Excelente puesta de Rodrigo Rivero y grandes actuaciones con una historia entrañable que podría ser contada por mujeres a la hora de la siesta. Algo del sabor de una tarde de verano en un pueblo, con mate y tortas fritas. Para no perdérsela, en abril, en el Teatro del Pueblo.
Por Liliana Fijtman
(para La Tecl@ Eñe)
Al entrar, en el escenario están sentados, lejos el uno de la otra, el Muni y Lucrecia joven.
Sonríen, entre ellos y a nosotros, que vamos entrando. Nos reciben, desde sus personajes y yo siento que mi respiración va iniciando en mí un clima. Tal vez sea una idea, pero va produciendo calma.
Luego, la historia se va contando en dos tiempos del relato, aunque los personajes permanecen en escena casi todo el tiempo como la expresión viva de que los recuerdos acerca de alguien de alguna forma lo reactualizan, lo reviven.
Al terminar la obra, somos invitados con una rica ensalada de frutas, que alude pero no es, la que va preparando Lucrecia madura durante la representación.
Decido mostrar un poco el detrás de la escena charlando con la mayoría del elenco y su director.
Buscamos un lugarcito detrás de un biombo en el escenario para escucharnos porque todo el público está allí.
Rodrigo Rivero
– Contame cómo surge en vos esta historia. Yo sé que es de Suñé, que vos lo llevas adelante y haces la puesta. Lo debes haber conocido en Córdoba. Ambos son cordobeses…
– Soy cordobés pero conocí a Suñe en persona en el estreno de esta obra.
– Ah mira vos, así que tomaste contacto con la obra antes que con él.
– Exacto, porque yo estaba buscando un material. Leí una obra de él que se llama Cataratas, que me encantó, ganadora de un premio del Instituto Nacional del Teatro. Le escribí por Instagram, no nos conocíamos. Le dije, che, yo quiero hacer esta obra, me dijo mira yo ya la tengo apalabrada y como empezamos a ver que teníamos cosas en común, los dos cordobeses, mi segundo nombre es Sebastián, nuestras abuelas se llaman parecido, entonces le dije, che, en confianza, no tendrás otro material, porque me encanta como escribís, me dice mirá tengo una obra corta, que la presente para un concurso hace unos años, te la paso. Si te gusta, yo me comprometo a extenderla y la obra tenía 15 páginas y ahora tiene 30. Mientras yo iba montando las escenas que ya había, él iba escribiendo y me mandaba y yo probaba en el ensayo y le decía….fue hermoso. Hermoso. Seba es…un genio y ha sido muy, muy generoso. Para conmigo y bueno, eso, tenemos muchas cosas en común y yo soy de un pueblo. Nací en un pueblo, chiquitito que se llama Camilo Aldao, que tiene 4000 habitantes y bueno, los pueblos son así. Yo creo que hoy estamos avanzando en romper un montón de paradigmas, pero nosotros somos una porcioncita del mundo y acá a la vuelta están matando hombres por ser homosexuales. Pienso que la obra es muy necesaria, más en estos momentos complejos a mi entender. Creo que hacer esta obra es una decisión política. Esta obra propone encontrarse con el otro desde un lugar amoroso: la inocencia del personaje de la Primi, su manera de ver el mundo, Lucrecia que es una mujer que ha tomado la decisión de ser fiel a sí misma, eso es lo que ella aprende de su viaje y lo decide a partir de algo trágico que pasa con su hermano, pero todo eso está trabajado desde la comprensión y el amor.
Los dos planos de la obra estaban marcados, pero yo quise mostrar que los recuerdos forman parte de nosotros, que todo conviva al mismo tiempo. Entonces, el pasado y el presente, y a la inversa, hay un “entre” que se construye que me parecía muy interesante para trabajar. Como lo dice la Primi también, algo que es dos cosas al mismo tiempo.
– Qué personaje la Primi….cómo armó Lara Singer esa corporalidad…
– Mirá, en el texto se hablaba que podía ser, un niño o niña el personaje o alguien con una discapacidad intelectual o retraso madurativo, entonces yo la llamo a Lari porque ya había algo de su fisicalidad que me resultaba interesante, entonces hablamos. Le dije mirá, yo quiero que vayamos por acá. Empezamos a ver videos, yo le empecé a mandar videos, ella me decía bueno y acá también hay algo. Hablamos con psicólogas, entonces nos nutrieron de un montón de información, porque todo está hecho con mucho respeto, con mucha verdad y bueno, en los ensayos empezamos a jugar y después, ella es una actriz muy entregada, tiene un talento interminable y después fue un trabajo artesanal, un poquito más de esto o menos de aquello, hasta encontrarle la medida. Todas las semanas, bueno, yo soy un director medio obsesivo, pero yo todas las semanas les mando devolución de la función que hacemos, entonces estoy en el detalle, intento al menos estarlo, ellos me odian un poco (risas), pero hay algo del cuidado que a mí me interesa y es que la obra se cuente de determinada manera. Nosotros ensayamos cinco meses.
