Pequeña teoría sobre mi país – Por Roque Farrán

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Pequeña teoría sobre mi país – Por Roque Farrán

Obra: Daniel Santoro.

Obra: Daniel Santoro.

El filósofo Roque Farrán sostiene que las inestabilidades sociales recurrentes hacen que el país y sus ciudadanos tiendan a fijarse en torno a tres instituciones que fungen como puntos de orientación ante el desorden y la incertidumbre: 1) El dólar, a nivel económico (especulativo-ahorrativo); 3) El peronismo, a nivel político (ideológico-organizativo); 3) El psicoanálisis, a nivel ético (terapéutico y de cuidado de sí).

Por Roque Farrán*

(para La Tecl@ Eñe)

La Argentina es un país hermoso, complejo y diverso, rico en muchos aspectos, no solo por sus abundantes recursos naturales, sino por sus exquisitos productos culturales y legados simbólicos. Su población proviene de pueblos originarios, colonizadores, esclavos, criollos, mestizos e inmigrantes de sucesivas olas. Las inestabilidades sociales, emergentes de una irreductible conflictividad que ha encontrado en grandes luchas de emancipación y desiguales condiciones de existencia sus idas y vueltas, hacen que sus ciudadanos tiendan a fijarse en torno a tres instituciones insólitas para el resto de los países del mundo.

Estas instituciones, que fungen como puntos de orientación de manera recurrente ante el desorden y la incertidumbre, son: 1) El dólar, a nivel económico (especulativo-ahorrativo); 3) El peronismo, a nivel político (ideológico-organizativo); 3) El psicoanálisis, a nivel ético (terapéutico y de cuidado de sí). Habría que agregar una cuarta institución que opera diferencialmente y va cambiando, se sirve de distintos aparatos, tiene que ver con los poderes fácticos y su apoyatura principal son los medios de comunicación hegemónicos: primero utilizó el ejército, ahora el poder judicial.

Por supuesto, no quiere decir que todos hagamos análisis, compremos dólares, seamos peronistas o crédulos consumidores de noticias, pero son instituciones prácticas que polarizan y condensan buena parte de nuestras actividades, pasiones y afectos, sueños y desvelos. Sobre todo, si las comparamos con la pregnancia que tienen en otros países instituciones similares, nos damos cuenta en el acto la desmesura que alcanzan en nuestras tierras. Hay dólares, populismos, medios hegemónicos y psicoanálisis en otros lares, pero en ninguna parte se cultivan con tanto ahínco y apasionamiento como acá.

No es casual que produzcan clivajes clave en la constitución argentina, que afectan la estabilidad del conjunto y su polarización consecuente: 1) El dólar y la economía bimonetaria suscitan la división entre quienes pueden ahorrar y quienes no; 2) El peronismo y la reacción gorila suscitan la división entre política y antipolítica; 3) El psicoanálisis y el furor curandis suscitan la división del sujeto mismo, entre quienes aprenden a convivir con ella y quienes buscan en otras terapias, cultos o el couching la superación personal. Por supuesto, están quienes consumen las noticias de los medios hegemónicos como si fuesen el pan de cada día y quienes lo hacen a través de medios alternativos que normalmente replican y/o contestan las de aquéllos.

No hay síntesis posible entre tendencias tan dispares, pero al menos habría que buscar el nudo adecuado para morigerarlas: trabajar en torno a cierta estabilidad económica que no dependa de una moneda extranjera, hallar un modo de organización política que no acentúe tanto el oposicionismo imaginario, implicarse en modos de asumir la división subjetiva que no oscilen entre la resignación y el cinismo. Necesitamos una inteligencia colectiva que entienda nuestra impropia constitución, asuma la lógica y los afectos de las instituciones que se han dado históricamente, pero no se precipite sobre ellas como si fuesen la única salvación o el estigma de todo el mal. Necesitamos saber hacer con lo nuestro de otro modo, reinventarnos antes de desaparecer del mapa.

En estos días difíciles, mientras se hablaba de “superministros” y el Ministerio de Economía cobraba toda la centralidad para ordenar el desquicio y la falta de confianza generalizada, pensaba que tanta expectativa puesta ahí muestra la sobredeterminación ideológica que tiene la economía en nuestra sociedad. El ministro entrante tuvo que aclarar que no era un “salvador” y no iba a hacer “magia”. Pensaba entonces que sería más lógico, aunque resulte gracioso, tener un Ministerio de Subjetividad. Toda esa sobrecarga de expectativas puesta en un órgano de gobierno que simplemente debe ordenar las prácticas económicas, ¿no habla a las claras de que la gran falla son los procesos de subjetivación?

Por supuesto que es un tema delicado, porque entran a jugar todas las fantasías de totalitarismo y control, alimentadas por una creencia boba de la libertad entendida como libre albedrío. Pero en definitiva, como vemos asiduamente, el gobierno algorítimico de las almas que promueven los medios y sus redes no pasa por la formación efectiva de subjetividades, sino por impedir que estas se constituyan en relación a la verdad, reforzando así que vivan en la estulticia y la pobreza de espíritu permanentes, en la fluctuación anímica, vociferando odio, resentimiento y desconfianza. No hay modos de subjetivación potentes -aunque sí algunas subjetividades singulares- en ningún sector del amplio espectro ideológico actual. La Argentina tiene un montón de recursos y talentos, como se dice, pero no damos con el “quién” que pueda hacer uso de ellos de manera ética y política. Y el problema mayor es suponer que surgirá espontáneamente.

Córdoba, 5 de agosto de 2022.

*Filósofo.

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