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Yo Acuso, capítulo catorce del folletín “LA CARRIÓ – Retrato de una Oportunista” – Por Carlos Caramello

En este capítulo se realiza un repaso de algunas de las denuncias contra Cristina Fernández con las que Carrió cimentó su carrera de denuciadora serial, y que en su mayoría terminaron siendo desestimadas.

Por Carlos Caramello*

(para La Tecl@ Eñe)

“La maledicencia es

la hermana tímida

de la calumnia”.

Proverbio Chino

«Tu única función es denunciar, es para lo único que servís». La frase, que puso en serio riesgo la estabilidad de Juntos por el Cambio, la disparó Mauricio Macri, como para confirmar que él es el nuevo elefante en el bazar de vidrios de Murano que es la política. El objeto de tamaño insulto, como se sabe, era La Diva de Quitilipi que, naturalmente, se puso loca y juró que no le iba a hablar nunca más.

Si debiéramos musicalizar la escena nos vendría bien “Sinceramente Tuyo”, el viejo tema de Joan Manuel Serrat, sobre todo en su estribillo cuando dice: Nunca es triste la verdad/Lo que no tiene es remedio”.

Porque a fuerza de ser sinceros, Lilita es una especialista que, de arranque nomás, cimentó su carrera en la denuncia. Lo que ha llevado a la política al complejo mundo de su judicialización y, además, ha desanimado la acción misma de hacer política.

Y lo peor es que, las más de las veces, esas denuncias no han tenido ni pies ni cabeza, se han usado con fines non sanctos, han embarrado situaciones, personas, familias, historias… y todo para nada. O al menos nada constructivo. Y si sólo es para destruir… hummmm.

En este y otros capítulos del libro haremos un repaso de algunas (recordarlas y denunciarlas todas convertiría esto en un volumen difícil de trasladar y mucho más de leer), las más sonadas y, por supuesto, las que siempre terminaron siendo absueltas o, lo que es peor, desestimadas.

Empecemos, entonces, con una persona que ha sido objeto de innumerables acusaciones -ante la Justicia y mediáticas- por parte de Lilita: Cristina Fernández de Kirchner.

Con una bajeza que sólo cabe en la cabeza y en el corazón de los canallas constitutivos, en 2016, Elisa Carrió realizó una denuncia contra Ofelia Wilhelm, madre de Cristina y Fotios Cunturis, ambos miembros de la cooperativa «El Aldabón», a la que se contrataba para realizar un servicio de «finishing» de los envíos de ARBA, es decir el «empaquetado, preparación y repartición de la correspondencia«.

La denuncia de la conductora de la Coalición Cívica decía que se trataba de «la simulación de una relación contractual entre una cooperativa que no opera como tal, el Correo Argentino y la Agencia de Recaudación de la Provincia de Buenos Aires (Arba) con el consecuente desvío de fondos en detrimento del Correo Argentino por al menos 10 años«.

Carrió denunció, además, que «el valor del convenio citado sería de aproximadamente 61 millones de pesos tan solamente en cinco de los diez años de duración del contrato (entre 2011 y 2015), cobrando relevancia que la cooperativa no estaba registrada como prestador oficial de correo y por tanto el Correo Argentino no podía subcontratarla«.

El fiscal Di Lello imputó a la madre de Cristina pero le pidió a Carrió detalles de la investigación realizada por su cuerpo de asesores, y también se dirigió al fiscal Carlos Stornelli para solicitarle que precisara si se encontraba investigando a través de una causa penal o investigación preliminar estos hechos. No había nada. Nada de nada. Ofelia Wilhelm falleció a mediados de abril de 2019 y casi nueve meses más tarde, la justicia resolvió archivar la causa por inexistencia de delito.

«Mi madre se amargó mucho y sufrió mucho, porque no estaba acostumbrada a estas cosas de la política. Hoy sacaron una sentencia diciendo que se archiva la denuncia por inexistencia de delito, no existía delito», dijo Cristina ese día: «Se murió sin saber que la habían acusado de algo que ni siquiera era delito«.

Lamentablemente, la denuncia a repetición y sin mirar, se ha vuelto parte de “esas cosas de la política”.

A través de nuestro remanido uso del flash-back, peguemos un salto en esta película y vayamos a 2012, año en el que Cristina Kirchner recibe la primera denuncia en su contra siendo presidenta. La autora: Elisa Carrió, por supuesto. En un expediente caratulado «Marco del Pont Mercedes y otros sobre defraudación contra la administración pública» constaba una denuncia por “irregularidades en las restricciones a la compra de dólares y el uso de las reservas del Banco Central” presentada ante la jueza María Romilda Servini. El fiscal Carlos Stornelli rápidamente procedió a imputar a la entonces presidenta y al resto de los funcionarios incluidos, entre los que figuraban Ricardo Echegaray y Guillermo Moreno.

