Marx, Freud, Evita: de aciertos, errores y legados… – Por Roque Farrán

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Marx, Freud, Evita: de aciertos, errores y legados… – Por Roque Farrán

Por Roque Farrán*

(para La Tecl@ Eñe)

La vida es aquello que es capaz de error.

Foucault

 

I.

Marx tenía toda la razón objetiva del mundo: la plusvalía extraída del trabajo y no reconocida por el capitalista al obrero, es lo que mueve el mundo. Solo erró en una cosa: el sujeto. Le faltó pensar y formar al sujeto en cuestión; pues no se trata de consciencia de ninguna clase. Hoy seguimos constatando esa falta: quienes leen a Marx y lo promocionan a destajo, todavía no están preparados para nada, mucho menos para producir y sostener un cambio radical del mundo tal como lo conocemos. Allí la filosofía antigua, incluso, lleva la delantera. Por supuesto, la marca de la falta es productiva; el problema son siempre aquellos más papistas que el papa, los que encubren la falta del Padre y joden el asunto (para su beneficio sintomático).

II.

Freud descubrió la razón irreductiblemente subjetiva del malestar en la cultura: el deseo inconsciente. Sin embargo, antes de morir, aún se formulaba esta pregunta: «¿qué quiere una mujer?». Seguía atado al amor al Padre o la realidad psíquica. De allí partió Lacan, para elaborar y matematizar las diferentes posiciones sexuadas respecto al goce. Dejar caer al Padre, su significante vacío, para servirse de él. A decir verdad, por más vueltas que demos en torno a la ciencia moderna y sus exigencias demostrativas, incluyendo al sujeto que por estructura ella forcluye olímpicamente, la cuestión crucial sigue pasando por las lecciones de la ética antigua y por cómo hacer lugar a una verdadera experiencia de sí: un anudamiento conveniente de las pulsiones, en lugar de un encadenamiento deductivo que dé razón de todo sin menguar el sufrimiento. 

III.

Evita dio con la razón política profunda que dignifica la vida de los argentinos: “dónde hay una necesidad, nace un derecho”. De ahí nace también un litigio irreductible para la constitución social (que Marx en cierta forma subestimaba). Quizás solo erró en una cosa: morirse demasiado pronto. Es cierto que con relación a la muerte no podemos hacer nada; apenas, como indica la filosofía antigua, ejercitarnos para su ocurrencia inminente; o bien, como enseña el psicoanálisis, llegar a un arreglo con la pulsión inexorable que tiende a lo inorgánico de la paz perpetua. Por fortuna luego han venido otras a tomar su legado, más allá del Nombre del Padre, singulares-plurales e infinitas: madres, abuelas, hijas, Cristina. Esperemos estén y estemos todes a la altura de esos legados, aprendamos de sus errores, errancias y aciertos…

 

Córdoba, 7 de mayo de 2019

*Investigador Adjunto (CONICET). Miembro del Programa de Estudios en Teoría Política (CIECS-UNC-CONICET)

2 Comments

  1. monica dice:

    Gracias Roque!