Argentina es finalista en Qatar. Quién hubiera dicho… Un mundial conversado como pocos. Fútbol y política unidos en eso que, en un alarde de cultismo, algunos llaman mercado mixto, que es una forma de aludir a lo inescindible.
Por Juan Chaneton*
(para La Tecl@ Eñe)
A las puertas del gran batacazo nacional, Argentina es finalista en Qatar. Quién hubiera dicho… Un mundial conversado como pocos. Fútbol y política unidos en eso que, en un alarde de cultismo, algunos llaman mixti fori, que es una forma de aludir a lo inescindible.
Hemos constatado, al ritmo del vistazo urgente a los reportes procedentes de las playas del Mar Rojo, que en un punto tiene razón Infantino, ese taumaturgo con algo de Alí Babá y sin alfombra voladora, pero que igual vuela cuando de hacer la diferencia justa se trata: para criticar a Qatar hay que tener autoridad moral -sugiere Infantino-; y Occidente está lejos de tenerla, sobre todo, Europa. Pero, además, el mediocre periodismo deportivo de todas las latitudes -incluyendo, en lugar cimero y con sus excelentes excepciones, al insufrible periodismo deportivo argentino- hace y dice lo que sus aptitudes le dictan y, de ese modo, tales profesionales de la información reptan por los senderos trillados, que son los que brindan seguridad a los que sienten aversión por el riesgo.
Y esos caminos trillados visten el indumento de la «denuncia» un poquitín hipócrita: vinieron a descubrir ahora que para construir siete estadios en poco tiempo fue preciso desentenderse de la suerte de 6500 obreros migrantes, es decir, esos desheredados sin patria y sin nadie por los que nadie reclama. También señalan, los denunciadores, al alcohol, a los gays, y a la mujer como objetos con los que se ensaña el oscurantismo. Y así.
Cuando se construyen grandes obras de infraestructura siempre hay muertos. Pero es muerte tabulada. Y, además, los muertos, en el capitalismo, son obreros, no gente normal. Están contabilizados y calculados, los muertos. Por caso, en la presa de El Chocón, en la Argentina, murieron unos cuantos, y uno de los ingenieros de una de las empresas que participó en la construcción, me contó una vez: «Nosotros tenemos una estadística: en este tipo de obras, muere un hombre cada un millón de horas de trabajo. Tres mil personas significan, por día, treinta mil horas… En un mes, trabajando día y noche, eran 700.000 horas. Esto quiere decir que, en obras como éstas, muere un hombre cada mes y medio más o menos». Los jeques, a lo que parece, no inventaron nada que el capitalismo no supiera. (v., de mi autoría, «Dios y el Diablo en la tierra del viento»; 1° ed., Catálogos, Bs. As., 2005, p. 152).
Pero a Hidronor le salía más barato pagar entierros que disponer protección preventiva para los obreros de la UOCRA, a los que «representaba» ¡Rogelio Coria …!, el numen y maestro de Gerardo «605» Martínez.
Pero que se la banquen ahora, los periodistas que se quejan de los modales de estos jeques amantes del deporte. Si cuando debieron hablar, esos periodistas no lo hicieron. ¿O acaso, dijeron esta boca es mía, cuando la FIFA negoció a Qatar como sede? Ese era el momento para oponerse y honrar la profesión. No ahora, cuando la pelota y la vergüenza ya ruedan por el césped y ellos allí, haciendo el desdoroso papel del que nada denso y conceptualmente sustancioso tiene para decir y apela a las banalidades al uso. Diego Maradona tenía razón cuando protestaba de frente contra todo eso que él veía desde adentro.
El caso es que Infantino sale a decir lo que dice huyendo hacia adelante: él no es ningún progresista del espíritu y las costumbres; es, más bien, el que tiene que defender, cuando los delitos insinúan trepar hacia los circuitos mediáticos, la decisión de elegir a Qatar como sede de la versión 2022 del mundial de fútbol. Habla con la prensa, aun cuando de coimero a progresista, haya un trecho difícil de salvar con un picoteo de prensa.
Pero, si de denunciar a Qatar se trata, este país ha cometido atrocidades espantosas silenciadas en su momento por la prensa «seria» de todo el mundo. Este Estado es el operador, en el terreno, de los crímenes que Estados Unidos viene perpetrando en Oriente desde hace, por lo menos, una década, aunque podríamos ir más lejos.
