Por Horacio González*
(para La Tecl@ Eñe)
El amor por los lugares comunes, en política, puede ser una pasión persistente. Pero suele ser dañosa y contradictoria, además de oportunista. Si tuviéramos una Escuela de Periodismo Radial y necesitáramos dar una clase tanto sobre el uso del clisé desafortunado como sobre el calculado desprecio de los pensamientos que se ofrecen para la discusión, ya sabríamos qué recomendarle a los alumnos. Elegiríamos el editorial del sábado pasado de Eduardo Aliverti, donde condena con sus modulaciones graves y silencios cavernosos, un conjunto de opiniones sobre el voto argentino con relación a los derechos humanos en Venezuela. El conjunto de frases despreciativas y contrahechas que usó revela que escuchó lecciones, revisó manuales, investigó rápidamente a quien quería lisonjear y a quienes deseaba atacar por ser más frágiles, y luego de sentirse protegido, se palpó las municiones que pensaba usar esa mañana radiante de gran editorialista, espíritu fustigante a los imberbes que escapan del redil de sus mayores y “le hacen el juego a la derecha”. Ya comenzó con novedosos conceptos.
Es la tonta frase mil veces empleada por los aprendices de la política que creen estar ya en la superestructura de los genios, pero muestran con insistencia que siguen tan indigentes como el primer día en que pensaron en las consecuencias de toda acción humana. Si fuera por esta opinión perezosa, no diríamos nada. Sería una vez más la aplicación de un esquema de pensamiento mil veces desgastado que alguien puede creer que les gusta a los oyentes por su grado de ostentosa de simplificación. Y más si lo dice con tono solemne alguien que está notablemente enamorado de su voz. Pero tenemos la obligación de no pasar por alto las demás cosas que se dijeron, que entrañan una gravedad inusual en este momento del país, donde nadie puede atribuirse el saber superior de decidir “qué le interesa a la gente”. Esto sí que es asombroso porque el amigo Aliverti se dispuso a dar lecciones de comportamiento político sobre un tema que advirtió que “no le interesaba a nadie”. Lógico, con los problemas que hay, establezcamos prioridades, y como hombre sensato que desea primero asegurar la estabilidad material de la existencia… “doppo filosofare”… ¿por qué va a interesarse entonces en los problemas de Venezuela? Sin embargo, él nos va a hacer el favor de dedicarle unos minutitos preciosos de aire, a este tema tan ínfimo, para brindar sus enseñanzas a unos personajes “flotantes” que de espaldas a la realidad, se entretienen divagando por senderos que la audiencia no desea transitar. Ya sabeos que el conductor radial cuida la salud de la audiencia y sabe siempre lo que ella reclama.
A esos personajes flotantes los llamó con imaginativa precisión “kirchneristas flotantes”, atribuyendo la autoría del despectivo concepto a funcionarios gubernamentales que no identificó, pero dejando claro que esos pobres náufragos eran seres que precisan de orientación, de un enmarque, de conducción, y por lo tanto, siendo benevolentes, por lo menos de “contención”, expresión que emplean los asistentes sociales. Comenzó entonces designando a sus destinatarios, los desubicados de siempre, los batidores líberos, los francotiradores que todo militante responsable, como él, desde su micrófono, sabría muy bien cómo disciplinar. Pasemos entonces a las frases plenipotenciarias que escucharemos en su propia meditación pastoral. No nos detendremos en su idea sobre lo que interesa o no interesa a los radioescuchas y al pueblo en general. ¿Él lo sabe? ¿Nosotros lo sabemos? ¿O más bien somos los hijos de una memoria que en su fuero íntimo posee la intuición irrefutable de que estos temas son nuestros temas?
