Finaliza con este capítulo treinta el folletín sobre la Diva de Quitilipi, «La Carrió – Retrato de una Oportunista», que reaparece con una nueva entrada en escena como si fuera una de esas prima donna italianas – conflictiva, caprichosa, desesperada por llamar la atención – luego de varios mutis por el foro y de refugiarse en un raro mutismo en su chacra de Exaltación de la Cruz, para matricularse en el Colegio de Abogados en CABA y, de paso, anunciar una nueva pre candidatura a la presidencia de la Nación por adentro del espacio de Juntos por el Cambio; candidatura que, aunque no vaya más allá de un artificio testimonial, agrega su sibilina cuota de conflicto a la confusión general de la derecha vernácula.
Por Carlos Caramello*
(para La Tecl@ Eñe)
“Los legisladores necesitan, ciertamente,
una escuela de moral”
Simón Bolívar
Siempre hay dos Lilitas (vaya novedad). Lo extraño es que, en algunos casos, ambas se reconocen y en otros, son como las dos caras pero de dos monedas distintas. Y más extraño aún cuando esas dos monedas atraviesan más de medio siglo legislativo en la Cámara de Diputados: primero por la provincia del Chaco, luego por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Así las cosas: hubo una doctora Elisa María Avelina Carrió que llegó en 1995 a la Cámara Baja (el periodismo tiene construcciones tan peyorativas ante la falta de recursos lingüísticos que da miedo) pateando puertas: literalmente. A disputar espacios en las Comisiones que más le interesaban. A ocuparse de aquellos temas que eran “importantes para la gente” (según su propia gramática de enunciación porque, a ella, no la vas a sorprender mancándose en terminología peronista como la palabra “Pueblo”, por ejemplo).
Llegó contenida por algunos políticos destacados con los que había hecho alianza durante la Constituyente (Alfredo Bravo fue uno de ellos, quizá el más importante y con quién hasta se le atribuyó un romance cuando radio pasillo cuchicheó que la habían visto dándose piquitos en los corredores del edificio del Congreso; cuestión esta que le costó su segundo divorcio). Pero también hizo amigas nuevas como Elisa Carca, una nicoleña de origen radical que, actualmente, es senadora en la Provincia de Buenos Aires y acompaña a la chaqueña en el ARI desde la fundación del espacio político.
Lo cierto es que la figura de Carrió crecía por prepotencia de trabajo o, al menos por la publicidad que los medios de comunicación hacían de su desempeño en la Cámara. Su aparente compromiso con la verdad y la honestidad; su perfil marginal y pseudo progre y su fingida bonhomía -sobre todo con los periodistas- le habían ganado cierto respeto, algún cariño aislado y la habitual convocatoria a expresarse sobre los temas legislativos más relevantes.
Eran los tiempos de los premios, que fue la extravagante manera de fortalecer ese posicionamiento que algunas instancias de poder habían decidido para la chaqueña recién llegada: Premio Parlamentario por la labor legislativa años 1996, 1997 y 1998; Diploma al mérito Konex (1998) como mejor legisladora de los últimos diez años; Nominada al premio Mujer del Año (1998) por la fundación COAS; Premio NEXO (1998), otorgado por labor antidiscriminatoria; Premio del Día Internacional de la Mujer, otorgado por la Asociación de Ejecutivas de Empresas Turísticas; Medalla de Oro concedida por la Coordinadora de Cajas de Previsión y Seguridad Social para Profesionales de la República Argentina en reconocimiento por su destacada labor en la Convención Constituyente de año 1994 fueron algunos de los galardones que iba recibiendo mientras avanzaba en su tarea de legisladora.
De aquellos años se le reconocen iniciativas tales como el Ingreso Ciudadano para la Niñez, una especie de renta básica universal o asignación monetaria destinada a todo argentino menor de 18 años que tenía por objeto cubrir las necesidades básicas de la vida de los más jóvenes.
Ese proyecto nunca fue tratado ya que la dupla Carca-Carrió, o “las dos Elisas” como las llamaban por entonces, no consiguieron apoyo político, ni siquiera lograron que De la Rúa (a quien acompañaron en campaña) cumpliera con su compromiso de enviarlo desde el Ejecutivo si ganaba las elecciones.
La idea, que no era mala, fue ampliamente superada por la Asignación Universal por Hijo (AUH) que en 2009 y por Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), plasmó el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y que, probablemente, es una de las políticas públicas ejemplares ya que atraviesa transversalmente a un sector de la sociedad y no ha podido ser mejorado en el tiempo.