Moniz Bandeira….
Todo ocurrió como ocurrió antes de que Qatar fuera elegida como sede. Y ocurrió así debido a que la geoestrategia estadounidense es un gran artificio organizado para apoyar y reproducir la injerencia y el hegemonismo en el mundo. A pesar de lo frontalmente reñidos que están esos propósitos con la democracia y los derechos humanos, a pesar de lo brutal de sus procedimientos y a pesar de lo irracional y extravagante que resulta su mantenimiento, tal política agresiva y violenta dura ya demasiado tiempo y sobrevive a crisis recurrentes.
Así, si algo fue fruto de un «arreglo», eso fue este mundial de Qatar. Y en el mismo lodo se revolcaron Sarkozy, el entonces presidente de Francia y Michel Platini, un hombre del fútbol y, si cuadra, de algo más. Hoy, ambos se hallan perseguidos por el «prosecutor» francés de turno. En el mismo lodo, decimos, que el lodo que le permitió al árabe, a otro árabe, hacerse con la propiedad del PSG, equipo en el que juega Lionel Messi. Todo ha sido, al parecer, parte del mismo delito. Billetera mata moral.
Pero peor que el delito es el crimen, que también es delito. Y el crimen es, como acabamos de decir, eso que Qatar hace en Oriente como franquicia de Washington.
Qatar ganó su postulación por 14 votos contra ocho a favor de Estados Unidos. Pero se trataba, entonces, de una competencia entre impresentables. Pues si hubiera ganado Estados Unidos, ¿estarían haciendo, los periodistas, y los que no lo son, el mismo escándalo que están haciendo ahora? ¿Se bajarían de semejante mundial porque Guantánamo está abierta; porque Estados Unidos organiza y financia el terrorismo contra todo gobierno que no se le someta? ¿Porque asesina con miras telescópicas a dirigentes políticos de otros países? ¿Porque tuvieron el papel central en la tragedia del derrocamiento de Evo Morales en Bolivia? ¿Porque el Departamento de Estado está implicado en el derrocamiento de Pedro Castillo en Perú?
Y sobre la conciencia de Barack Obama, el «premio Nobel de la Paz», no pesa nada pues su evidente anomia ética aligera y aliviana el peso de mochilas inexhibibles; de lo contrario, deberían pesarle los crímenes aberrantes de Libia y de Siria. Allí, en ambos lugares, Qatar y Arabia Saudita hicieron el trabajo sucio que el premio Nobel negoció con ellos; trabajo sucio realizado por cuenta de Washington y de la entente EE.UU.-Reino Unido. Habría que avisarle al bueno de Harry Kane para que se abstenga de asistir al próximo mundial si éste se realiza en Estados Unidos o bajo el reinado de Carlos III, el protector del Commonwealth, y para que ponga rodilla en tierra en favor de los derechos humanos violados de manera miserable y ruin por una Inglaterra que sólo puede lucir impoluta ante la ignorancia desinformada de Kane y amigos que, contra Irán, no están nada desinformados, eso creen, y pretendieron sacar chapa de humanistas. Los grandes violadores de los derechos humanos en el mundo no son ninguno de los señalados así por las necesidades geoestratégicas de los Estados Unidos. Los grandes violadores de los derechos humanos han sido y son, en occidente, Estados Unidos, Inglaterra y Europa. No hay que callar ante las atrocidades en la materia que ocurren en el oriente árabe o persa. Pero también es repugnante la selectividad y la obsecuencia o la cobardía frente al poder dicatorial global.
Qatar viola los derechos humanos y Estados Unidos no. No es la conclusión de ningún silogismo sino, sólo, la mentira que consagran con su actividad profesional periodistas occidentales, progresistas y de los otros, a quienes no les dan los atributos orgánicos para decir lo que hay que decir y para denunciar lo que hay que denunciar. Por ejemplo, no habría que decir la estupidez de que «las leyes» y los «códigos culturales» de Qatar no deben ser violentados por nadie, con el argumento de que a nosotros tampoco nos gustaría que alguien venga de afuera a decirnos cómo debemos vivir. Eso es lo mismo que hallar meritorio que en Qatar los derechos humanos se violen de frente y sin hipocresía alguna. ¿Deberíamos celebrar que las leyes de Qatar no sancionen que a un homosexual se lo someta a lapidación o se lo encarcele por quince años? ¿Deberíamos callar? La FIFA no debería haber aceptado óbolos confusos para organizar el mundial en Qatar porque Qatar no califica para los estándares humanitarios civilizados. Pero… billetera mata todo.
