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VZL – Por Marcelo Percia

Foto: Eloy Rodríguez Tale/Revista Ruda.

El 4 de enero se cumplió un mes de la muerte de Vicente Zito Lema y Marcelo Percia lo recuerda en esta nota.

Por Marcelo Percia*

(para La Tecl@ Eñe)

Tu muerte nos golpea como una imperdonable tardanza amorosa. Llegamos irremediablemente tarde para decirte (por última vez): te queremos, te necesitamos, te vamos a extrañar.

¿Cuándo comienza una despedida? ¿Cuándo termina una separación? Asumir la inevitabilidad de la muerte, tal vez, no quiera decir entregarse al solo morir ni obsesionarse con la cercanía del final, sino aprender lo despidiente cada día. En el presente de cada delicadeza amorosa.

Plantó doscientos árboles. Le fascinaban las nubes. Y se quedaba viendo arder los leños que él mismo cargaba hasta su casa.

Una vez dijo: “Solo espero una vejez sana y sin apremios económicos, una despedida amorosa y una muerte digna. Mientras tanto cantando a la belleza”.

Y, de pronto, una vida se completa. Cada instante rebosa en la clausura de sí. Nada falta a lo acontecido. Lo incompleto, lo insatisfecho, lo falto, todo eso ya no cuenta. Ningún corte hiere el momento. El momento está blindado.

Dijo en los últimos días: “siento como si decenas de enanos me estuvieran derribando a garrotazos. Y no sé cuánto más podré soportar de pie”.

Quería que los médicos le dijeran si eso significaba estar muriendo.

Una mañana, no pudiendo con tanto dolor, se lo escuchó decir: “este ya no soy yo”.

Y diciendo ese radical desconocimiento supo que se estaba muriendo. Supo la muerte como una ajenidad infinita, como vacío de sí, como escándalo de asistir como testigo a su ausencia.

Hasta cuando pudo, se afirmó en algo que había aprendido de Pichon-Rivière. Ante el abatimiento, la tristeza, el dolor, arremeter con la tarea: el deseo de hacer con otros algo que celebre la vida. Así terminó de escribir La flor del zapallo. Título que le regaló una mujer internada en el manicomio. “Usted, ¿va a volver? Sí, voy a volver. Entonces, cuando vuelva tráigame una flor de zapallo”.

Dos meses antes del último día volvió a versionar su encuentro de despedida con Fijman:

“-Duele estar solo mientras el corazón se apaga…

“-Vaya que duele estar solo, perdido en un desierto que no tiene principio, pero aun así un poeta no puede dejar de escribir. Hay que seguir en la tarea, poner palabras a lo que el alma siente, para que nazca la música”.

Se llegaron a querer mucho.

Vicente prometió a Fijman que lo sacaría de la morgue del hospicio para que no le abran la cabeza como hacían en el manicomio. No quería presentarse en el cielo todavía chorreando sangre.

Fijman prometió a Vicente esperarlo al final del camino. Tal vez para recitar juntos un único verso: “Es muy larga la noche del corazón”.

Buenos Aires, 9 de enero de 2023.

*Psicoanalista, ensayista y Profesor de Psicología de la UBA. Autor de Deliberar las psicosis ( 2004); Alejandra Pizarnik, maestra de (2008): Inconformidad (2010), entre otros.

2 Comments

  1. Elsa Noemi Amigo. dice:

    Gracias por esos recuerdos…volviendo a pensar sus ideas, es mas inolvidable aún. Su increible mix de razonamiento y ternura lo mantienen inolvidable e irreemplazable.

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