La cultura del entretenimiento vacía de sentido, al espectacularizarlo todo, palabras como “blanqueo” o frases como “Dentro de la ley, todo; fuera de la ley, nada”.
Por Martín Kohan*
(para La Tecl@ Eñe)
La cultura del entretenimiento parece haberlo invadido todo o casi todo, de manera que cada vez más, incluso lo grave, incluso lo terrible, suelen presentarse bajo el formato ligero de un show. No es extraño, en este sentido, que entonces, por efecto reactivo podría decirse, algunas cuestiones medulares terminen por aparecer en la sección de entretenimiento de los medios. Es lo que ocurrió por caso hace unos días en el diario Clarín, con la tradicional Claringrilla, esa página en la que el lector no sólo lee sino también escribe, y sólo lee en tanto y en cuanto escribe. Quien haya atinado a combinar con acierto las sílabas del listado ofrecido, habrá dado con lo que la noción de “blanqueo” implica: el traspaso al plano lícito de fondos obtenidos de manera ilícita. Y eso habrá funcionado, en más de un caso, como una especie de recordatorio. Porque la palabra “blanqueo” se estableció en las noticias como una medida gubernamental entre otras, una más entre los lineamientos generales de una política económica determinada, una resolución del poder del Estado y punto. La misma palabra “blanqueo” se vio así en cierta forma blanqueada. Su directa relación con lo ilícito se fue esfumando, diluyendo, escamoteando, disimulando. Y se fue asimismo esfumando, diluyendo, escamoteando, disimulando ese grado de admisión de lo ilícito, o ese grado de complicidad con lo ilícito, que un blanqueo de por sí comporta.
Por supuesto que, si uno lo piensa, lo sabe. Pero así funciona la lógica del entretenimiento: un poco distrayendo, un poco aturdiendo, un poco anestesiando, entorpeciendo paulatinamente el pensar. Hasta que en la Claringrilla (no en una portada o en el suplemento económico, donde el blanqueo se inocenta entre cifras y cuadros estadísticos) emerge un día ese aspecto ostensible, más o menos traspapelado. Y se pone en evidencia, por si hiciera falta, o se pone en evidencia porque hacía falta, que entre las frases que se repiten hasta su vaciamiento total, está ésa de “Dentro de la ley, todo; fuera de la ley, nada”. En los tiempos en los que importaba mucho establecer la diferencia entre una mentira y una verdad, se la habría prontamente señalado como una simple y burda mentira.
Buenos Aires, 11 de marzo de 2025.
*Escritor y docente universitario. Licenciado y doctor en Letras por la Universidad Nacional de Buenos Aires.