Es que más grave que legislar desde su asiento radial sobre qué es lo que interesa “a la gente”, es su opinión sobre la crítica. Resulta ahora que “la crítica es un goce”. Este descubrimiento sorprendente que descalifica milenios de literatura y filosofía sería jactanciosos si no significase un irresponsable uso de conceptos y palabras. Con esto nos lleva a la aniquilación de toda intencionalidad en el juicio político, a la pérdida de la mínima objetividad que deben tener, y al ultraje de la vida política no basada en un respeto abstracto a un orden, un jefe o una situación de hecho que parece inmutable y pétrea. Al combinar los distintos niveles donde suelen aparecer estas dos ideas -la crítica en el mundo real y el goce en el mundo subjetivo-, se lanza al precipicio de una jerga que empleada al voleo, es tan dañina como carente de posibilidad de explicar cualquier cosa que sea. ¿No habría primero que decir que, si es un goce la crítica, comparte ese signo con las demás actividades humanas y que si así fuera, no puede ser tan brutal la actividad de reducir una a otra, que desmerezca todo argumento en disconformidad, declarándolo un capricho de los narcisistas? No parece que psicologizar la historia e historizar el plasma íntimo de las vidas, sea un acto de explicación pertinente para tirarlo al aire como quien tira arroz a los novios en el atrio. La carencia absoluta de seriedad de esta idea chabacana pero entradora, en quienes crean que allí hay conocimientos, es seguida por el audaz Aliverti por la afirmación de que ese goce oscuro del crítico es propio de las almas bellas. Eso, si las almas bellas gozasen. Pero dejemos estos intríngulis maliciosamente contradictorios para divanes más sapientes que el nuestro.
El concepto de “alma bella” está en la Fenomenología del espíritu y otros escritos de Hegel. Pero Hegel tuvo suerte, como si fuera un popular locutor de radio, y su concepto se difundió tan intensamente que se olvidó su erudito origen y su significado más intenso. Evidentemente, esta es una figura compleja porque lo que el alma bella piensa de sí misma -evidentemente su desgracia, su frustrada divinidad, su mala infinitud-, es difícil que lo pueda concretar en términos de la inmortalidad que busca. Pero Hegel no se burla de ella pues es el propio Cristo el poseedor de esa alma, el que no separa sus pensamientos de esa posibilidad del infinito. Lejos de tantas consideraciones que harían inapetente la mañana radial de sábado, Aliverti, confundido por sus asesores filosóficos, enchufa el alma bella a lo que no querría someterse al crudo imperio de la realidad, si es posible, aferrada a su incurable abstracción. No como hace él todos los días, poner las manos en el barro, comprender lo complicado y aceitoso de toda historia y medir con su centimetraje de decibeles, qué se puede decir y qué no se puede decir para “no hacerle el juego”…etc., etc. No le gusta jugar, está bien, comprendemos, hay una derecha apostada detrás de las banderas de Patricia Bullrich y otros notorios truchimanes, por lo tanto… ¡nada de gozar con la crítica!
Todo el tema de estos improperios que el político maduro le propina al “izquierdista infantil”, viene por el voto argentino en la cuestión de Venezuela, ya lo dijimos. A muchos no nos gustó ese voto y nos pareció más grave que el retroceso frente el caso de Vicentin, y aprovechamos para decir, que no coincide con otras actitudes valientes que el gobierno había tenido, alojando a perseguidos como Evo y despreciando a la marioneta rellena de papeles de diario grasientos que Estado Unidos reconocía como presidente venezolano, ese tal Guaidó. Acá es momento de aclarar lo obvio: que respetamos al Presidente, que respetamos al Canciller, no nos burlamos ni nos reímos, comprendemos la tarea de un gobierno atacado por todos los flancos por el conglomerado más hostil y mañoso de las derechas corporativas de las últimas décadas. No ignoramos dónde estamos parados, opinamos libremente con la confianza de que no medimos lo que decimos en tablas de supuestas conveniencias ni nos guiamos por el criterio de “cómo viene la mano”. No precisamos que Aliverti nos discipline ni somos flotantes de nada. Ni siquiera nos auxilia el salvavidas del “significante flotante”. Simplemente apoyamos al gobierno con voz propia y a diferencia de los sermones de Aliverti, hablamos con franqueza y sin cálculos respecto a con quienes hay que quedar bien. Creemos que vale más nuestra disconformidad de hoy con esa decisión desafortunada, que los aplausos de los rápidos voceros que se presentaron para reeducar almas bellas y gozadores del juicio, siempre sentadas en sus cómodos sillones, no como los bullentes y arriesgados micrófonos militantes donde Aliverti combate sudoroso ofreciéndole correctivos y flotadores a los “kirchneristas sueltos”.
