El periodista y escritor Julio Fernández Baraibar sostiene en esta nota que existe en sectores del Frente de Todos, junto a duras críticas hacia el gobierno nacional, una idealización del peronismo, un peronismo mitificado, define Baraibar, que nunca existió, ni siquiera bajo las presidencias de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner. Agrega Baraibar, que es una construcción de un peronismo sin contradicciones ni retrocesos, sin vacilaciones y, sobre todo, sin movimiento obrero.
Por Julio Fernández Baraibar*
(para La Tecl@ Eñe)
He leído, con mucho interés, aunque no con sorpresa, la nota publicada en este mismo espacio, Principismo universitario y definiciones sectarias. Una polémica franca de Gabriel Fernández. Y digo no con sorpresa porque Gabriel nos tiene acostumbrados a este tipo de reflexiones rotundas, de negro sobre blanco, que intentan dialogar con algunos sectores de nuestro campo que parecieran haber perdido anclaje en la realidad y actúan, en los hechos, como quintacolumnistas de la oposición antinacional.
(Y de pronto me asalta el recuerdo juvenil de una Plaza de Mayo, hace 47 años, el general Perón, ya anciano, en el balcón histórico, una multitud en la que predominan columnas de jóvenes, y se oye:
“¿Qué pasa, General, que está lleno de gorilas el gobierno popular?¨)
Hace justo año -se ve que la pausa del verano facilita la reflexión- publiqué en las redes una nota que titulé El peronismo que verdaderamente existió movido por las mismas preocupaciones que manifiesta Gabriel Fernández. Y la tendencia ha recrudecido. Es penoso ver a compañeros y compañeras de generación, es decir que ya han entrado cómodamente en los 70, lanzar críticas furibundas, irresponsables y, en su gran mayoría, sin fundamento, contra el gobierno de Alberto Fernández, que es el gobierno que votamos hace dos años, que tenemos que sostener contra todo intento destituyente y de cuyo éxito depende que el próximo gobierno sea del mismo signo. Pero que, por otra parte, es el gobierno que, en el medio de la situación más singular y difícil que haya vivido gobierno alguno en el siglo XX y XXI, ha obtenido grandes logros.
Insisto en la tesis de mi artículo ya mencionado. Hay compañeros y compañeras, jóvenes y no tan jóvenes, que reverencian un peronismo mitificado que nunca existió, ni siquiera bajo la presidencia de Néstor Kirchner o de Cristina Fernández de Kirchner. Es un peronismo idealizado, sin contradicciones ni retrocesos, sin vacilaciones y, sobre todo, sin movimiento obrero. Y desde ese lugar inexistente, resultado de una mezcla de ignorancia, malas lecturas y un sustrato ideológico izquierdista antiperonista, se soslayan los aciertos de nuestro gobierno –en el difícil contexto que hemos mencionado- y se lanzan acusaciones derrotistas, se provoca desánimo en nuestras filas y se proponen consignas y objetivos para los que quienes lo proponen no tienen la menor fuerza ni representatividad para llevarlos adelante. Es, como ha puntualizado Gabriel, una traslación automática y absurda de la lucha política en el seno de la universidad a la política nacional y de masas.
Esta actitud opositora de estos grupos y dirigentes prescinde de todo análisis del contexto político, económico y social. Radicaliza sus propuestas apelando a consignas antiguas que correspondían a otras realidades y, en muchos casos, renuncia a postulados constitutivos del movimiento nacional, como han sido la industrialización de la renta agraria –esto es, convertir los ingresos procedentes de la agroexportación en industria liviana y pesada-, la explotación de los recursos naturales, su utilización en el proceso industrial y la exportación de sus excedentes, en nombre de una concepción ecologista que jamás formó parte del patrimonio doctrinario del movimiento nacional. Y aquí van a aparecer seguramente las citas de Perón intentando contradecirme.
Perón dedicó extensos párrafos a la cuestión ambiental cuando se realizó la Conferencia de Estocolmo en 1972. Se sumó, desde su lugar de exiliado que lideraba la oposición de su país, lanzado ya a un proceso electoral, a la discusión que, en ese momento, preocupaba a algunos líderes del mundo central. En su mensaje, Perón lo que intenta fundamentalmente es dar una visión desde los países del Tercer Mundo, en primer lugar, y desde la perspectiva de la unidad latinoamericana, en segundo lugar, para ocupar un lugar en esa mesa. Pero el eje de su posición, una vez descriptos los efectos de la sobreexplotación capitalista, es:
¨Necesitamos nuevos modelos de producción, consumo, organización y desarrollo tecnológico que, al mismo tiempo que den prioridad a la satisfacción de las necesidades esenciales del ser humano, racionar el consumo de recursos naturales y disminuyan al mínimo posible la contaminación ambiental”.
