Yael Noris Ferri realiza un reseña sobre el libro “Reflujo” de Ernesto Espeche, una excelente narrativa, rica en recursos literarios, que busca instalar la pregunta frente a una situación límite que atraviesa el personaje principal.
Por Yael Noris Ferri*
(para La Tecl@ Eñe)
“En lo preciso de esta ausencia
En lo que raya esa palabra
En su divina presencia
Comandante, en su raya
Hay Cadáveres”
Néstor Perlongher
¡Es él! exclamo compenetrada en la acción.
“Reflujo” de Ernesto Espeche (Paradiso Ediciones, 2025) es una excelente narrativa, rica en recursos literarios, intensa y profunda que busca instalar la pregunta frente a una situación límite que atraviesa el personaje principal: ¿Qué vas a hacer ahora vos?
Golpeo tu puerta, lector, podés ser vos el pibe que viene de hacer las compras, sube las escaleras y se encuentra al facho, milico, torturador o como lo quieras llamar, y ¿qué haces? Aquí va el primer indicador de la sinopsis de la novela que, obviamente, como está muy bien escrita, muestra que no es la historia del autor sino la tuya, la mía, la de quienes nos identificamos con el dolor de vivir en un país donde la última dictadura militar nos atravesó.
La novela usa el cuerpo como recurso metafórico, pero no ingenuo, ya que es de público conocimiento que aún hay cuerpos que no aparecen, fosas que no encontramos, ausencias que son muy grandes. El cuerpo del personaje es un cuerpo que tiembla, que fuma, que suda frío, que vomita, que se le sube y se le baja esa bilis asquerosa que nos corroe el estómago, el reflujo. Las páginas escriben a una velocidad cautivante los sucesos narrados. Un grito constante, un aullido incesante, el cuerpo da todas las señales, el cuerpo es la ficha que se juega, es la moneda que está en el aire.
¿Dónde están los cuerpos que no aparecen?
La primera parte de la novela con el título “El fémur de papá”, narrada en la segunda persona del singular, es exquisita. Por momentos parece un monólogo que eriza la piel y nos lleva a estar en la escena. Ernesto nos coloca en ese lugar de quiebre existencial, en la pregunta que no se puede eludir, frente al patético eslogan de moda “fingí demencia y seguí”. Escribe dándonos un revés. La derecha ha vuelto. ¿Es posible que no la podamos detener esta vez?
¿Volvieron?
¿Están cerca?
¿Nunca se fueron?
En los días que leo el tríptico, todas estas preguntas penetran como surcos. Tomo el libro como un amuleto, como una garantía de que esto está escrito. Sí, claro, es una ficción, pero lo aprieto contra mi pecho y leo en el auto donde se calma la adrenalina que la trama me hace surgir.
Sigo…
En “El fémur de papá” he subrayado lo siguiente:
“¿El pañuelo? se supone que lo guardabas en un cajón del armario, de esos que casi nunca se abren y que llegó hasta allí luego de que Amparo te lo regalase al finalizar un acto o una manifestación. ¿O fue un regalo que te hicieron las Madres de Plaza de Mayo, cuando se supo la noticia del hallazgo de los huesos de papá? Como sea, ahora el pañuelo es una mordaza improvisada…
El pañuelo blanco, eso lo sabés, viene con un instructivo no escrito acerca del ejercicio de la buena Memoria. Y al recibirlo lo suscribiste, claro. Organizarse, sí. Recordar. Sí. Exigir, sí. Venganza no, nunca, jamás.”
El pañuelo y el fémur no son restos, son armas para defender la vida. No dejo de pensar en esa página, en la posibilidad que encierra la metáfora… un pañuelo y el fémur de un padre.
Hay un nombre en la ficción, el fachista, el torturador, Andrés Altamira. Nombrarlo es un acto ético, para que en la ficción sepamos quién es. Cuando escribo esto, duele, porque están a veces tan inteligentemente escondidos que no sabemos sus nombres.
“Derecha fest”, les juro que no es una ficción… vergüenza… Mientras lo siento y pienso, camino rumbo a la pueblada.
Vuelvo al libro, quizá esta crónica o ensayo intente plasmar que no se lee pasivamente, que mientras leemos la vida se va haciendo, que las palabras traen y hacen cuerpo.
Qué es eso que vuelve una y otra vez en la novela.
El modo de constatar la memoria con los cuerpos.
La memoria está allí. Paul Ricoeur escribe en “Sí mismo como otro”, cómo nos entendemos a través de las narraciones y cómo esos relatos definen, marcan, nuestra identidad. A veces lo que más duele es cómo lo venimos contando hace años. Ernesto Espeche realiza una apuesta, contar todo de otra manera.
Ernesto Espeche es docente universitario, investigador, periodista y activista por los derechos humanos. Es hijo de militantes desaparecidos en la última dictadura cívico militar. Estudió comunicación social en la Universidad Nacional de Cuyo y se doctoró en la Universidad Nacional de La Plata. Sus producciones se centran en los campos de la memoria, las resistencias políticas, la comunicación y el periodismo. En 2020 publicó la novela “Treinta y nueve metros”, por Paradiso Ediciones.
Viernes,1° de agosto de 2025.
*Psicoanalista en la ciudad de Córdoba. Adherente al C.I.E.C, asociado al Campo Freudiano. Escribe y publica en revistas literarias y de cultura.
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