No obstante, si cualquier ciudadano alerta quiere volver a escuchar el sentencioso editorial proveniente de Aliverti, verá que a él también no le gustó demasiado ese voto, porque llamó a tragar sapos. Y citó a una cierta voz venezolana grabada que afirmaba que el voto argentino había sido “acordado”. Puede ser, aunque no es creíble. Si lo fuera no cambia el fondo del hecho, No pensamos la política contrastando lo visible que no nos gusta con un supuesto secreto que la radiofonía sigilosa del locutor poseería. ¿Tiene él un dato que los demás mortales desconocemos? ¿Eso le gusta a Aliverti, el adjetivo rápido, despectivo y la prueba con nula capacidad probatoria? Además, la advertencia sobre tragar sapos nos avergüenza un poco. ¿Eso tiene para decirles a sus escuchas, luego de condenar las almas bellas? A estas supuestas almas, que si no les gusta algo, lo dicen. Al estómago de Aliverti no le gusta algo y lo traga. No veo cuál situación es mejor. Lo que veo es que después de descargar su ira contra los kirchneristas flotantes vagando por la atmósfera -con lo cual debe haber quedado bien en su imaginación de hombre atento y conserveta-, luego dice que el episodio venezolano no estuvo tan bueno, al punto que hay que tragarlo -con lo cual su imaginación quedaría bien ahora con sus radioyentes de “centro izquierda”. ¿Es que arrojar miel un poco para cada lado no es también un goce? En la edición del lunes de Página12, Aliverti publica una parte de lo dicho en la radio (la parte batracofágica) pero omite su injustificado ataque a quienes tenemos una voz libre y sin ataduras para apoyar lo que consideramos digno de ser apoyado. ¿Pensó que la letra impresa, que fija los pensamientos de otro modo que la oralidad ingeniosa, no era una masilla adecuada para dejar grabados sus agravios? En fin, son apreciaciones mías. Lo cierto es que esa advertencia radial, alivianada en su reaparición escrita, contiene problemas que sería bueno discutir de otra manera. No esparciendo inagotables afirmaciones sin fundamento, tomadas de la última clase de filosofía al paso que recibió en su primer día de escuela. Le recomendamos que se aplique más en sus estudios.
Buenos Aires, 12 de octubre de 2020.
Sociólogo, ensayista y escritor. Ex Director de la Biblioteca Nacional.
Aquí el editorial de Eduardo Aliverti del sábado 10/10/2020 en Marca de Radio: https://soundcloud.com/user-981543510/editorial-de-eduardo-aliverti-10102020?fbclid=IwAR1nWkwe8QB0DsOwB8U7BMi7MPuLPl1-3joWF7PTzdMT9maa-4BKpB8c77Y
39 Comments
Valiente y minucioso análisis sobre lo que se dice en los medios
¡Muy bien profe! Gracias!
Bravo Horacio.
Versión progre/tibia ,la de Eduardo.Centrismo barato.Una pena!
Notable.
Si la severa observación es hecha por Horacio González, Aliverti, con humildad, simplemente debe darse por notificado.
No lo escuche al periodista y me bastaron unos pocos conceptos de Gonzalez para dejar de leerlo. Los respeto a los dos pero prefiero mi propio analisis del tema.
Muy buena respuesta. No entiendo como Aliverti desbarrancó así. Además el voto proimperialista contra Venezuela, no es sólo una claudicación ética y de política internacional, atañe a la política doméstica: la derecha golpista avanza con prisa y sin pausa en el proceso de desestabilización, si en algún momento la correlación de fuerzas se lo permitiera tendríamos nuestro guaido y la embajada bancando el golpe.