Homenaje a Grant Wahl. Ese periodista deportivo y campeón de los derechos LGBTQ, que no respetó lo que, a todas luces, no hay que respetar, esto es, las leyes que reprimen la homosexualidad en Qatar. Él se vistió con los colores del arco iris el 21 de noviembre para el partido de EE.UU. con Gales… y se la juraron. Ahora está muerto. Nadie tiene que respetar las hogueras con que los cristianos queman a otros seres humanos, supo Giordano Bruno, y más de un imbécil de época le dijo al filósofo que «los códigos culturales» y «las leyes del país» debían ser respetados.
Los derechos humanos son universales cuando sirven para perseguir a desafectos geoestratégicos, pero no cuando los viola una fraudulenta sede de la FIFA, parecería ser la conclusión de un forzado silogismo.
África, por su parte, fue estigmatizada de febril y violenta por sus mismos esclavizadores, entre los cuales, Portugal hizo punta. Ahora, los condenados de la tierra, se rebelan no en la política sino en el deporte. Marruecos los echó del mundial, venganza de pobres, de los que esgrimen razones que suenan como campanas de palo. Pero que África los haya echado no deja de tener un retintín simbólico y vindicador.
Y aclaremos, dijo Lemos. El pueblo marroquí aspira a vivir en paz y buena vecindad con los habitantes del Sahara occidental. El pueblo saharahui y -sobre todo- los futbolistas de Marruecos, nada tienen que ver con el corrupto gobierno de Marruecos que juega en la región la baza de la Casa Blanca amancebado con un lacayo de pura estirpe felipista llamado Pedro Sánchez.
Del Cinema Novo – nos dijo una vez Glauber Rocha- debería aprenderse que una estética de la violencia, antes que primitiva, es revolucionaria. Sólo cuando es confrontado con la violencia del oprimido, el colonizador comprende, a través del horror, la potencia de la cultura que explota: fue necesario un primer policía muerto para que los franceses percibieran a los argelinos…
Y hoy están que bufan, los entenados de aquellos viejos colonialistas denunciados por el arte y la literatura. Y le echan la culpa a un argentino que arbitraba ese partido por decisión de una FIFA (esto no lo dicen) que vendió a Qatar la sede del torneo… y qué se puede esperar, entonces, de las decisiones acerca de los arbitrajes. Argentina está en carrera y tiene interés, por eso, en quiénes se clasifican para jugar las semifinales. No le da lo mismo dirimir, en las semifinales, contra Portugal que contra Marruecos. Esto lo sabe Infantino, pero su anomia ética lo lleva a ignorar que era inadmisible e inaceptable elegir a un argentino, a un inglés o a un francés para dirigir Marruecos-Portugal. Aunque Portugal perdió en la cancha porque Marruecos jugó mejor, y si los magrebinos hubieran perdido, el árbitro no por eso hubiera mutado de villano rioplatense a náyade del manantial divino en el paraíso terrenal.
Palos porque bogas y palos porque no lo haces. Ayer lo criticaban duro porque no se parecía a Maradona; hoy, porque se empezó a parecer a Maradona. Periodismo de cuarta, eso es. La Nación. La prensa y la patria. La prensa y la soja. Así nos va.
