Marcelo Brignoni realiza un análisis histórico del proceso revolucionario iniciado en Venezuela por Hugo Chávez que se reafirma tras la victoria de Nicolás Maduro en las elecciones de este 28 de julio.
Por Marcelo Brignoni*
(para La Tecl@ Eñe)
«Me vienen a convidar a arrepentirme
Me vienen a convidar a que no pierda
Me vienen a convidar a indefinirme
Me vienen a convidar a tanta mierda
Yo no sé lo que es el destino
Caminando, fui lo que fui
Allá, Dios, ¿qué será divino?
Yo me muero como viví«.
Silvio Rodríguez
Este domingo 28 de julio Venezuela ha elegido presidente y dado un nuevo respaldo al Chavismo, constituido alrededor del Partido Socialista Unificado de Venezuela y sus aliados, encabezado por Nicolás Maduro Moros, el dirigente sindical de los trabajadores del transporte, reelecto como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. El pueblo venezolano ratificó la continuidad del estado de cosas en el país, iniciado por Hugo Chávez desde que llegara al poder en 1999, dejando atrás un sistema político putrefacto que daba sus últimas bocanadas y que no podría impedir la nueva constitución de Venezuela de 1999 que le dio sostén institucional al nuevo país.
Algo más de 21 millones de venezolanos estaban habilitados para votar y elegir nuevo presidente en su país, con el actual mandatario Nicolás Maduro y el opositor Edmundo González Urrutia que se autoproclamaba favorito.
Además de Maduro y González Urrutia también se postularon Enrique Márquez, Antonio Ecarri, Daniel Ceballos, Luis Eduardo Martínez, Javier Bertucci, Benjamín Rausseo, Claudio Fermín y José Brito.
De aquella Venezuela a esta del presente
El inicio de ese viejo sistema político venezolano colapsado a fines del Siglo XX puede ubicarse allá por el retorno de la democracia en 1958 tras una década de dictadura militar y de la mano de un pacto entre los tres partidos políticos principales de aquel entonces, el democristiano Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI), el socialdemócrata Acción Democrática (AD) y la Unión Republicana Democrática (URD), la que habría de perder importancia en los años siguientes. Estos partidos que habían dominado el breve periodo democrático entre 1945 y 1948 volvían a intentar repartirse el poder formal, en convivencia y sin ningún tipo de conflictividad con la oligarquía venezolana y con los operadores internacionales del petróleo, que asomaban incipientes por entonces.
El resultado fue una democracia encorsetada en el Pacto de Punto Fijo, mediante el cual los tres partidos se comprometían a respetar los resultados de aquellas elecciones, y a formar un Gobierno de Unidad Nacional con un programa común que se repartiera el poder estatal entre las tres fuerzas políticas.
Aquel acuerdo iniciaría el camino de la exclusión y proscripción de muchas organizaciones sociales y políticas como sindicatos y varios partidos de izquierda como el Partido Comunista de Venezuela o el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, que de hecho se opusieron al nuevo régimen durante más de una década y fueron perseguidos por ello.
El pacto consiguió sus objetivos de evitar irritar a la oligarquía y a las potencias extranjeras y mantener así una fachada democrática restringida que incluso se convertiría en un sistema bipartidista ante el ocaso definitivo de la Unión Republicana Democrática que dejaría a COPEI y a la Acción Democrática como partidos dominantes.
El crecimiento de los años sesenta y setenta, liderados por la industria petrolífera y la industrialización por sustitución de importaciones, contribuyeron a alcanzar un nivel de estabilidad política excluyente, aunque sin ninguna política redistributiva o de inclusión social de los sectores más postergados de la sociedad venezolana.
El acuerdo tácito de colaboración, convivencia y alternancia entre un partido de “izquierda socialdemócrata” -AD- y otro de “derecha democristiana” -COPEI- daba la imagen de una “democracia consolidada” al estilo estadounidense.
En la década del ´80, con el precio del barril de petróleo en caída libre se iniciaría la debacle final del “bipartidismo de punto fijo”. El declive del sistema político venezolano se dio a partir de su incapacidad de responder a las necesidades de la población a través de políticas concretas más allá de su discurso ideológico. Dos partidos que adherían a un mismo modelo de país, ya insuficiente para responder a las demandas sociales de la época, caerían en bloque por su incapacidad de diferenciarse entre sí -algo similar a lo ocurrido en Argentina en 2023 pero con un horizonte político ideológico antagónico al venezolano -.
El viejo sistema nacido del Acuerdo de Punto Fijo de 1958 se había centrado alrededor de la estabilidad política y de la intervención del gobierno en la economía en acuerdo con el poder económico para hacer más “transitable” la vida cotidiana de los sectores populares. Ante la disminución de los ingresos, el sector dominante en Venezuela, los “ganadores del modelo petrolero”, decidieron que había que ajustar, y como siempre las víctimas serían los más humildes.
