Quién es y quién fue Rodolfo Carlos Barra.
Por Norberto Alayón*
(para La Tecl@ Eñe)
Se trata de un destacado abogado católico, de 76 años, oriundo de Buenos Aires, egresado de la Universidad Católica Argentina. Docente en la UBA, en la UCA, en la Universidad de La Matanza y en la Universidad Austral. Fue colaborador del Opus Dei y del Consejo Pontificio para la Infancia.
En el año 2010 (durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner) patrocinó al gobernador de San Luis,Alberto Rodríguez Saá, en el amparo presentado contra el Fondo del Bicentenario.
El 17 de setiembre de 1974, el gobierno de Isabel Martínez de Perón intervino la Universidad de Buenos Aires poniendo al frente de dicha prestigiosa casa de estudios al abogado Alberto Ottalagano, un reconocido fascista que ostentaba en público el saludo nazi, autor de un libro de título provocativo: “Soy fascista, ¿y qué?”
Rodolfo Barra fue colaborador de Ottalagano, quien lo designó en ese mismo mes de setiembre de 1974 como Delegado Interventor de la Escuela de Servicio Social de la UBA, permaneciendo en la conducción de esa institución formadora de trabajadores sociales hasta el año 1977.
De manera inmediata, de acuerdo a la nueva orientación que reemplazó a la gestión de la Doctora en Servicio Social Marta Nélida Cantorna(la primera asistente social que ocupó el cargo de Dirección, vigente desde julio de 1973), se modificó significativamente el plantel docente de la Escuela y se reestructuró el Plan de Estudios.
Al finalizar su Intervención en la Escuela en 1977, Barra se incorporó como socio al Estudio Demaría, Fernández Cronenbold & Barra. Su extensa actividad pública se desenvolvió durante el gobierno de Carlos Saúl Menem. Fue Viceministro de Obras y Servicios Públicos (de 1989 a 1990, durante la gestión de Roberto Dromi) y Viceministro del Interior.
Desde el 25 de abril de 1990 hasta el 20 de diciembre de 1993 fue miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y el 16 de junio de 1994 asumió como Ministro de Justicia de Menem, cargo que desempeñó hasta el 10 de julio de 1996, en que debió renunciar por diversas revelaciones públicas sobre su militancia juvenil.
Según el diario Página12 (1°/12/2023), “el periodismo recuerda muy bien el paso de Barra por el Ministerio de Justicia, ya que buscó impulsar la famosa «ley Mordaza», que proponía aumentar las penas y multas por calumnias e injurias; pero también la “ley Anticorrupción”, que impedía la publicación de declaraciones juradas de bienes de funcionarios. También quiso aplicar una norma que le permitía a la policía requisar y secuestrar elementos sin orden ni autorización de la Justicia”.
Tanto la revista Noticias (junio de 1996), como el periodista Horacio Verbitsky en el diario Página 12, señalaron que Barra, durante la década del 60, había militado en la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios (UNES), uno de los brazos del grupo ultranacionalista Tacuara. Y que también había sido detenido en esa época por un atentado contra una sinagoga. Por otra parte, hicieron público que por los años 90 Barra era accionista de un hotel “alojamiento” de procedencia familiar en la zona de Recoleta, lo cual colisionaría con su acendrado y manifiesto catolicismo.
Después de 1996 fue designado Presidente del Directorio del Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (ORSNA). Y el 13 de diciembre de 1999 (durante el gobierno de Fernando de la Rúa) asumió como Presidente de la Auditoría General de la Nación, cargo que desempeñó hasta el 1º de febrero de 2002.
Barra, lúcido representante del conservadurismo católico, que llegó a ser también Convencional Nacional Constituyente desde mayo a agosto de 1994, se desempeñó como un polifacético cuadro del menemismo, ocupando cuanto cargo público le quedara a mano.
En la actualidad, Barra fue designado por el presidente “libertario” Javier Milei como Procurador del Tesoro de la Nación, estando al frente de la oficina de abogados del Estado y es, a la vez, el abogado del presidente de la Nación.
En el marco del debate del Decreto de Necesidad y Urgencia acaba de afirmar, en las Comisiones de la Cámara de Diputados, que «para defender los derechos constitucionales habría que permitir que la Constitución siguiera vigente: si hay crisis económica, señores, no va a haber Constitución vigente«. Como se ve, toda una cañalesca definición de Barra y del gobierno que representa, encaminada a suprimir la Constitución Nacional. Este señalamiento, de amenaza y extorsión, se desliza trágicamente hacia la posible vigencia de una dictadura frontal.
Por cierto, Barra NO ES TRABAJADOR SOCIAL. El título de esta nota pretende poner en evidencia una suerte de sarcasmo, habida cuenta de la trayectoria de este personaje, alejado de la esencia progresista del Trabajo Social.
Como sabemos, el Trabajo Social es una profesión que se inscribe en la perspectiva del bienestar y la justicia social y, por ende, en la vigencia irrestricta de los derechos humanos en su más amplia acepción y sin discriminaciones de ninguna índole. Los antecedentes personales, profesionales y políticos de Barra, no parecen ser compatibles con estos objetivos.
Toda sociedad requiere de buenos maestros y es necesario valorarlos, reconocerlos y recordarlos. Pero hay “maestros no buenos”, a los que también es necesario recordar por su accionar o sus enseñanzas o ejemplos contrarios a los principios que sostienen la disciplina que es objeto de enseñanza. Es necesario recordarlos como un acto de justicia y de memoria para ubicar a cada cual en la actuación que le cupo y en las tareas que desempeñó y desempeña.
¿Qué recuerdo tendrán aquellos estudiantes de Trabajo Social que, desde setiembre de 1974 hasta el año 1977, tuvieron en la Escuela de Servicio Social de la UBA donde cursaban, a un individuo del perfil del abogado Rodolfo Barra como Delegado Interventor (del a su vez Interventor de la Universidad, el fascista Alberto Ottalagano) y en la actualidad cuadro y funcionario relevante del gobierno antinacional de Javier Milei?
Por su dilatado recorrido en funciones y responsabilidades políticas disímiles, pareciera que Barra integraría la llamada “casta política”, tal cual la define altisonantemente el presidente que dice tener conversaciones con su perro muerto y que invoca a extrañas “fuerzas del cielo”, asociadas a un estrambótico mesianismo religioso.
Para concluir, pedimos disculpas reconociendo que el título de esta nota es “mentiroso” y afirmamos enfáticamente que RODOLFO BARRA NO ES NI PODRÍA HABER SIDO TRABAJADOR SOCIAL.
Buenos Aires, 10 de enero de 2024.
*Profesor Consulto de la Facultad de Ciencias Sociales-UBA.
5 Comments
Aportes aclaratorios.
Gracias.
Es totalmente contrario a los intereses de una nación y del pueblo argentino no desea ni quiere que nuestro país sea productivo económicamente socialmente y en conducta cívica crítico y constructiva
Durante la Constituyente del 94 se encargo de dar debate para que se sacara el art 86 que permitía los dos casos aceptados para abortar. Se le llamó la «cláusula Barra’. Esto no estaba en la agenda para su tratamiento pero el lo mismo se puso al frente de ese debate. Gracias a la gran movilización de las mujeres y de haber aceptado el Pacto de San José de Costa Rica no se pudo avanzar en este aspecto. El
Todos fachos igual de hdp
Es muy cierto que, si hay un representante pleno de «la casta», sin duda este individuo lo es plenamente.