Pero, si bien se mira, lo que les empezó a molestar a ellos, a los dueños de la organización y al coro periodístico que la legitima con su silencio o con sus graznidos -según haga falta lo uno o lo otro- no es tanto los nuevos modales que exhibe Messi sino el fondo del asunto, y el fondo del asunto es que Messi mandó al frente a la FIFA con Infantino incluido. Denunció, queriéndolo o sin quererlo, que los jugadores no pueden decir lo que piensan y que, si lo hacen, la FIFA los sanciona. No se puede hablar del arbitraje, por ejemplo, dijo Messi. Nunca será, este rosarino honesto en lo personal y fiel a su conciencia -según afrman los que bien lo conocen- y maravilloso en lo deportivo -según dicen los que aman el fútbol- nunca será, decimos, un heresiarca, pero ya es un hereje, un testigo, etimología común ahí, entre «hereje» y «testigo», han dicho ya los filólogos: ambos son, en el nietzscheano herkunft (origen) del lenguaje, los que toman con la mano. Y al acto de tomar con la mano, necesariamente lo precede la deliberación reflexiva y libre, a la que sigue la decisión de tomar con la mano o no hacerlo. El hereje nunca espera que le digan lo que tiene que hacer o que decir. Lo hace y lo dice por libre decisión de su voluntad. Toma con la mano. Pero esto implica un problema, tanto para el hereje como para la organización a la que el hereje pertenece. La teoría, tarde o temprano, termina incidiendo sobre la práctica. Esto era lo que sabían muy bien los inquisidores del siglo XVI europeo. Por eso fulminaban de inaceptable e irrecibible toda opinión diferente a la ortodoxia de la organización. Aquí aparece el problema para el hereje. La organización y sus coreutas a sueldo, lo condenarán. El problema para la FIFA es el mismo que afrontaba la Inquisición: la teoría tiende a modificar la práctica y, por ello, si los que declaran urbi et orbi no están cuidadosamente disciplinados, se convierten en un dolor de cabeza para los que administran la organización. Hay una derecha periodística que, como toda derecha, odia todo lo que huele a pueblo y a transpiración. Pero sería simplista y banal considerar que esa es la razón por la cual esa derecha acaba de agredir a Messi. La razón es la otra, la que acabamos de describir como conflicto potencial entre el jugador que declara y la organización a la que pertenece ese jugador. Y nadie le puede pedir a Messi que se degrade a sí mismo en nombre de la FIFA; pero sí podrían los periodistas pedirle a la FIFA que adecente un poco sus procederes en nombre de las verdades que dice Messi.
El fútbol no sólo es un negocio. No es cualquier negocio. Es uno muy rentable, que mueve fortunas inmensas y poder y prestigio a raudales. Por eso, es un negocio controlado hasta en sus mínimas expresiones. Nadie puede salirse del libreto sin comprometer el éxito del negocio y sin poner en el terreno de las posibilidades concretas turbulencias en el negocio. Por eso, los jugadores son gladiadores romanos privados de derechos vinculados a la democracia, a los derechos individuales, a la libertad de expresión y al vínculo que existe entre los derechos del ciudadano y los del sujeto individual que habita en su privacidad. El dinero, que fluye en modo espectacular hacia las cuentas bancarias de estos gladiadores, tapa todo y es balsámico a la hora de curar. Pero si aún así, alguno se desmadra y opta por la heterodoxia, todo entra en fase crítica. Deberá cuidarse mucho Messi, pues los que llegan a la cumbre de la FIFA no se andan con chiquitas. A Maradona le pusieron una enfermera. El domingo, si les jours de gloire sont arrive pero no para Francia sino para Argentina, todo puede pasar. Y los monopolios mediáticos que sirven a la FIFA, saben cómo destruir reputaciones, trabajan para eso, en realidad. Y ya que a chiquitas mentamos, también el Chiqui argentino, ese de apelativo Tapia al que el hijo de Massa llama «cheque» Tapia en las redes sociales, no va a apoyar a ningún díscolo que venga a arruinar la sana armonía deportiva sino que, más bien, hará rancho común con el ex pelirrojo que no sabía hablar alemán y por eso -así la contó- lo gastaban mal sus compañeros de colegio suizo.
Messi no dudó esta vez, y mandó al frente a la FIFA. La mandó al frente con infantino y todo. Dijo la verdad, pero la verdad, ya se sabe desde la época de la inquisición, no es lo que la organización valora; lo que la organización valora y exige, es la disciplina y el acatamiento. Y Messi se desacató. Lo acaba de decir Valdano refiriéndose a Mbappé: éste -dijo el ex mundial México ’86- debería aprender que a veces no es conveniente decir toda la verdad.
Y así, el diario que hizo línea editorial del silenciamiento de los crímenes de Videla, ya empezó a serruchar a Messi. Dijo que el hombre “vulgar” se sobrepuso al gran futbolista y ello porque la imagen del topo gigio que Leo le dedicó al Ñato Van Gaal les sirvió de pretexto a los perdularios que escriben en esa tribuna oscura. Cuando un adulto mata adolescentes o habla mucho es porque tiene miedo. Lo primero lo hicieron los camaradas militares del diario La Nación a partir de 1976; lo segundo, lo hizo Van Gaal, que empezó a hablar diez días antes del partido con la Argentina. Tenía mucho miedo de Messi y de la selección albiceleste y empezar a parlotear insensateces acerca del mundial de 2014 le servía, a lo que parece, para exorcizar fantasmas que, finalmente, se lo comieron.