Aclaración a partir de la pertinente observación de una amiga. La calificación de muy buena de la nota es como respuesta política. El hablar de desbarrance respecto de Aliverti es porque entiendo que la editorial del sábado pasado no lo representa en su calidad de compañero lúcido y comprometido con las causas populares.
Escribo como oyente que no le gustó mucho el voto en la Onu, con el respeto que me merece el sr Horacio Gonzalez, parece haber algo personal de su parte contra el periodista, en la editorial del sr. Eduardo Aliverti, no se percibió en ningún momento ningún recurso falso ni despectivo, y menos oportunista, muchos de los que eschuchamos su programa no lo hacemos para saber que “sapos tragar”, prendemos la radio porque este programa no es periodismo al paso, para eso hay muchos otros medios , que en muchos casos utilizan también la filosofía al paso, la economía al paso, la sociología al paso, mejor dicho la política al paso. A ellos quizas si sea mas pertinente la carta, o en todo caso como advierte al final, con Aliverti “discutir de otra manera”.
Coincido. Horacio siempre participando de la discusión entre las ESRELLAS
Creo que Horacio Gonzales se fue al carajo , no se puede chicanear a un compañero de esa forma y en todo caso si Eduardo esta enamorado de su voz y se regodea , Horacio esta enamorado de su escritura y hace mismo . Esto es darle pasto a la derecha
De acuerdo contigo!! Pienso que una crítica, en este caso a una opinión personal se responde con argumentos dictados por la inteligencia, no desde la bronca. Horacio está particularmente agresivo. Una pena. Aliverti es un lujo. Horacio también. No entiendo ésto que escribió
Gracias compañero Horacio González. Quedé masticando bronca con el tono ofensivo del discurso sabatino. Sus palabras alivian a los y las peronistas kirchneristas comunes que opinan sin pedir permiso a nadie. Omar.
Es absolutamente increíble que encuentres un «tono ofensivo» en la nota de Aliverti y no percibas la desagradable agresividad, la petulancia, la suficiencia, la soberbia, el desprecio y la descalificación más que evidentes en la respuesta de HG.
Coincido con el comentario de Eduardo, no percibí en el editorial de Aliverti las implicancias que denuncia Horacio, y sí quizás, cierto deslizamiento de algún encono extra venezuela
Ajá, asi que calificar de almas bellas, hablar de «gente que no tiene responsabilidad de gobernar» y que igual opina, etc, para Uds no fue ofensivo ni descalificador. Bueno, para muchos lo fue. Fue ofensivo y descalificador y soberbio. Posiblemente, Uds estén de acuerdo con Eduardo, y por eso «no notaron» el tonito descalificador. Lo vengo siguiendo a Aliverti desde que estaba antes del programa de Magdalena (todavía en dictadura, ya hacia el final). No podía CREER lo que estaba oyendo el sábado, usando un tono que Eduardo siempre deja para el enemigo. Se equivocó mucho. pero mucho. No es el único que se volvió pragmático, y estas actitudes lo unico que hacen es «hacerle el juego» a la despolitización. A los medios enemigos, ya uno no los escucha, pero tampoco estamos pudiendo escuchar a los que solían ser referentes. Muy bien Horacio, al pan pan, y al vino vino. Otros insoportables últimamente son Alemán y Feinmann, otro par de sacudidores de deditos e inspectores de ortodoxias. Una verdadera pena.
Excelente, Horacio González. Los puntos, siempre sobre las íes…
¿Pero que decir entonces del escrito anterior de Horacio Gonzales donde decia que la cuestion Venezuela se habia» bachelizado» sin siquiera citar un solo parrafo de su informe? El campo cultural de la izquierda no se anima a pensar en la posibilidad de que efectivamente se violen los derechos humanos en Venezuela. Descuentan que esgrimir el titulo de socialista pone a salvo al gobierno de Maduro de brutalidad estatal. Quizas el Gulag haya sido solo un sueño capitalista.