– Un montón
– Si, un montón.
– ¿Y das clases?
– Doy clases, tengo mi propio espacio, que se llama satélites naturales, en el teatro no avestruz de Palermo y también soy profesor de teatro musical.
– Claro, vos sos del palo de Pepe Cibrián y Mahler
– Sí, como Suñé, si, estuvo con Pepe, apenas vino. Sí eso también lo tenemos en común. Hice como actor varias obras con Pepe Cibrian. Soy profesor de actuación, hice la carrera en Córdoba antes de venirme. Esta obra es mi tesis de la Licenciatura en Dirección de la UNA. Así que bueno, de todo un poco. Me encanta seguir estudiando y compartir todo lo que fui aprendiendo.
– Me dan ganas de tomar clases de teatro con vos.
Y el teatro es muy necesario…yo creo que el mundo sería un lugar mejor si todo el mundo hiciera teatro.
– Es un lugar ideal para ponerse en la piel del otro
– Es un gran ejercicio de empatía, de no juzgar.
– Claro, porque a veces te pasa que haces un personaje y decís, ay….
– Si, porque el primer lugar que tenemos ya medio instaurado es el del prejuicio. Lees algo y decís…pero como esta cosa…como hizo esto. Mejor hacer como un lienzo en blanco y decir, a ver, por qué esta persona toma estas decisiones, ¿no? porque digo, actuar es un gran acto de fe y digo, para poder generar la verdad y entonces, es necesario partir desde un lugar donde no haya perjuicio, ¿no? donde todos podemos ser todo.
Lourdes Varela
– Noté la empatía y las miradas en el tiempo antes de empezar la obra, sé que antes de empezar uno se pone nervioso. Se acompañaban desde lejos entre Uds.
– Bueno, tuvimos mucha suerte porque además de generarse un gran equipo actoral y de trabajo se generó al mismo tiempo un gran equipo humano, esto puede pasar o no. Yo creo que fue importante para lo que después sucede a lo largo de la obra.
A mí en particular me sucedió que por diferentes motivos conocía a varios integrantes del elenco de antes. A Eloy lo conocí en el primer taller de teatro que hice a los 16 años en timbre 4 con Soledad Southier y Daniela Pal. Así que fue muy loco encontrarnos acá y de todas maneras fue una confianza que se fue construyendo con el tiempo, con los ensayos y lo que hacemos en ese momento es darle la bienvenida a la gente, porque estamos en escena y recibirlos no desde nosotros actores sino desde los personajes que están felices de saber que tanta gente viene a escuchar nuestra historia.
– El tema del sida en estos tiempos es una enfermedad crónica…
– Bueno, por suerte casi nadie muere de sida en estos tiempos, un poco lo que hace la obra es homenajear a todas esas personas que murieron y tal vez tampoco estuvieron bien cuidadas como en el caso de Muni por toda la discriminación que antes había y que sigue existiendo, así que la obra recuerda a todas esas personas que sufrieron estando o no acompañadas. A veces por sus padres o por amigos que construyen familias que nos hacemos en el camino, también.
– Una obra que habla de la aceptación.
– Si, el personaje de la Primi también lo plasma.
– ¿Qué más te gustó de tu personaje?
– Fue un desafío muy grande y hermoso para mí y también tener que atravesar una emocionalidad que tiene un arco a lo largo de la historia. Eso como actriz es algo que me resultó lo más interesante de investigar, de indagar. De estar en lugares vulnerables pero a la vez no es una obra que tenga un mensaje desesperanzador a pesar de que es triste y eso es lo que me gusta de mi personaje y es que si bien atraviesa un momento muy duro, además Lucrecia joven que es la que está viviendo la pérdida de su hermano, también poder salir adelante de ésta. También en los dos tiempos del relato un desafío fue parecernos entre las dos, la Lucrecia joven y la madura.
Lalo Moro
– Sos desopilante Lalo. Te miraba con esos almohadones, como te movías… Es muy querible tu personaje, había tanto miedo con el sida, de contagiarse, y tu personaje está ahí.
– Si, hubo que encontrar el tono al personaje, que tiene un cambio en la obra. Es decir, toda la primera parte es como hinchapelotas, juguetón, malito. Eso de la ironía y de gastar al otro y después en la segunda escena se ve que sigue siendo él pero con todo lo que está pasando, ¿no? y bueno ahí fue un poco el desafío de entrar en ese lugar, de vulnerabilidad pero sin que pierda, quien es. Este giro apareció en los ensayos, por donde me fue guiando Rodri y un poco en la propuesta que llevé yo, que siempre me interesa sacarle el jugo a un personaje, que no sea como al pasar.
