Héctor Becerra analiza en esta nota la relación que la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner tiene con los medios de comunicación, una historia plagada de conflictos, luchas, victorias y también derrotas.
Por Héctor O. Becerra*
(para La Tecl@ Eñe)
El sábado 18 de mayo –día de la escarapela- bien temprano, Cristina Kirchner publicó a través de su cuenta de twitter un video de doce minutos que tenía por título: En la Semana de Mayo, reflexiones y decisiones. Sinceramente Cristina.
El video fue el instrumento de comunicación que la ex presidente eligió para anunciar a través de las redes sociales que Alberto Fernández será precandidato a presidente y que ella misma lo acompañará como vice.
Durante el mes anterior, el 23 de abril, visitando a su hija enferma en Cuba Cristina anunció el lanzamiento de su libro Sinceramente. La senadora publicó en twitter la tapa de su texto que ella misma pretendía presentar el 9 de mayo en la 45° Feria del Libro.
Estos dos episodios políticos ponen de relieve que existe una estrategia comunicacional que por otra parte contrasta con la opción utilizada por Alberto Fernández quien ya el sábado por la tarde recibía en su departamento a Nora Veigas y Mario Wainfeld, periodistas de Página/12 para que le realizaran un reportaje.
¿Por qué una política y ex funcionaria de la talla de Cristina decide comunicar a través de las redes sociales renunciando a la posibilidad de hacerlo a través de los medios masivos de comunicación (TV, radio y gráfica)?
La respuesta supone revisar la historia que la senadora tiene con los medios, una historia plagada de conflictos, luchas, victorias y también derrotas. En 2009, siendo presidente de la Nación envió al Congreso de la Nación la Nueva Ley de Medios.
A pesar de haber sido aprobada por las dos cámaras el Grupo Clarín impugnó los artículos de la Ley que obligaban a la empresa a desinvertir. Esta postura maliciosa de la empresa impidió, durante cuatro años, la plena vigencia de la nueva normativa, manteniendo la posesión monopólica de la totalidad de las licencias de los medios de comunicación.
En el escenario político el conflicto tampoco resultaba sencillo. En las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) Cristina es elegida con más del 50% de los votos (casi 10 millones y medio de sufragios) a pesar de la férrea oposición del Grupo Clarín.
El diario Tiempo Argentino realizó una excelente autorregulación periodística para lo cual llevó adelante una investigación donde relevó las tapas del Clarinete entre el 26 de mayo de 2010 y el 16 de agosto de 2011. De 445 tapas, el 78% -es decir- 347 tenían por título principal una noticia negativa y sólo el 7,1% -es decir 32- se referían a noticias con enfoque positivo.
Esta tendencia a la elección de acontecimientos negativos daba por tierra la exigencia deontológica del periodismo acerca de veracidad y objetividad a la hora de informar.
El Grupo Clarín alardeaba ante políticos, funcionarios públicos y extranjeros, empresarios y gremialistas sobre su capacidad de influir sobre los gobiernos de cualquier extracción. Claro, el poder del discurso hegemónico se canaliza de manera dogmática y autorreferencial por más de doscientos medios de comunicación que integran el monopolio mediático.
La capacidad de marcar agenda se podía resumir en una frase tristemente célebre: “Ningún presidente resiste tres tapas de Clarín en contra”. Cristina no sólo había soportado esas tres tapas; sino que había salido victoriosa frente a las trescientas cuarenta y siete previas a su elección.
Luego de haberse impuesto en las PASO, la senadora resolvió comunicar a través de la cadena nacional –que es el conjunto de radios y TV cuando suspenden su programación habitual para transmitir mensajes de los gobernantes- y de las redes sociales específicamente twitter, que permite enviar mensajes de corta longitud con un máximo de 280 caracteres que se muestran en la página del usuario a la cual los interlocutores pueden suscribirse para seguirlos en lo que se comunica.
La entonces presidente decide suspender las conferencias de prensa cuyos interlocutores son necesariamente los periodistas de los diferentes medios ya que ellos sólo podían intermediar y distorsionar lo que ella pretende informar a su pueblo. Esa estrategia de comunicación tomó finalmente el nombre de Presidencia inmediata donde subyace la aspiración de la ex mandataria de llegar a la gente de una manea directa.
Entendemos que la expresidente está suponiendo que los periodistas encarnan los intereses comerciales e ideológicos de las corporaciones mediáticas y ello no necesariamente es así.
En el comienzo del periodismo moderno son los dueños de las imprentas los únicos que gozan de la libertad de prensa. Los empresarios periodistas se convierten en el embrión de lo que será el mercado capitalista moderno regido por la libre iniciativa, la competencia, la oferta y la demanda.
Estas leyes deberían actuar natural y libremente sin necesidad de intervención alguna por parte del Estado. De allí que en 1908 un editor del Wall Street Journal decía: “Un diario es una empresa privada que no debe absolutamente nada a un público que no tiene sobre ella ningún derecho. La empresa no está afectada por ningún interés público, es propiedad exclusiva de su dueño que vende un producto manufacturado por su cuenta y riesgo”.
El primero de los elementos del mecanismo capitalista, según Adam Smith es el interés egoísta que traducido en apetito de lucro, mueve a la iniciativa privada y en el caso de las empresas periodísticas de lo que se trata es de vender información.
El periodista profesional no posee un capital, se trata de un asalariado o cuenta propista que se especializa en conseguir y producir la información. Para él la información periodística es un bien social y no una mercancía, lo que implica que el periodista comparte la responsabilidad por la información transmitida y, por consiguiente, responde no sólo ante los que controlan los medios informativos, sino al fin de cuentas, ante el público en general y sus diversos intereses sociales.
La aspiración de Cristina de llegar a los ciudadanos, receptores de los mensajes de twitter, de una manera clara, transparente, inmediata y uniforme, se alimenta de la ilusión positivista de suponer que al dejar de lado a los periodistas que producían intermediación, distorsión y condicionamientos en los mensajes determinaba que la comunicación estaba asegurada.
A comienzos de 2016 la Nueva Ley de Medios fue modificada por un decreto de Mauricio Macri. El mismo apuntó a morigerar el carácter antimonopólico de la Ley, beneficiando a las principales empresas periodísticas del país. El debate entre los alcances de la libertad de prensa y el derecho a la información sigue vigente; pero los periodistas no deberían ser los chivos expiatorios de esta situación.
Buenos Aires, 1 de junio de 2019
*Psicoanalista y escritor. Su último libro publicado es La maravilla de estar comunicado.
1 Comment
Es la pura verdad, la desinformación es la herramienta politica más perversa y más nociva con las que se generan y se sostienen todas las decisiones antipopulares y antinacionales desde diferentes Estados .
Un abrazo enorme y te felicito por tu deseo esclarecedor.
Federico.