Carrió sostenía que restricciones a la compra-venta de dólares, establecidas por las resoluciones de Marcó del Pont y el DNU 298/03 firmado por Cristina Kirchner habían limitado «de manera arbitraria, irrazonable e ilegal el acceso al mercado cambiario«. Y agregaba que se trataba de «una discriminación arbitraria y manifiesta» en perjuicio de los argentinos.

La denuncia fue archivada en 2018 por inexistencia de delito pero, durante seis años (si, leyó bien, seis años de trámites, papeleo, gastos, declaraciones, abogados, costas, etc.), “vermut con papas fritas y good show”.

En 2013, Carrió consiguió juntarles la cabeza a dos de sus denunciados preferidos: Cristina y Ricardo Lorenzetti, a la sazón, presidente de la Corte Suprema de Justicia de entonces. El motivo era que, según la chaqueña, la Corte Suprema había realizado un pacto espurio con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner para aprobar la reforma judicial. El escrito, presentado ante el juez Rodolfo Canicoba Corral, solicita se investiguen los “posibles delitos contra poderes públicos y el orden constitucional, abuso de autoridad y violación de deberes de funcionario público, extorsión y amenaza”. Adjunta una presentación sobre el tema realizada ante la OEA y acusa a la Presidenta y al titular de la Corte de haber “pactado cajas”.

Una pavada tridimensional. Tanto que la mencionada reforma fue finalmente declarada inconstitucional por la propia Corte Suprema. Además de ser rápidamente desestimada por el juez Julián Ercolini. Pero no es un detalle menor que casi simultáneamente, presentó otra denuncia con un objeto procesal ligeramente diferente, se supone que buscando una suerte de fórum shopping que no consiguió porque este segundo intento no recibió impulso de acción de parte del fiscal Eduardo Taiano.

De todas maneras, el objeto subyacente fue cumplido, la noticia apareció en Clarín con el llamativo título: “Reforma Judicial K: Carrió llevó su denuncia de ´Pacto Espurio´ entre Cristina y Lorenzetti a la Justicia”. Si no te condenan los jueces, por lo menos te sanciona el Gran Diario Argentino.

Naturalmente no son las únicas. En su compulsión por denunciar a Cristina trató de vincularla al caso Ciccone (causa armada para escarmentar a Amado Boudou si la hay), la acusó de “liberar la zona para que asesinaran a Nisman” (se supone que para el Comando Venezolano Iraní), por el desplazamiento del juez Luis María Cabral y hasta pidió el juicio político de la Presidenta por no actualizar el impuesto a las ganancias. La mayoría de las causas, desestimadas por inexistencia de delito. Pero, para cerrar el capítulo, una joya del absurdo de esta “denunciadora serial”, como alguna vez la mencionó Cristina sólo para no citarla por su nombre y apellido. 

En 2013, el gobierno decide introducir una modificación en su metodología para medir el índice de precios y esto hace que no se publiquen los números de la pobreza. En abril, un grupo de legisladores liderados por Lilita denuncian a Cristina y a Axel Kicillof por «la desaparición social de los argentinos que viven en la pobreza mediante la no publicación de las estadísticas del Indec«.

“Desaparición”, qué palabrita para nuestra Patria. La verdad es que, una vez más, la cosa pasa por una operación mediática: el Gran Diario Argentino titula: «Presión Opositora: Denunciaron penalmente a Cristina y Kicillof por ocultar la pobreza” y, en el cuerpo de la nota, destacan: “La denuncia -tal como anticipó ayer Clarín-, fue presentada por los dirigentes imputa a la Presidenta, el ministro y funcionarios del Indec, de acuerdo a los artículos 248 y 249 del Código Penal, por falsear, omitir y demorar la publicación de las estadísticas sobre la pobreza”. En ese “tal como anticipó ayer Clarín” se subsume todo lo que esta operación significa: la búsqueda de una condena social; la estigmatización del adversario por medios falaces; la mentira como argumento de campaña. Naturalmente, el juez Casanello la desestimó en julio de 2014 por inexistencia de delito, a instancias del propio fiscal Gerardo Di Masi. Pero ya no importaba.

Hace poco tiempo, Carrió dio un reportaje a un programa de LN+ y, en ese marco, dijo para confirmar que ella es una chica buena: “Ni con los que acusé tengo bronca, ni con los que acusé. Y los vi a todos ir presos”. Quiero hacerle notar, doctora, que tal afirmación es falaz: los que usted denunció no están presos. Es más, alguna es vicepresidenta de la República y otro es gobernador de la Provincia de Buenos Aires, además de que un tercero sigue siendo juez de la Corte Suprema así que también en ESO, que se supone es “para lo único” que sirve, ha fracasado.

Buenos Aires, 12 de noviembre de 2022.

*Licenciado en Letras, escritor, periodista y analista político.

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