Gracias Horacio Gonzàlez!! Una lectio magistralis.
Los «asistentes sociales» somo Licenciados y Licenciadas en Trabajo Social, carrera universitaria y que utiliza muchos mas términos y teorías en su práctica que el de «contención». Si vamos a hablar de subestimar a oyentes y lectores hay que empezar por cumplir con el ejemplo
Gracias Lalo
Horacio te respeto como a pocos.
Igual q a Eduardo Aliverti.
Pero éste debate que proponés, es irónicamente agresivo hacía Eduardo. No es necesario denostar y vituperear hasta la psiquis para argumentar en su contra. No era necesario, y menos vos, recurrir a ese estilo de golpe. Una pena.
Mí opinión en éste caso no es por lo sucedido con ese voto . Es tu agresividad lo que duele. No lo esperaba de vos.
Hemos escuchado muchas veces lo de la extensión y la profundidad en la profesión de periodista. Pero dista de ser incorrecto. Hay que reconocer sin embargo, que el enamorado de su voz ha crecido desde que hacía su programa en Belgrano con el che pibe lanata y que claramente está de este lado.
Por tanto, creo que es bueno reconocer el sacudón que ha propinado HG que puede alentar un intento de redención en el periodista. Quizá reconociendo que en filosofía ha dispensado demasiada atención a los estajenrajber.
Muy claro lo dicho por HG, que normalmente escribe como un Baudelaire pintado por Picasso.
Un pedido a HG urgido por mi goce: escriba algo de estajen.
LA VERDAD PARA LEER…VOLVER A LEER Y APRENDER..HOY MÁS QUE NUNCA…AL EDUARDO LO NOTO DISTANCIADO HACE ALGUNOS PROGRAMAS…TAL VEZ SEA ASI….ESA NEUTRALIDAD..TOMAR DISTANCIA..SE VAN ENOJAR ALGUNOS…NO SE..TAL VEZ EL EDUARDO EXPLIQUE
Muy bien, Horacio. Fue leerte y recordar que al especialista en batracofagia lo tengo
montado en un huevo desde hace años.
La descripción que hace Horacio Gonzalez de Aliverti es exacta. Y ademås me da mucha risa.
Completamente de acuerdo con Horacio. Coincido plenamente.
Horacio Gonzales, estoy de acuerdo con Eduardo Aliverti. No se puede defender a cualquier precio este gobierno que también voté. Además a usted lo escuché en varios reportajes por radio y TV en donde lo que habló no condice con lo escrito ahora. Pero eso no está mal, se puede cambiar de parecer u opinión en la medida que uno vaya teniendo pruebas u otras informaciones. De lo contrario uno se queda anclado en el tiempo en lo que ya supo y no progresa o se queda con lo aprendido y no aprende. Además si puede, bájese del púlpito de la intelectualidad, y no dispare una pirotecnia verbal tan agresiva. Tampoco ayuda.
Excelente como siempre Horacio!! Nos sorprendió a todos/as Eduardo Aliverti el sábado, porque los/as que lo escuchamos todos las semanas lo tenemos como un ejemplo de periodismo. Pero lo que expuso, a las/os que estábamos escuchando, nos daban ganas de tirar la radio del décimo piso, yo en ese momento la apagué y no lo escuché más, una le pierde el respeto a este tipo de gente vio.
A Horacio Gonzalez, autopercibido blanco de crítica, por el editorial de radial del sábado pasado; se le soltó la cadena contra Aliverti y lo contraatacó con tanto estilo como saña. Placer estético el leerle.
¿Pero qué queda para el resto de los mortales si hasta los semidioses del panteón intelectual argento se abandonan a esas mezclas de teleteatro, panel de Mauro Viale y Olimpo decadente?
Mientras tanto, sobre la cuestión de fondo de la disputa, el voto argentino en el ONU contra Venezuela, el devenir alcanzó para que la misma cancillería criticada, la de Felipe Solá, haya podido rechazar un nuevo voto más virulento y menos constructivo, sobrevenido apenas pocos días después, esta semana, de parte del lamentable Grupo de Lima.