Por si faltaba algo, los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional para capear la insolvencia de aquel entonces y la falta de voluntad política de exigirle más aportes a los más ricos, achicó a casi nada el margen de acción del bipartidismo. La segunda presidencia de AD a cargo de Carlos Andrés Pérez firmó un acuerdo con el FMI para un préstamo de emergencia con condicionalidades vinculadas a la receta universal del organismo: privatizaciones, quita de subsidios a servicios públicos populares, reducción de la inversión social y liberalización de precios anteriormente regulados, de los cuales el más relevante era el del petróleo. La inmediata escalada del precio de las naftas y el transporte causó movilizaciones que derivaron en disturbios y violencia, represión del Gobierno y muertes en lo que hoy conocemos como el Caracazo. Las protestas contra el abandono de la plataforma de campaña de Carlos Andrés Pérez y su cambio de 180 grados con relación a lo prometido, aumentaron su impopularidad, que llegó incluso a que la propia bancada de su partido en el Congreso se convirtiera casi en oposición. En poco tiempo, las expectativas de voto a la AD se habían desplomado. Las elecciones presidenciales de 1993 dejaron a la AD con un resultado desastroso, perdiendo casi treinta puntos y pasando de un 53 por ciento a un 23 por ciento de los votos, aunque el final del punto fijismo que también arrastraría a COPEI ya parecía inexorable.
Mientras que en los setenta y ochenta aparecían “diferencias” entre AD y COPEI ante la mirada del electorado, en estos tiempos la mirada generalizada indicaba que la población había pasado a identificar a ambos partidos con el mismo paquete ideológico y de políticas públicas fracasadas.
El sistema nacido del ´58 estaba basado en clivajes de clase, y había incorporado con relativo éxito a la distribución del ingreso y del poder a representantes de los trabajadores, de los empresarios, de los campesinos y de los profesionales liberales. Eso ya no sucedía y las estrategias de incorporación de intereses de los dos grandes partidos, que habían funcionado durante décadas, dejaron de existir.
El desenlace del colapso es la historia que todos conocemos, que pocos cuentan y que da origen a la República Bolivariana de Venezuela, ya que para 1998 el bipartidismo estaría en caída libre. Ni Acción Democrática ni COPEI presentarían entonces candidatos a la presidencia. La crisis económica continua hizo que el PIB per cápita venezolano llegara a niveles de finales de los 50. A pesar del apoyo de ambos partidos al candidato opositor, Hugo Chávez ganaría de forma abrumadora las elecciones cosechando un 56 por ciento de los votos. Desde entonces, Venezuela nunca volvió a ser aquella.
El inicio del chavismo
Nacido en una familia de maestros en el estado Barinas, Hugo Rafael Chávez Frías se convertiría en oficial del Ejército desde donde fundaría el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200) a principios de la década de 1980. Encarcelado en 1992 por el gobierno de Acción Democrática del presidente Carlos Andrés Pérez y liberado en 1994 por un sobreseimiento otorgado por el presidente Rafael Caldera, fundaría entonces el Movimiento Quinta República al frente del cual sería elegido presidente de Venezuela en las elecciones de 1998.
Fuertemente influido por Simón Bolívar, pero también por Simón Narciso de Jesús Carreño Rodríguez, aquel extraordinario intelectual venezolano de principio del Siglo XIX que proponía que América Latina “inventase su propio sistema político”, Chávez comenzó su gobierno convocando a una Asamblea Constituyente en 1999, donde se redactó la nueva Constitución que cambiaría el nombre oficial del país a República Bolivariana de Venezuela y cambiaria también el destino de millones de Venezolanos y de Latinoamericanos.
Cuando Chávez llegó a la presidencia, un informe público de Human Rights Watch, lejos de ser simpatizantes del chavismo, hablaba de un “poder judicial disfuncional y corrupto” e indicaba que la principal corte administrativa de Venezuela “había establecido precios a cobrar a los imputados de delitos, para resolver sus casos”.
Menos del uno por ciento de la población tenía confianza en el sistema judicial. Como resultado, hubo mucho apoyo para la primera serie de reformas judiciales de 1999, la cual aumentó la independencia e integridad judicial, aun en la mirada de entonces del propio Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Aquellos viejos aportes de Simón Rodríguez sobre política, economía, educación, ética y sociología serian una de las bases de acción de las presidencias de Hugo Chávez. En la obra principal de Rodríguez: SOCIEDADES AMERICANAS publicada en 1828 se puede encontrar el proyecto político-económico y educativo para establecer las Repúblicas Americanas al que Chávez daría nuevo impulso proponiendo la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) institucionalizada en 2010.
