En el juego de las democracias occidentales hoy las mediciones de imagen se convirtieron en uno de esos elementos que rigen la vida política institucional. Si bien esos índices en la mayoría de los casos están manipulados, lo que no se puede obviar es que tanto los ascensos como los descensos, tienen como causante, en última instancia, la acumulación de malestares o el logro de una cenestesia social positiva.
Por Osvaldo Drozd*
(para La Tecl@ Eñe)
Hoy los grandes medios hacen hincapié en que el presidente Alberto Fernández bajó su nivel de aprobación. Según ellos, eso se debe –en líneas generales- a que el gobierno aprovechó la cuarentena para llevar adelante un proyecto de avasallamiento de libertades, principalmente económicas, pero que la ciudadanía no se lo dejó pasar. Lo dicen sus principales editorialistas y también el ex presidente Mauricio Macri. Grupos minúsculos de la derecha lo hacen saber rompiendo la cuarentena y protestando en diversos lugares del país. Los medios amplifican esas acciones como si eso fuera la respuesta adecuada a cierto malestar. Como si además fueran muchos.
Tanto los enunciados mediáticos como las declaraciones del ala dura del macrismo, no son más que interpretaciones sobre la cenestesia social. Una de las tareas políticas debiera ser ubicar el lugar del malestar e intentar abordarlo más allá de una contra interpretación.
Cuando en marzo diera comienzo la cuarentena y las diversas medidas de restricción, el gobierno tuvo un ascenso pronunciado de imagen positiva. La ciudadanía en general vio con muy buenos ojos la preocupación del presidente para con la defensa de la salud y la vida. Por su parte, una minoría comenzó a sostener que era más importante la economía y que no había que ponerle límites.
Tanto el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta al igual que la mayoría de los intendentes bonaerenses se alinearon con el gobierno nacional para llevar adelante las medidas de aislamiento social. Los grandes medios comenzaron a tener dos facetas. Un canal emblemático como TN en horarios matutino o mediodía aún muestran la importancia de la cuarentena, mientras que en horarios nocturnos despliegan todo el arsenal opositor a rajatablas con sus consabidos opinólogos. Fueron y son los principales agoreros del desgaste que produce el aislamiento. Ellos quieren imponer casi a la fuerza la interpretación del agotamiento.
Al inicio de la cuarentena la mayoría tuvo una visión espontánea del desarrollo de la pandemia. Se preveía que en 2 o 3 meses ya habría concluido. Se iba a llegar a un pico y luego la pendiente dejaría todo como antes. Pasados cuatro meses la curva sigue subiendo a pesar de que se haya llevado adelante una de las políticas sanitarias más acertadas. El común supone que tal vez no haya sido de esa manera y que probablemente haya habido errores. Los índices que se dan en otros países comprueban el acierto pero eso no es algo que sea un dato que la mayoría tenga en cuenta. Obviamente que el desarrollo de la pandemia nunca puede estar sujeto a ninguna doxa y por otra parte el virus causante se ha vuelto extremadamente rebelde a la episteme.
Me cuido no me cuido. Lo que se percibe, principalmente en diferentes conglomerados urbanos de la provincia de Buenos Aires, es que se comenzaron a dar pequeñas resistencias moleculares contra el aislamiento social. No se puede englobar a estas rebeldías dentro del marco de los derechistas movimientos anticuarentena que obviamente tienen métodos y fines diferentes.
Hace aproximadamente un mes una línea de colectivos que une La Plata con Berisso fue cerrada por varios días. Aproximadamente 30 conductores dieron positivo el hisopado y fueron aislados la mayoría de los choferes de esa línea. Se supo que habían realizado un asado de camaradería. Algunos creen que no siendo personas de riesgo no existe ningún problema. Principalmente los jóvenes. Entonces están los que hacen reuniones. Incluso fiestas clandestinas.
En junio una ex candidata a concejal de Juntos por el Cambio de Berisso se vanaglorió en las redes sociales de haber llevado a su hija a la fiesta de cumpleaños de su hermanastra. Estos hechos ocurren asiduamente sin ser promocionados. Se escucha la queja de vecinos que dicen que personas que tienen Covid asintomático salen a hacer mandados. En los barrios esas cosas se conocen y se producen así esas pequeñas “contradicciones en el seno del pueblo”. Hay comercios que no están habilitados para la venta y de todas formas se realiza la política del whatsapp.
El problema es que gran parte se cuida y ve que una gran parte no lo hace, y que las autoridades municipales no se encuentran a la altura de poder manejar esas situaciones que los desbordan. No pocos son los que dicen que “la cuarentena está rota”.
Estos hechos que cualquier persona puede percibir en sus localidades, van agotando las ganas de cuidarse. Los grandes medios manipulan ese desgaste para intentar imponer una visión en la que la caída de disponibilidad tenga como correlato un rechazo al gobierno. Obviamente no es así pero se corre el riesgo de caer en esa encrucijada.
El problema es que no se puede llegar a un aislamiento regido por un Big brother y pareciera que la responsabilidad individual no alcanza. Entonces se puede ver gente con un barbijo puesto que muchas veces funciona como un trompe l’oeil.
Berisso, 18 de julio de 20120
*periodista y escritor