El 30 de agosto se conmemoró el Día Internacional de los Detenidos Desaparecidos, una jornada que busca generar conciencia sobre la persistencia de la práctica de desapariciones forzadas y rendir homenaje a las víctimas.
Por Héctor O. Becerra*
(para La Tecl@ Eñe)
El 30 de agosto se conmemoró el Día Internacional de los Detenidos Desaparecidos, una fecha propiciada por la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-Desaparecidos (FADEFAM). Esta jornada busca generar conciencia sobre la persistencia de la práctica de desapariciones forzadas y rendir homenaje a las víctimas.
La cifra de 30.000 desaparecidos durante la última dictadura militar en Argentina ha sido cuestionada por personas, increíblemente por el actual presidente Javier Milei, quien llegó a afirmar públicamente que fueron ocho mil y pico citando el informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) como base para su afirmación.
La CONADEP registró 8.961 casos; pero, se estima que la cifra real podría ser mayor debido a la naturaleza clandestina de los secuestros y al miedo que generaba y sigue generando la denuncia pública. Lo cierto es que la disputa por el número exacto encubre otra pregunta que angustia, a tal punto que ni siquiera puede ser formulada: ¿cómo se llegaron a cometer crímenes tan aberrantes?
La violencia y el sadismo con que se abatieron a esas personas no dejaba de ser peligrosa a pesar de que esos detenidos hayan sido asesinados, porque las acciones llevadas a cabo suponen la transgresión de uno de los mandamientos fundamentales que enuncia la Biblia, y si la orden “No matarás” del libro sagrado promueve la incredulidad o la risa, la insignificancia que se le pueda atribuir resulta engañosa.
Se podrá alegar que la prohibición bíblica forma parte de un discurso que se diluye en la religiosidad o en el tiempo; no obstante, los militares se dieron cuenta del tránsito que se da del ser viviente al cadáver. Ellos no deben haber pasado por alto que el cadáver del enemigo no es otra cosa que la imagen del propio destino.
Aunque inmóvil, el muerto participaba y participa de la violencia con que se lo había abatido, pudiendo luego devolverla; mientras más arbitraria e irracional ha sido la detención, la tortura y la muerte más expuesto se está a un castigo retaliativo del cadáver.
En un ensayo célebre escrito en 1913 que lleva por título “Tótem y tabú”, Freud expone sus ideas sobre la vida en sociedad y la religiosidad que continúan siendo objeto y debate en diversas disciplinas. En el apartado Conducta para con los enemigos se refiere a las costumbres observadas por los habitantes de una isla de Timor, en el sudeste asiático. Dice Freud: “Al retorno triunfal de los guerreros se ofrecen sacrificios para apaciguar las almas de los enemigos que si no se hicieran atraerían las desgracias sobre los vencedores y se ejecuta una danza acompañada de un cántico en el que se llora al enemigo muerto y se implora su perdón.”.
Suponemos que en las academias militares no se lee a Freud; pero sería muy interesante para entender sobre el apaciguamiento de la violencia. Si me preguntaran qué significa el “apaciguamiento de la violencia” puedo responder con una anécdota personal que vi en un noticiero de la TV al final de la guerra de Malvinas: resulta que un oficial inglés se acerca a un grupo de soldados argentinos que estaban prisioneros para anunciarles el fin de las hostilidades; entonces, les dice: “Muchachos, la guerra ha terminado, ustedes van a volver con sus padres, nuestros soldados volverán con sus mujeres…”.
La condición de enemigos que para el oficial tenían los argentinos al terminar la guerra, no le impide entender que además de combatientes eran unos muchachos que todavía deberían volver a vivir con sus padres. La posibilidad de registrar que el otro puede ser un enemigo; pero, además, puede ser un muchacho, un hijo, un derrotado, resulta verdaderamente apaciguador.
Los criminalistas saben que el más sanguinario de los criminales no puede ignorar la maldición que cae sobre él después de haber cometido el crimen, de allí surge la necesidad e importancia del castigo sobre la cual tanto puede enseñarnos la lectura de Fedor Dostoievsky en otra obra célebre: “Crimen y castigo”. La prohibición que resurge ante los militares frente a la vista del cadáver es un retroceso ya que no se produce ningún apaciguamiento y los lleva al afianzamiento y al recrudecimiento de la violencia. Por eso la violencia que se puso en acto en el momento de matar a los detenidos se torna insuficiente y se ejerce otra violencia más, ahora en contra de los cadáveres. Los cadáveres han resultado para los torturadores y asesinos un peligro de tal envergadura que ni siquiera pudieron ser nominados, de allí que se recurre a un neologismo más y se los denomina desaparecidos.
Como el cadáver es peligroso, no existe apaciguamiento en el momento de haberle dado muerte al enemigo; muy por el contrario, se torna necesario matar al cadáver, cosa que resulta impracticable; por lo tanto, se denigran los cuerpos quemándolos, haciéndolos pedazos con explosivos, enterrándolos en fosas comunes… De esa forma se los intenta hacer desaparecer, con lo cual se nos desplaza el sentido que buscamos incansablemente como respuesta acerca de qué es un desaparecido. ¿Serán los desaparecidos aquellos que han sido asesinados una y otra vez con el objeto de apaciguar su venganza? Las enseñanzas del padre del psicoanálisis siguen vigentes, aunque para que no resultaran dogmáticas y/o apabullantes las ubicara en unos aborígenes primitivos y lejanos y no en el hombre contemporáneo.
Aunque no seamos responsables de su muerte, el muerto siempre es un peligro para quienes lo sobreviven, por eso no es fácil pasar por un cementerio y menos a la medianoche, cuánto más peligroso si se trata de su torturador y su asesino. Frente a este temor George Bataille sostiene en “El erotismo” que los pueblos arcaicos ven en el desecamiento de los huesos la prueba de que se ha apaciguado la amenaza de los muertos. ¿Qué estarán esperando nuestros militares para animarse a hablar?
Lunes, 1 de septiembre de 2025.
*Docente de ética en TEA & DEPORTEA. Autor de «La maravilla de estar comunicado».
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