Acusado de populista, lo que por estas tierras latinoamericanas suele ser un elogio no deseado por quienes así califican, fue una luz que iluminó la gloriosa primera década de nuestra región junto a Néstor Kirchner, Lula da Silva y muchos otros Presidentes Populares.
Un breve repaso de las elecciones ocurridas entre 1998 y 2013 permite desestimar el falso e impune calificativo de “dictadura chavista”.
Elecciones presidenciales de 1998
Chávez ganó con un 56 por ciento de los votos frente al 40 por ciento de Henrique Salas Romer, su más cercano contendor. Asumió el 2 de febrero de 1999 jurando sobre la «moribunda» Constitución de 1961.
Referendo constituyente de abril de 1999
Alrededor de un 90 por ciento de los votantes apoyaron convocar a una Asamblea Constituyente para redactar una nueva carta magna.
Referendo constituyente de diciembre de 1999
El 72 por ciento de los votantes aprobó la nueva Constitución, lo que inició la llamada «Revolución Bolivariana». La nueva Constitución determinó la unicameralidad del Congreso -hoy Asamblea Nacional-, reorganizó los poderes públicos, aumentó el período presidencial de cinco a seis años, estableció la posibilidad de reelección inmediata por un período, dio derecho al voto a militares activos y cambió el nombre oficial del país a República Bolivariana de Venezuela.
Elecciones presidenciales de 2000
Chávez obtuvo el 60 por ciento de los votos frente al 37,5 por ciento de su principal contendor, Francisco Arias, para el mandato que inició en el 2001. Se convocó también al electorado a legitimar los cargos por elección popular de gobernadores y alcaldes, tras aprobarse la nueva constitución.
Elecciones regionales de 2004
El Chavismo ganó en 22 de los 24 estados y más del 80 por ciento de las alcaldías. La oposición se debilitó, al perder seis de las ocho gobernaciones que controlaba y la gran mayoría de las 220 alcaldías que mantenía desde el 2000.
Referendo sobre permanencia en el poder de 2004
Acusado de organizar un fraude por Estados Unidos y sus fuerzas políticas delegadas en Venezuela en agosto de ese año, el gobierno convocó a un referendo para saber si Chávez debía seguir en el gobierno. El 59 por ciento de los casi 10 millones de votantes decidieron que Chávez debía seguir en el poder en un referéndum activado por la oposición para revocar su mandato.
Comicios legislativos de 2005
Los 165 escaños de la Asamblea fueron ganados por el gobernante Movimiento Quinta República (MVR) -agrupación de la cual nacería el PSUV- o por partidos simpatizantes de Chávez, luego de que la oposición se retirara de la contienda alegando falta de confianza en el sistema electoral.
Elecciones presidenciales de 2006
A principios de diciembre, Hugo Chávez seria reelegido con un 62 por ciento de los sufragios frente al 37 por ciento del candidato opositor Manuel Rosales.
Referendo sobre reforma constitucional de 2007
Chávez sufriría su primera derrota electoral, la que aceptó sin chistar, tras años de aplastantes victorias. Su propuesta para reformar la Constitución y profundizar su proyecto socialista fue rechazada por los votantes aquel año.
Comicios regionales de 2008
Se realizaron a fines de noviembre para elegir 603 cargos entre gobernadores, alcaldes y concejales. Aunque la oposición ganó emblemáticos estados y alcaldías, el oficialista PSUV logró conquistar nuevamente la mayoría de los cargos en juego.
Referendo sobre enmienda constitucional de 2009
A fines del 2008, Chávez propuso un referéndum para eliminar los límites a la reelección de cargos públicos fijados en la Constitución de 1999. La votación se llevó a cabo en febrero del 2009 y el «Sí» ganó con casi el 55 por ciento de los votos.
Elecciones legislativas de 2010
En septiembre fueron elegidos los miembros de la Asamblea Nacional (AN) hasta el 2016. El oficialismo ganó la mayoría de las bancas en disputa. No obstante, la oposición celebró que el voto popular fue muy igualado y que el PSUV no alcanzó los dos tercios de los escaños requeridos para aprobar grandes reformas.
Elecciones presidenciales de 2012
El 7 de octubre Chávez fue reelecto con el 55 por ciento de los votos -cerca de 8 millones y medio de sufragios- en una elección en donde se midió con el opositor Henrique Capriles que logró el 44 por ciento.
Elecciones regionales de 2012
En diciembre el PSUV arrasó con 20 de las 23 gobernaciones en juego, a pesar de la ausencia del presidente Chávez, quien para ese momento convalecía en Cuba de la enfermedad que más tarde lo mataría. El gobernador del central estado Miranda, Henrique Capriles, logró su reelección, la que fue reconocida por el gobierno.
