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Pandemia y Resistencia Villera – Por Nelson Santacruz

Foto: La Garganta Poderosa

Foto: La Garganta Poderosa

Nelson Santacruz, redactor de la Garganta Poderosa y habitante de la Villa 21-24, nos cuenta cómo se enfrenta, a través de la organización popular comunitaria, el hambre, el frío, el dengue y la pandemia de coronavirus.

Por Nelson Santacruz*

(para La Tecl@ Eñe)

 

La otra noche me preguntaba qué sucedería si las villas no estuviesen organizadas como lo están ahora, cargadas de resistencia, poniéndole el pecho a las balas invisibles que se llevan puesto a todo el mundo. Luis, un vecino que empezó a retirar las meriendas diariamente, me dijo: «Para 9, por favor. Es que me quedé sin empleo en la empresa y esto ya es para la cena». Como en su caso, tantas changas y laburos informales están parados. En este merendero de la Villa 21-24 de Barracas, «Tacitas Poderosas», donde antes servíamos para 30 niños y niñas, hoy nos toca llenar entre 150 y hasta 200 bocas, de lunes a sábados, con la pandemia encima. Además de que los fines de semana también revolvemos las ollas para que almuercen 150 personas. No, no es fácil.

Nos las ingeniamos con la colaboración de la gente, al igual que para nuestra bioseguridad, como vecinas y vecinos: «Guantes y barbijos de distintos colores, eso te dice que son lo que te da la gente y no directamente desde el Estado», cuenta Otilia, referenta del espacio. El invierno que se viene pareciera que empeora las cosas, lo que más sale en estos climas son las tortas fritas y también el mate cocido con leche. ¡Pero qué difícil conseguir lácteos! Cubrir todo un mes con chocolatada es irreal, sí o sí debe mezclarse con té o mate cocido para que rinda.

Nuestro aliado es el anafe y un par de ollas de 5 litros que se llenan una, dos, tres, cuatro y cinco veces de ser necesario para calmar las panzas. Pero este pequeño espacio, de grandes voluntades, está rodeado de necesidades estructurales que azotan históricamente al barrio. Es común que en estos meses donde el frío duele, muchas y muchos no tengamos agua caliente en casa para ducharnos o luz para vernos. La Villa 21-24 se encuentra en riesgo eléctrico desde hace 8 años y la Justicia misma así lo declaró; mucho no cambió. Además, lavarse las manos suele ser toda una odisea cuando no hay suficiente presión, o sale marrón, o directamente no sabés si vuelve mañana o dentro de tres horas. Pero, ¿saben qué más? Convivimos con una epidemia que potencia nuestra bronca, más de 430 casos de dengue.

Las redes de solidaridad comunitaria, potenciadas por quienes colaboran desde afuera, son nuestros respiradores en esta terapia intensiva. Estamos a dos casos positivos de llegar a 800 contagios entre la Villa 21-24 y Zavaleta (que son barrios pegados) y mientras vemos como hay runners preocupados por colmar los parques más grandes de la Ciudad, acá abajo nos causa incertidumbre llenar la olla o saber cómo abarcar los acompañamientos de los casos estrechos que no pueden salir de sus casas, pero tienen que higienizarse y comer. Lo que nos mantiene de pie es eso, la necesidad de llenar platos y escuchar a quienes traen los tuppers. Si no, ¿quién lo va a hacer?

 

Buenos Aires, 17 de junio de 2020

*Redactor de La Garganta Poderosa

1 Comment

  1. nora merlin dice:

    NO tienen necesidad de salir a corre o de salir a bailar, quieren lavarse las manos, tener luz y comer todos los días. La solidaridad los -nos mantiene vivos.
    Decía Walter Benjamin “Sólo por nuestro amor a los desesperados conservamos todavía la esperanza”.

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