Hugo Muleiro sostiene que el episodio televisivo en el que se informó el deceso de William Shakespeare como un hecho reciente, pone en evidencia la situación crítica de la comunicación por los medios en la Argentina. A su entender, el error es equiparable a títulos, opiniones y expresiones igual o aún más brutales, publicadas en diarios y revistas, que presumen de más conocimiento e ilustración.
Por Hugo Muleiro*
(para La Tecl@ Eñe)
La escena reciente de una animadora televisiva que trajo al presente a William Shakespeare sirvió para revivir un viejo esquema dentro de la industria de los medios de comunicación, en el que la TV hace honor una vez más al estigma de “caja boba”, mientras los medios gráficos se confirman a sí mismos como más pensantes, más formados, más “cultos”, dotados de unos estándares que impiden, en teoría, esa clase de estropicio.
Sin desdeñar los rastros significativos que en diarios y revistas ayudaron a constituir esa categorización, y sin ignorar que en el presente algunos espacios, por cierto cada vez más raleados, parecen confirmarla, una mirada al conjunto del sistema mediático permite ver fronteras desdibujadas y una uniformidad de hábitos, formas de expresión y, cómo no, mojones frecuentes de brutalidad presentes en televisión, radios, diarios, revistas y portales de cualquier dimensión.
El borrado de los límites se explica en gran parte en los intereses cruzados entre medios y en el fenómeno de concentración que choca con los estándares de la democracia, y pone a empresas de un mismo grupo, y a las que comparten objetivos políticos, con o sin negocios comunes, a propalar discursos unificados.
Sin embargo, el desdichado desempeño de la animadora anti shakespereana no habilitó una discusión consistente y abrió un espacio solo a unas pocas consideraciones de profundidad: fue usado en especial por algunos diarios para confirmarse en su presunta ilustración, sólo mediante el trámite de exponer el episodio, que además está muy lejos de ser aislado o excepcional.
Porque no fue menor el caso de otra animadora que, en su afán de buscar motivos para su prédica antiperonista, preguntó al aire por el nombre del “intendente de Villa Lugano”, lista para ametrallar con un discurso que de paso encubriera las responsabilidades – en ese y otros barrios – del alcalde de Buenos Aires. Es que Horacio Rodríguez Larreta, con invisibles pases mágicos, se las arregla para ser bien tratado no sólo por los medios que son sus aliados directos sino por otros que, en teoría, podrían tomar un poco de distancia con su gestión y publicar, aunque fuere de tanto en tanto, alguna investigación que lo ponga incómodo.
¿Merece más indignación un acto de comunicación atribuible a la ignorancia que uno debido a la malicia o al puro mercantilismo? ¿Qué es más triste y qué degrada más al oficio de la comunicación?
Las respuestas saldrán probablemente del universo de las percepciones personales, pero es seguro que no se puede ignorar la singular brutalidad de las publicaciones contra la vacuna Sputnik V, elaboradas y firmadas por redactores que, probablemente, saben cuándo murió William Shakespeare, tal vez hasta memorizan alguna frase de Jorge Luis Borges, de esas que usan para sus notas dominicales, y si no las recuerdan saben encontrarlas en Wikipedia.
Lo mismo puede decirse de aquella vez que Infobae publicó que el presidente Alberto Fernández, al vacunarse, le hizo un gran favor geopolítico a Vladimir Putin, “líder indiscutido del comunismo internacional”. Días en los que La Nación dedicó un título a un presunto aumento de los efectos adversos en la Argentina de la vacuna fabricada por Gamaleya, cuando la estadística incluida en el texto demostraba que estaban dentro de los porcentajes habituales y previstos por la ciencia, y que los malestares habían sido superados rápidamente, en el 99 por ciento de los casos.
En fin, es esta una saga prácticamente inabarcable, que demandaría una enumeración tediosa, pues incluye también cada uno de los títulos, rumores, trascendidos y notas de opinión diseñadas para acusar al Gobierno de rechazar millones de dosis de la vacuna de Pfizer, el laboratorio que al igual que todos los demás no logra cumplir con los contratos de provisión firmados, especialmente con América Latina.
Por cierto que toda manipulación relativa a la salud es especialmente indignante, porque juega con la vida y la muerte de las personas.
Es cómodo y fácil el ensañamiento con el episodio televisivo sobre Shakespeare, pero el podio de la brutalidad está disputado: Diego Cabot escribió en La Nación, en abril, que el imparable aumento de precios de alimentos, que tanto hace sufrir a la población, es culpa del ministro Daniel Arroyo, porque vuelca más de 300 millones de pesos por día en la tarjeta Alimentar. Su “razonamiento” es que los precios suben porque los pobres gastan ese dinero en “las góndolas”. Aunque dejó una sombra de duda: “En teoría” gastan en alimentos, advirtió, en una forma mal disimulada, acaso cobarde, de repetir aquella afirmación según la cual la asignación universal por hijo va al consumo de drogas.
“Copa América sí, Pfizer no”, es un título y nota de Clarín de fines de mayo que también compite en buena posición, y así se multiplican ejemplos incluso entre columnistas que presumen un discurso más elaborado. Es el caso de Morales Solá en La Nación, quien al referirse al conjunto de causas entabladas contra Cristina Fernández de Kirchner, confesó el deseo personal y de los capos del dispositivo de poder al que sirve mediante una “metáfora” que lo pone en la portada del álbum de la barbarie periodística: “Le espera la guillotina”.
Entonces, asumiendo que el universo de la comunicación por los medios es variopinto e incluso lleno de contrastes y desempeños muy diferentes, existe el riesgo de que la crítica, la broma fácil e incluso el denuesto de la animadora sirvan únicamente para que el sistema siga ocultando sus dramáticos problemas, negándose a revisar prácticas y discursos que están muy lejos de limitarse a la pantalla de TV.
Es que según sabemos, nada sucedió en este sistema con otro animador, en este caso radial, que con su pavoneo reflexivo habitual abogó por el autoritarismo como “solución” para los problemas nacionales.
Buenos Aires, 7 de junio de 2021.
*Escritor y periodista
2 Comments
Pan y circo lo dice el 13 así que es verdad Triste realidad
Este asunto de criticar a los medios con la intención de salvar al pueblo de los engaños de la lacra histórica tiene lo que Maradona dijo oportunamente tengo las patas cortas o cortadas, es decir no voy a ningún lado. La comunicación efectiva esta dentro de una acción política con una matriz histórica como el peronismo. No hablo de partido, ni de ninguna estructura o personajes hablo de la unidad «conceptual» si veo una V P inmediatamente, me convoca desde hace 60 años. La acción política continua en el seno de la masa peronista o si se quiere popular esta mediatizada por la acción política mediatizada, democracia neoliberal, en lo formal, en lo real 20000000 preocupados por dar de comer algo a los pibes, el peronismo mejor que nadie sabe que con la cuestión de casa al trabajo y del trabajo a casa nos cagaron feamente. En la actualidad los políticos profesionales peronistas cumplen una función acotada dentro de un estado desmantelado y presionado para su desarticulación total. Así que la acción política directa y continua escondida en el interior del pueblo nos llevara de a poco a mejorar la previsible y esperada explosión momentánea pero continua como en chile, Colombia, etc pero sin las debilidades organizativas del fogonazo político. Tenemos como peronistas una unidad mental que engendra un poder enorme y muy diferente a lograr 12vaños de gobierno y seguir peor.