Con la muerte de Hugo Chávez en 2013 sobrevendría una etapa de claroscuros muy difíciles de afrontar para el pueblo venezolano y para los gobiernos del PSUV liderados por Nicolas Maduro.
Sin embargo, ni conspiraciones, ni intentos de Golpes de Estado, ni bloqueos de Estados Unidos y sus países satelitales, ni asesinatos brutales a manos de la guarimba de Leopoldo López y sus secuaces, pudieron torcer el rumbo de la felizmente obcecada y combativa dirigencia popular venezolana, que capeó todos los temporales para llegar a este presente.
En 2013, Nicolás Maduro ganó las elecciones en Venezuela y sucedió a Hugo Chávez al frente del Gobierno con mandato hasta el 2019. Por entonces, la gran ex Presidenta del Consejo Nacional Electoral de Venezuela Tibisay Lucena, anunciaba que con el 99 por ciento de los votos escrutados Maduro lograba 7.505.338 votos, el 51 por ciento de la votación, 234.935 votos más que el candidato de la oposición, Henrique Capriles, que obtenía 7.270.403, un 48 por ciento de los votos. El candidato de la oposición a la Presidencia de Venezuela, Henrique Capriles, no reconoció los resultados y Nicolás Maduro aceptó que se hiciera una auditoría que la oposición nunca quiso convalidar.
Sobrevendrían las guarimbas de la oposición que incluyeron asesinatos y personas quemadas vivas en la vía pública y que, iniciadas el 12 de febrero de 2014 en Caracas, convocadas por los líderes de la oposición al pueblo venezolano Antonio Ledezma, María Corina Machado y Leopoldo López serian justificadas por Estados Unidos y la Unión Europea, tan afines a la hipocresía sobre Derechos Humanos. Tendrían un saldo de 43 fallecidos y más de 500 heridos según un informe de la Fiscalía General de la República.
El gobierno lograría derrotar la conspiración internacional en su contra y así el 20 de mayo de 2018, Nicolás Maduro volvería a ser reelegido como presidente de Venezuela hasta enero del 2025. Maduro obtendría entonces 5.823.728 de votos contra 1.820.552 votos de Henri Falcón, mientras que el candidato Javier Bertucci lograría 925.042 votos y Reinaldo Quijada 34.614.
El mamarracho de la oposición a Venezuela, mal llamada oposición venezolana, que nunca reconoció el triunfo de Maduro en 2013 ni su reelección en 2018 llegaría al colmo de su desatino, al anunciar un “Gobierno Interino”, electo en una plaza con un señor autoproclamado presidente llamado Juan Guaidó, respaldado impunemente por varios países, con Estados Unidos a la cabeza y la Unión Europea como su furgón de cola, lo que representó uno de los mayores papelones del “occidente democrático” del que se tenga memoria. Parte de esa operación incluiría robarle a Venezuela recursos soberanos en EE. UU. y Gran Bretaña entre otras barbaridades contrarias al derecho Internacional del que el G7 tanto se ufana.
Ahora aparece un nuevo desafío, el triunfo de Nicolas Maduro acompaña tiempos de cambio de un nuevo Orden Internacional Multipolar con un Estados Unidos en decadencia que esconde tras bambalinas a su Presidente senil que ni siquiera pudo presentarse a la reelección.
Como suele decir el ex gobernador de Carabobo, actual representante de la Asamblea Nacional ante el Consejo de Estado y compañero de armas de Hugo Chávez, Francisco Ameliach, «vamos a combatir en cualquier terreno a los enemigos de la patria».
Junto al pueblo venezolano lo están haciendo con un alto grado de eficacia.
Buenos Aires, 29 de julio de 2024.
*Analista político.
2 Comments
Muy esclarecedora y cierta, la nota, felicitaciones a su autor, y siguiendo en la misma línea como dijo Maduro, · «El imperialismo no soporta que un obrero este en el poder……..!! Para los europeos los adalid de la democracia que tienen colonias en África y otras regiones y para los yanquis pensados en términos de historia fue hasta ayer que los negros no podían entran en infinidad de lugares solo porque eran negros, como están ávidos de las riquezas de nuestras tierras. America Latina, mas alla de los vende patrias de aca. Todo acción política sino responde a sus intereses es antidemocrático.
Muy buen «racconto» e interpretación del proceso venezolano y su desemboque en este presente. Felicito a Marcelo por este breve pero sustancioso trabajo sobre la patria de Bolívar y su presente donde la lucha sigue. Quienes conocemos el país desde hace muchos años y hemos viajado alli con frecuencia, damos fe de que los complejos procesos que allí ocurren son así . Mario Casalla