La pesadilla económica argentina no es inédita. Es el resultado de décadas de políticas neoliberales que han profundizado la desigualdad, la dependencia y la exclusión. Ante el programa de medidas de ajuste que propone el gobierno de Javier Milei, es imperativo construir una alternativa que priorice a los seres humanos y no al capital.
Por Claudio Altamirano*
(para La Tecl@ Eñe)
El gobierno de ultraderecha, presidido por Javier Milei, a través de su ministro de Economía de la Nación, Luis “Toto” Caputo, anunció un plan de ajuste de 5,2% del PBI –valuado en unos 20.000 millones de dólares–. Esta medida, en consonancia con el programa económico implementado en la dictadura cívico militar por Martínez de Hoz, y en democracia por Domingo Cavallo y Roque Fernández, promete acelerar, aún más, la inflación, profundizar la recesión y aumentar la pobreza.
El modelo neoliberal monetarista ya ha fracasado en el pasado. La historia nos enseña que estas medidas contribuyen a la concentración de la riqueza, siendo el sector financiero y las grandes empresas los principales beneficiarios. La devaluación del peso solo beneficiará a una minoría privilegiada. Las clases populares -las más perjudicadas- junto con las medias, sufrirán las consecuencias de esta política. El poder adquisitivo se reducirá y se degradará la calidad de vida.
El impacto social de la devaluación es devastador. Según el último informe del INDEC, la pobreza afecta al 42,5% de la población, mientras que la indigencia alcanza el 10,5%, lo cual evidencia el deterioro del tejido social, sometido a una presión cada vez mayor debido a la inflación, el desempleo y la precariedad laboral.
En este contexto, la casta política y económica de la extrema derecha, encerrada en su burbuja de indiferencia, dibuja números en una planilla de Excel, ajena al sufrimiento de la mayoría. El distanciamiento y desconexión entre quienes toman decisiones y la realidad que enfrenta la sociedad, es dolorosa y alarmante. Para justificar sus medidas neoliberales, que solo buscan favorecer sus intereses, “la casta” se encubre en el discurso de la «responsabilidad fiscal» y la «confianza de los mercados».
La historia vuelve a repetirse. Se recortarán derechos de las clases populares y medias y se reducirán sus oportunidades, mientras la «casta del poder» disfrutará de sus privilegios y se enriquecerá a costa del empobrecimiento general. La igualdad y la justicia social representan problemas en este modelo político, económico y social, siendo herramientas del colectivismo según la perspectiva de Hayek.
La pesadilla económica argentina no es inédita. Es el resultado de décadas de políticas neoliberales que han profundizado la desigualdad, la dependencia y la exclusión.
Es imperativo construir una alternativa que priorice a los seres humanos y no al capital. Nuestro pueblo merece vivir en una sociedad justa y solidaria, donde los valores éticos y humanos guíen las decisiones políticas y económicas.
En contraposición al proyecto de la extrema derecha, nuestro faro será siempre una sociedad basada en principios de justicia social, solidaridad y compasión que tendrá como destino la promoción de la igualdad, la erradicación de la pobreza, el respeto por la dignidad humana y la protección del medio ambiente.
Las luces se han prendido y el escenario económico deja ver su rostro cruel. No podemos ser meros espectadores de este drama; es momento de ser protagonistas y empezar a crear los cimientos para garantizar una distribución más justa de la riqueza, una mayor soberanía económica y una mayor participación democrática. Si somos capaces de organizarnos y movilizarnos para reclamar nuestros derechos y defender nuestra dignidad, un nuevo amanecer es posible. A no olvidar, la enseñanza de las Madres de Plaza de Mayo que nos enseñaron que: La única lucha que se pierde es la que se abandona. Y no olvidemos que, indefectiblemente, amanece, siempre amanece.
Buenos Aires, 15 de diciembre de 2023.
*Educador, escritor y documentalista argentino.