo. Los hechos de estos últimos años, incluída la inmunda experiencia macrista, piden a gritos que vos los describas en una de tus maravillosas novelas.

  2. Eduardo dice:

    Excelente comentario del compa Mempo .. ..no le sobra ni lelta nada

  3. Martha dice:

    Insisto en recordar que los llamados «adultos mayores» somos los revolucionarios de los ’60 y ’70 (píldora, antimperialismo, hombre nuevo, etc). Por lo tanto, se podría dejar de incluir a este grupo (tal vez, heterogéneo, es cierto) en sumisos consumidores de propaganda antipopular y antinacional?

  4. Martha dice:

    MODERACIÓN?

  5. CARLOS ALBERTO PALMAS dice:

    COMO SIEMPRE COMPAÑERO MEMPO. CERTERO SU COMENTARIO
    .