Topo Gigio a un holandés y «bobo» a otro son vulgaridades inadmisibles y mucho más graves que llamar «yegua» a una presidenta sin que al diario que promueve la Argentina pastoril le haya molestado ni un poquito. Y así, La Nación todavía pretende que se acepte que es un diario que está a favor de la república, de la democracia, de los derechos humanos y de la calidad estética.
Conversado este mundial, como ninguno antes. Otros desacatados han sido los súbditos del rey en el marco del commenwealth, de la salud común. Los capitanes de los equipos, entre ellos el inglés Harry Kane y el galés Gareth Bale, tenían previsto llevar el brazalete arcoiris durante los partidos, con el propósito de promover la diversidad, la inclusión y los derechos sociales del colectivo LGBTI+ (Lesbiana, Gay, Bisexual, Transgénero e Intersexo). Los jeques ardieron de bronca en línea con la asociación ilícita que organiza el acontecimiento deportivo. Y ahí salió, entonces, Infantino, a poner las cosas en su lugar en nombre de la moral y las buenas costumbres. Desopilante por donde se lo mire. Que Infantino corra a alguien con el cotillón de la ética es para reír o llorar, según se mire.
Todo heresiarca es hereje, pero no todo hereje es heresiarca. Ello así, por cuanto éste último funda, es iniciador y fundador de una nueva religión que tendrá, en el futuro, prosélitos, que serán los nuevos herejes. Ojalá Messi haya puesto la primera piedra para fundar una nueva religión deportiva; pues hereje ya lo ha sido.
One Love ya es consigna de libertad… Puto, pobre, negro, judío o japonés… todo le viene bien al capitalismo para construir su ideología. La discriminación y la violencia contra el desposeído, contra el trabajo asalariado que genera plusvalor, se entrenan contra aquellas minorías para estar en forma. Una cultura violenta y elitista, labra el surco social para que la violencia básica con que se roba el producto producido por el músculo, el cerebro y el trabajo de otro, se naturalice como cultura y, así, aquel producto pueda ser apropiado por un otro que se llama burgués. Es éste el vínculo entre salario, precio y ganancia.
Los qataríes, en todo caso, han confirmado lo que ya sabían. Que a un occidental se le muestra una valija con dólares y entrega hasta a su hija menor. Coimear lo que haga falta, designios satánicos… aunque nada diga el Corán sobre estos detalles. La FIFA o el Parlamento Europeo. Al que haga falta. Y también a la central sindical internacional, para que no vea el trabajo esclavo y los muertos. En los honorables hemiciclos del Parlamento continental se proclaman al mundo los principios filosóficos y políticos sobre los que Europa reposa su honra y su ejemplo. Las máximas autoridades de ese Parlamento también fueron coimeadas, y de buen grado, por jeques y sultanes. A esta Europa cuesta respetarla, aunque se lo intente.
Todo en su lugar, así. Y hasta puede ser Argentina el próximo campeón mundial de fútbol. Ojalá. El obelisco nos espera. El canal de deportes 630 zocaleó, el 11/12/ 22 por la noche: “A dos pasos de la gloria eterna”, ni más ni menos. Era una afirmación para referirse, más bien, a la derrota nazi en Stalingrado; o al cruce de un ejército a través de una cordillera nevada en el siglo XVIII para luego llevar a ese mismo ejército, a través del mar, diez mil kilómetros más allá, sembrando ambos derroteros de victorias militares. Mejor que Napoleón, qué duda cabe… Pero a unos entusiastas locales les pareció que el ditirambo cuadraba para un campeonato de fútbol. Una muestra cabal de cómo se puede usar las palabras a la bartola cuando no se tiene ningún respeto por el lenguaje, el que, por lo demás, constituye, para periodistas como esos, un espacio abstruso y difícil, casi incognoscible; y lo grave no es eso sino que quieran ser parte del negocio que arruina al deporte y que nunca admitan que esa es su realidad y su función.
Buenos Aires, 16 de diciembre de 2022.
*Abogado, periodista y escritor.