Y volviendo a la anécdota entre personas y personajones ¿quién se salva de los embates apasionados de estos tiempos de redes sociales, narcisismos, indignaciones y ranking de morales ajenas? Yo no.
Escucho a Aliverti desde hace 43 años; su coherencia, su claridad conceptual y su compromiso, hacen que cada sábado postergue lo que estoy haciendo para escucharlo. En esta oportunidad, vuelvo a estar de acuerdo con Aliverti. Me pregunto, como otras veces, para quien escribe González; sin dudar de su excelente formación académica, pienso si sus textos aportan al sentido común y a la construcción de una conciencia colectiva en defensa de un proyecto. Con todo respeto, una manera muy barroca de comunicación.
Yo. Escucha de Alivertti .advierto que en sus ultimos programas esta traicionando su historia . En cuanto a Horacio creo que no te estas dirigiendo a la gran mayoria de la gente.
Señor Horacio González, lamento la crítica despiadada que le ha hecho al Periodista Eduardo Aliverti, dónde, en lugar de mostrar su desacuerdo o hacer docencia, marcando un error, según su criterio, se ha ensañado usted en mostrar su sapiencia, que seguramente tiene, en muchos aspectos, vaya el caso, filosofia.Eduardo Aliverti no improvisa sus editoriales, y sus silencios o su «voz cavernosa» no hacen más que darle profundidad a sus dichos y no son merecedores de su ironía.Lo lamento sinceramente, no es usted la persona humilde y sencilla que admiraba, de usted no lo esperaba.
Tremenda respuesta. Como siempre todos los sábados escucho el programa de Aliverti porque coincidía bastante con su pensamiento, pero el editorial del sábado me incomodó bastante, sabía que no iba a quedar ahí.
En esta recomendación no sé por qué me siento aludida 😏 «… tomadas de la última clase de filosofía al paso que recibió en su primer día de escuela. Le recomendamos que se aplique más en sus estudios». Creo que tengo que estudiar más 😏
Tremendo Horacio, gracias por seguir pensando y dejarnos intentar hacerlo. Eduardo dejá de dictarnos el camino correcto, te necesitamos lúcido, no dogmático.
[…] Respuesta al editorial del sábado de Eduardo Aliverti – Por Horacio González […]
Innecesaria y muy agresiva nota contra un periodista excelente y de gran trayectoria y contra un comentario editorial que para nada desbarranca ni desentona. Lo malo no es que HG piense distinto sino que lo descalifica como interlocutor hasta con chicanas. Como si se hubiera sentido aludido en forma personal o por algo más que posiciones ideológicas. HG también puede equivocarse.
Me parece que aquí hay más de uno enamorado de su voz… Mientras todo explota
Señor Gonzalez. Me pareció que el que utiliza lugares comunes para desacreditar una opinión legítima como la de Aliberti (con la que me sentí plenamente identificado ) es Usted mismo. Se nota mucha sorna y envidia, como si fuera un problema personal SUYO, en el texto que Ud. escribió. Lo de Venezuela es solo un ejemplo aislado (no importante), el problema de fondo es : desandar el camino destructor que Macri en 4 años aprovechó con tanta eficiencia para destruir la economía arrasando con las conquistas, derechos y reivindicaciones ciudadanas. Por lo tanto es un derecho y una obligación señalarle a Alberto que , salvo la negociación de la deuda y la administración de la pandemia, nos debe algún signo, alguna señal, algún triunfo que nos haga sentir que ese camino se DESANDA, que algo recuperamos. El dialogo y el consenso no son suficientes para hacer recular a los poderes fácticos. Alguien tiene que alzar la vos. Todos apostamos a Alberto sabiendo lo que hay enfrente, pero no queremos otra desilución. El momento es ESTE y no hay que dejarlo pasar. Por eso aplaudo a Aliberti y estimo su análisis «narcisista» e insulso. Gracias