El término Revolución implica un punto exterior desde donde se transformará desde la raíz el orden dominante. En el capitalismo contemporáneo ese punto exterior no tiene lugar. La hipótesis de la Emancipación se ha vuelto una apuesta que ya no se resuelve sólo con una organización política sino con una serie de posiciones en las que el propio sujeto debe estar implicado.
Por Jorge Alemán*
(para La Tecl@ Eñe)
El término Revolución implica un punto exterior desde donde se transformará desde la raíz el orden dominante. Esto exige un comienzo absoluto, una ruptura radical con lo anterior y una definición exacta del mundo posterior que va advenir. La última vez que esto tuvo lugar en occidente implicó la violencia armada. La misma no funcionó de modo eficaz, especialmente después de las revoluciones socialistas históricas los grupos de la «lucha armada», por heroicos que fuesen en sus primeras tentativas, fracasaban, y no sólo por la asimetría con respecto a aquello que se enfrentaban, sino que las armas no cumplían meramente una función instrumental. No eran un útil, los militantes en muchos casos se volvían sujetos de las armas y no al revés. Esto derivaba inevitablemente en una lógica sacrificial. Por lo menos en la perspectiva occidental ya que al yihadismo no le impone barrera alguna el asunto del sacrificio.
En el capitalismo contemporáneo, por distintas razones estructurales en su peculiar composición, ese punto exterior no tiene lugar. Se trata de volverse hacia una nueva problemática, como salir de aquello que en principio carece de exterior. Es precisamente lo que Heidegger designó con el nombre de Metafísica. ¿Qué rendijas o resquicios desde el interior mismo del capitalismo pueden alentar a la hipótesis de la Emancipación? Esto ya no se resuelve sólo con una organización política sino con una serie de posiciones en las que el propio sujeto debe estar implicado. A saber: Las elecciones coyunturales políticas con las que se milita jamás coincidirán con una teoría donde exista una concurrencia plena entre ambos lugares. El sujeto embarcado en una apuesta política no puede decepcionarse ni deprimirse ni pensar en términos de utilidad. La fidelidad a una causa nunca entrega una satisfacción plena. En definitiva, la hipótesis de la Emancipación se ha vuelto una experiencia con la condición irrealizable del deseo y no con la ensoñación narcisista de los ideales del yo.
El nuevo militante no tiene la coherencia como refugio ni la apelación a ecuaciones teóricas que sólo circulan en un medio con el fin de constituir una identidad para los otros. Su único suelo es la insistencia en una justicia poética que sólo emerge en instantes que no se explican de inmediato.
Hace años que mis elecciones políticas no se reflejan de modo directo en mis desarrollos teóricos. Esta tensión, esta división irreductible, no sólo no me parece un déficit. Es la señal más clara que la inmersión en las encrucijadas de nuestra época no da lugar a un trascendentalismo estéril. Tal como lo dijo el pensador, lo importante llega de modo imprevisible pero lo imprevisible tarda mucho en prepararse.
Buenos Aires, 4 de mayo de 2019
*Psicoanalista, escritor y poeta. Su último libro publicado es «Capitalismo. Crimen perfecto o Emancipación».
6 Comments
Una condensación poético-conceptual que define de de modo excelente al capitalismo, a la militancia y a la cusa
Con otros…y especialmente con la diversidad que encarnan hoy el feminismo y los originarios.
El sujeto polìtico- poético que abre a la causa… la lucha! Excelentes tus expresiones Jorge. Gracias!!
El militante no debe decepcionarse ni deprimirse… excelente !!!
Pero creo que si puede pensar en téminos de utilidad, siempre que sea consciente que ella no será plena, precisamente para no decepcionarse ni deprimirse, pero sentirse útil en su milésima porción puede ser un gran estímulo.
¡Muy bueno!!!
Extraordinario texto, de una lucidez majestuosa!