– Cómo entrás al elenco.
– Por una publicación en redes sociales, una búsqueda que estaba haciendo Rodri y justo reunía todos los requisitos, que tenga algún recorrido con personajes femeninos, que tenga tal rango de edad, que tenga horario disponible para ensayar, en Capital…yo dije: yo…yo… (risas) entro y charlamos, tuvimos una reunión por zoom y después nos conocimos personalmente con los actores y con Rodri y la verdad es que nos entendimos muy rápido. Fuimos trabajando semana a semana por objetivos.
La obra creció mucho, de 15 páginas a 30…
Como en Shakespeare Apasionado, que él va escribiendo la obra a medida que van pasando cosas…fue muy divertido.
Eloy Rossen
– Tu personaje es complejo, me hiciste acordar de Filadelfia.
– Sí, sí, ahí, algo de eso, hice un acopio de material, vi películas, Rodrigo me pasó muchas cosas, pero algo también como entrarle al ritmo de esas cosas, de esa tragedia, de ese momento, también mucha lectura
– Vos sos muy pibe, no viviste nada de eso…cuantos años tenés.
– No cero, cero, si, 22.
– Claro, porque del sida se empieza a hablar en el 82, no se conocía nada, no había tratamiento, era como después fue el covid, que no había nada para hacer, entonces era la desesperación.
– Si, a mí me pasa como con el llamado, donde no hay espacio ni para la angustia, sólo hay lugar para el no comprender, lo que no tiene sentido, que pasó, evocar algo de eso es como consecuente con lo que pasó, como que estaba pasando algo fuera de lo normal. Fueron esos materiales, libros. Leí mucho sobre Moura, de Virus, sobre Freddy Mercury, las películas que hizo, la música. Hay todo un bagaje musical, porque eso tiene de lindo la obra, como que tiene muchas referencias. Hay también un documental sobre Jáureguy. Ahí empezó a aparecer un universo y también el texto que era muy permeable, como que seguir el texto ya te iba guiando los pasos. No y también la dirección de Rodrigo para mí es increíble porque te hace estar, todo el tiempo ahí, no…más allá de que no tengas el texto, como que estás ahí presente, escuchando …como que hay algo de la puesta que está bueno también, eso de estar todos en escena. Se abre con muchas aristas, hay gente que se acerca y me dice a mí me hizo acordar de mi hermana
Viviana Suraniti
Hay una sola silla, ella me dice sentate. No, sentate vos, le digo, estás acalorada.
– Pero me da pena verla parada. Nooo, yo estuve todo el tiempo sentada mirando la obra. Vos debes estar agotada (risas). Si, vengo de dar clases.
– Dónde das clases
– Estoy en Medrano y Corrientes en una escuela que se llama “la fusión” y preparo en mi casa, chicos y chicas para entrar en la UNA y en la EMAD. Estoy contenta porque este año entraron muchos de los que preparé.
– Muy lindo personaje el tuyo.
– Un personaje que aprende y cambia desde un lugar de la sencillez y la comprensión…hay algo de la lectura también, porque su hermano le daba cosas para leer, yo la imagino así, porque algo le iba abriendo la cabeza. Tiene una mirada sensible y sabia, como una maestra. Hay algo educacional en Lucrecia. La manera de escuchar a la Primi. Hay también algo del transmitir que somos iguales en la diferencia, ¿no?…porque todos somos diferentes y eso nos iguala. Cuando estábamos en los ensayos, yo lo primero que le dije a Rodrigo es, esta no es una peluquera común, de barrio. Es más una artista, tiene algo del arte. Y es más por el hermano…ella hubiera hecho otra cosa, por ahí, más como el homenaje al hermano…es como si el hermano de alguna manera se le hubiera metido adentro del alma.
Toda esa pérdida, ese dolor la hizo crecer. Lo capitaliza bien.
Viste que ella dice: cuando yo estoy cortando y peinando, él está ahí al lado mío y me va diciendo lo que tengo que hacer.
Nos despedimos, tienen que limpiar el escenario y dejar todo listo para el día siguiente y además es muy tarde. Lo último con lo que tropieza mi mirada es la tapa de una revista Siete Días de esa época. La foto, Carlos Jáuregui y Raúl, su pareja. El título: El riesgo de ser homosexual en la Argentina.
Una vida en otra parte/Teatro del Pueblo. Lavalle 3636/Viernes a las 22.30 has//Liliana Fijtman.