Las fake news utilizadas por Donald Trump contra Hillary Clinton, en el referéndum por el acuerdo de paz en Colombia y en la campaña antikirchnerista en las elecciones de 2015, evidencian la relevancia de las nuevas tecnologías de manipulación usadas para seducir y convencer a sectores de la población permeables a las noticias falsas.
Por Luis Bruschtein*
(para La Tecl@ Eñe)
Las elecciones eran materia de la política y los más zorros de la política fueron sus grandes artífices. Ahora fueron desplazados por la intervención del análisis científico y de tecnologías corsarias para capturar datos personales de millones de personas a través de sus perfiles en las redes así como la construcción de mensajes muy precisos, que aunque parezcan grotescos, están elaborados científicamente para impactar en los sectores detectados de pensamiento más vulnerable.
En el peronismo hay una gran pelea para adjudicarle la responsabilidad de la derrota a uno u otro sector. Y cuando alguno habla de manipulación de la información se tiende a pensar que busca evadir responsabilidades. Las fake news trabajan sobre esa doble trampa. Echarle la culpa a los medios es para progresistas y peronistas una forma de subestimar al pueblo.
Es más complejo, las fake news no están pensadas para operar en primera instancia sobre el conjunto de la sociedad sino sobre el sector más permeable y generarle bronca, lo que lo convierte automáticamente en militante de esa mentira. No convencen a toda la sociedad, pero ponen en marcha un gran mecanismo de contagio que puede instalar una idea absurda.
El escándalo reciente por las actividades de Cambridge Analytica no fue suficientemente valorado en Argentina. El director de esa empresa, el británico Alexander Nix, acaba de ser interpelado por el Parlamento británico después que fuera denunciado en una investigación de Channel 4 de la BBC. Nix reconoció que en el 2015 presentó a la oposición argentina de ese momento, o sea al macrismo, una propuesta de campaña antikirchnerista para las elecciones. Pero no dejó claro si la habían aceptado. Le preguntaron si había trabajado para Paul Singer y dijo que no. En ningún caso quiso decir para quién había trabajado, alegando una cuestión de «confidencialidad».
Entre las campañas que reconoció haber intervenido están las de Donald Trump frente a Hillary Clinton, en el referéndum por la paz en Colombia y quedó en el aire su participación en Argentina. Las tres tienen varias coincidencias muy ominosas.
El trabajo de Cambridge Analytica consiste en trabajar sobre millones de perfiles en Facebook para detectar a franjas de votantes que, o tienen dudas en su decisión electoral, o que son más permeables para aceptar las fake news. Entonces operan masivamente sobre esos sectores, los bombardean con mensajes, la mayoría elaborados con información falsa que van creando un clima en la sociedad.
Trump en Estados Unidos, el No a los acuerdos de paz en Colombia y Macri en Argentina ganaron por muy poca diferencia. Eran candidatos que tenían más posibilidades de perder que de ganar y sin embargo lograron movilizar una franja de la sociedad en contra de sus competidores. Por ejemplo, de Hillary Clinton se dijo que era propietaria de una pizzería en Washington a través de la cual se manejaba una red de prostitución infantil. Una estupidez inmensa que, sin embargo, empezó a resonar in crescendo hasta convertirse en una verdad implícita. En el caso del No en Colombia, bombardearon una región campesina muy conservadora con propaganda de género diciendo que los guerrilleros iban a aprobar el matrimonio gay y que les iban a permitir adoptar y otras fake news. Los organizadores de esa campaña dijeron que lo principal era que la gente fuera a votar enojada. La mejor campaña, la más contagiosa, no es la gente entusiasmada por su candidato sino la enfurecida con el candidato contrario.
En el documental de Channel 4, hay una cámara secreta que filma a los ejecutivos de Cambridge cuando afirman que es infantil armar una campaña electoral con información verdadera, y que su mayor capacidad consiste en detectar los sectores más crédulos de la población, los que pueden ser más moldeados por una campaña de mentiras.
Está el caso de la pizzería de Hillary Clinton, una mentira prodigiosa. Y respaldándose en otra mentira, sobre el uso particular de cosas públicas, Cambridge armó la frase Crooked Hillary (Hillary torcida) sobre la que Trump basó su campaña. Es impresionante que haya ganado Trump y que haya ganado el no a la paz en Colombia, aunque fuera por la mínima diferencia. En Argentina hubo una lluvia de mentiras, desde el batifondo que se armó con el memorándum de acuerdo con Irán, apenas empezado el año electoral, hasta la historia de «la morsa», el jefe de los narcotraficantes que había ordenado el triple crimen de General Rodríguez, una mentira infame que destruyó la campaña de Aníbal Fernández en la provincia de Buenos Aires, que fue la derrota estratégica que le dio el triunfo a Macri.
El tema del memorándum se mezcla con otras situaciones, más allá de Cambridge Analytica, pero es interesante la confirmación de Nix ante los legisladores británicos sobre la integración del equipo de gerentes de la empresa con «ex agentes de inteligencia británicos, norteamericanos, israelíes, rusos y españoles». Y ya se sabe que un agente no deja nunca de serlo.
Más allá de los errores y las cosas mal hechas que haya podido cometer el gobierno kirchnerista, en las elecciones del 2015 empezaron a jugar en el mundo factores que no estaban previstos en las disputas electorales y que demostraron un inmenso poder de fuego, al que se le unían los factores internos: el poder económico, las grandes corporaciones mediáticas, los servicios de inteligencia y una parte importante del poder judicial. Sin embargo, esos errores existieron y hubo cosas que se hicieron mal y que el movimiento popular, incluyendo al kirchnerismo, deberá discutir y superar.
Pero es la primera vez que la derecha llega al gobierno en forma democrática, sin necesidad de trampas o golpes militares. Esta vez pudo unificar el voto de derecha y convencer a una franja que le dio la mayoría exigua con la que ganó. ¡Oh! casualidad: también ha sido la primera vez que se pusieron en juego estas nuevas tecnologías de manipulación científica justamente para seducir y convencer.
Buenos Aires, 12 de junio de 2018
*Periodista. Página 12
2 Comments
Estimados amigos,
La democracia es la expresión más fidedigna de la voluntad de un pueblo. Democracia es un proceso que transcurre desde una elección al imperio de la ley. Es un proceso equilibrado, pero frágil. Por ello, la democracia debería tener algún límite ético. Por ejemplo, abusarse de los más crédulos y mentir.
En una democracia de verdad las “fake news” no están previstas y es avasallada por otra, que es otra mentira. Es la democracia del poder. Y ya sabemos que el poder se alimenta de la anti-política.
Ésta democracia es neoliberal, pero es otra cosa.
[…] http://lateclaenerevista.com/2018/06/13/politica-noticias-falsas-buzon-se-vende-luis-bruschtein/ […]