Es decir, se trata de un nuevo modelo de sociedad (producción, consumo, organización y tecnología), pero destinada a satisfacer las necesidades humanas con un racionamiento de los recursos naturales y una disminución de la contaminación.
Eso no tiene nada que ver con el declarado antiindustrialismo de esta ecología a la page, constituida tan solo por consignas tremendistas y declaraciones apocalípticas que se desentienden por completo de las necesidades de la sociedad argentina, de su imperiosa exigencia de incrementar las exportaciones a efectos de producir un crecimiento sostenido y fuerte de la industrialización. Detrás de estas exigencias está, por supuesto, la obligación de dar trabajo estable, bien pago y con todas las garantías de la ley a nuestros compatriotas desocupados o súper explotados por la economía en negro.
Ver que movimientos sociales que han tenido tanta importancia en la obtención de mejoras para los sectores más desprotegidos, como el Movimiento Evita, por ejemplo, que además forma parte del gobierno, denuncian la minería a cielo abierto o la exploración off shore en nuestro mar, produce un enorme desconcierto y es una inesperada ayuda a la oposición.
Ni hablar del hecho de que este rechazo principista a diversificar nuestras exportaciones con productos de la industria extractiva lo único que hace es consolidar el modelo agroexportador y el poder de los sectores sociales vinculados al mismo. Convierte a la renta agraria como la única legítima.
Todas estas oleadas críticas que hemos estado viviendo han prescindido sistemáticamente de poner en el balance los grandes logros obtenidos por el gobierno y los grandes aciertos en su política internacional. La Argentina preside la CELAC por decisión unánime de sus miembros. Se ha establecido una relación estratégica con México que es ejemplar y que nuestro país nunca había logrado, ni siquiera cuando Manuel Ugarte era embajador de Perón en aquel país. Alberto Fernández se entrevistará con los dirigentes rusos y chinos en nombre de la República Argentina, pero también lo hará en representación de la totalidad de los países de la América no sajona. Nuestro canciller tiene una excelente reunión con el Secretario de Estado norteamericano y nuestras fuentes de desánimo se burlan de ella o la denuncian como una traición proimperialista. He llegado a leer estupideces emitidas por periodistas de nuestro sector, como pedirle al presidente electo de Chile, Gabriel Boric, que nos forme un gabinete, intentando ridiculizar con ello a nuestros ministros y al presidente Fernández. Obviamente, el chascarrillo omite que el designado ministro de Hacienda es un neoliberal ortodoxo que fue funcionario de todos los gobiernos de la coalición y que la designada canciller es la mano derecha de Bachelet y de la confianza del sicario secretario de la OEA, Luis Almagro.
Este antialbertismo nos hace mucho mal. Nos debilita ante nosotros mismos. Y esto no significa no hacer las críticas que puedan corresponder. Las hacen los compañeros del movimiento obrero. Las hacen dirigentes honestos y representativos.
Recuerdo que personalmente, junto con un importante grupo de compañeros, critiqué duramente a Néstor Kirchner por el error cometido en el tema de las plantas papeleras de Botnia, frente a Gualeguaychú. Incluso hubo compañeros que criticaron el pago que hiciera Néstor al FMI considerando que ese enorme monto podía ser destinado a mejorar la situación de los más necesitados. Criticamos, en su momento, medidas de Perón y medidas de Isabel de Perón. Pero nunca, en ningún momento, esas críticas estuvieron dirigidas a debilitar a esos gobiernos populares, fueron hechas desde adentro y sin adjetivaciones ni socarronerías.
Algunas manifestaciones críticas que hoy estamos viviendo nos retrotraen a momentos dramáticos de la vida política argentina relativamente reciente. Yo escuché gritar en Plaza de Mayo una tarde:
¨Ea, ea, ea, qué manga de boludos. Votamos una puta, un brujo y un cornudo¨.
No terminó bien eso.
Buenos Aires, 22 de enero de 2022.
*Periodista, escritor y guionista cinematográfico y político del Instituto Independencia.
3 Comments
No soy peronista vote y voy a volver a votar con apoyo y agradecimiento a Kirchner y Fernández trabajan para el
Pueblo
Menos mal que lo tenemos a este inefable personaje que nos ilumina el camino con sus verdades acerca de lo que podemos decir o no.
ES VERDAD…EL PUEDE CRITICAR NOSOTRES NO