También se recuerda de aquellos años su pedido de juicio político a la “Corte Suprema Menemista”, el famoso affaire de la Comisión Anticorrupción (que merece el tratamiento aparte que le hemos brindado) y el hecho de haber sido una de las coautoras del Proyecto de Nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final junto a la diputada Patricia Walsh, hija de Rodolfo Walsh, asesinado por la dictadura del Proceso en marzo de 1977 y considerado el padre del periodismo de investigación. Pensando en esto y luego en los días en los que Carrió se paseaba por los canales de televisión reclamando prisión domiciliaria para los genocidas -porque ya eran “pobres viejos de 80 años”-, se puede tener una idea acabada del salto al vacío de la diputada eterna.
Algo pasó con la Diva de Quitilipi. Y no fue que las luces del Centro le hayan hecho mal. Pero cuando abandonó su condición de legisladora por el Chacho y se vino pa´la ciudad hubo un quiebre, una agachada, un tropezón que, sin ser caída, le provocó serios inconvenientes en su tarea legislativa.
Es a partir de 2005 que Lilita empieza a abandonar la política para jugar al poder. Su figura se vuelve más asidua a los cocteles de la Embajada, los livings de los ciclos políticos de la televisión, las recorridas de campaña que al Congreso de la Nación. Es más, su banca se transforma en una suerte de caja de resonancia de sus rencillas personales, de sus idas y vueltas, de sus peleas y reconciliaciones, de sus amenazas y acuerdos.
Sus números, en los últimos años, son verdaderamente calamitosos. Tanto en la presentación de proyectos como en sus ausencias a sesiones y, sobre todo a votaciones. En 2012, según el Semanario Parlamentario, Elisa Carrió fue una de las figuras que más inasistencias registró, siete en ese año.
En el período 2016/2017, de acuerdo con un análisis realizado por la Universidad Austral sobre el nivel de presentismo de los 58 aspirantes a renovar bancas, Lilita figura segunda entre los que más faltaron. Al respecto, Gabriel Sued en su libro “Los secretos del Congreso”, establece que en 2016 “Carrió se ausentó del 83% de las votaciones y en 2017, el 90%”. Para el periódico Infobae, durante 2018, Lilita rompe el récord de inasistencias ya que contabiliza 75 sobre un total de 105 votaciones, esto es: más del 70% de las veces, no le dijo ni si ni no ni me abstengo a las leyes que se trataron.
Para 2019, año en el que sólo se sesionó 10 veces porque muchos andaban en campaña (Lilita una de ellos) pero, además porque, para Cambiemos lo menos importante eran las leyes, el portal Noticias del Congreso Nacional estableció que “la tercera en liderar la lista de los Diputados menos disciplinados en materia de asistencias, fue la diputada de la Coalición Cívica Elisa Carrió”.
Todos estos datos, que deberían ponerse en juego cada vez que un político -no importa de qué partido, alianza, espacio o lo que fuera provenga-, pone su nombre en una lista para ocupar una banca (porque, al fin y al cabo, por ahí, algunas personas se dan cuenta de que al votar a ciertos nombres están votando a ciertos ñoquis), perfilan a esta mujer que ha sido diputada casi un cuarto de siglo con buenos resultados… con buenos resultados para su persona porque, por el pueblo que la eligió, poco y nada ha hecho en términos legislativos.
Luego de varios mutis por el foro al estilo de las prima donna italianas y de refugiarse en un raro mutismo en su chacra de Exaltación de la Cruz, Elisa María Avelina Carrió -que tiene más despedidas de la política que Los Chalchaleros de los escenarios-, acaba de reaparecer para matricularse en el Colegio de Abogados en CABA y, de paso, anunciar una nueva pre candidatura a la presidencia de la Nación por adentro del espacio de Juntos por el Cambio; candidatura que, aunque no vaya más allá de un artificio testimonial, agrega su sibilina cuota de conflicto a la confusión general de la derecha vernácula, que no es poca.
Porque así es Elisa. Así era de chiquita (conflictiva, caprichosa, desesperada por llamar la atención) y así sigue y seguirá siendo. Por los siglos de los siglos, amén… telón.
Buenos Aires, 30 de mayo de 2023.
*Licenciado en Letras, escritor, periodista y analista político.