El Gobierno del presidente Javier Milei no solo legitima y avala los discursos de odio contra la población LGBTI+, sino que también los ejerce y los promueve.
Por Laura Litvinoff*
(para La Tecl@ Eñe)
Desde que Javier Milei es presidente los discursos de odio crecieron muchísimo, básicamente porque el Gobierno actual no solo legitima y avala estos discursos, sino que también los ejerce, los promociona, los promueve, desde antes de su llegada al poder. No hay que olvidarse que una de las primeras cosas que le escuchamos decir a la señora Mondino fue que los homosexuales y las lesbianas son lo mismo que una persona llena de piojos.
Existe un círculo que se retroalimenta de manera perversa entre las personas que conforman este Gobierno homofóbico y fascista y muchos de sus votantes, porque desde el Gobierno saben que tienen el apoyo de gran parte de la sociedad civil para decir este tipo de cosas, y a la vez, gran parte de la sociedad civil se siente apoyada por el Gobierno para poder también reproducirlas.
Permitir que estos discursos sean dichos con naturalidad es algo muy grave, porque como bien se dice siempre desde el movimiento feminista en relación a la violencia, la palabra nunca es algo menor, la palabra es lo primero que aparece en la escala de agresiones en las relaciones violentas, y una vez que eso se permite, que no se le pone un límite, todo lo demás también se legitima. En los casos de femicidios, la mayoría de los hombres violentos hacen eso: primero gritan, insultan y menosprecian, es decir, ejercen una violencia de tipo psicológica, para luego empezar a ejercer violencia física. Son episodios que van in crescendo, la violencia cada vez es más fuerte y más frecuente, hasta que terminan en el homicidio. Por supuesto en el medio también están los “arrepentimientos” y los pedidos de “disculpas”. Todas manipulaciones para poder seguir en la toxicidad del vínculo, pero los actos se siguen repitiendo, y son acciones que suelen tener su origen en la posesión y en los celos, y también en el temor y en la dependencia hacia la otra persona.
En el caso del Gobierno de Milei lo que sucede es algo parecido, hay de fondo mucho temor a cualquier persona que no piense como ellos, porque saben perfectamente que sus palabras no son racionales, no están basadas en argumentos, sino en impulsos y en emociones violentas. Y además hay un gran deseo de venganza, por parte de muchas personas machistas, homofóbicas y misóginas que hoy gobiernan la Argentina. Quieren vengarse por todos esos años en los que el feminismo logró, no sin mucho esfuerzo y organización previos, participar de la agenda pública y defender los intereses de las personas más vulnerables y desprotegidas de la sociedad.
El triple crimen lesbo-odiante de Barracas está íntimamente relacionado con todo esto: la legitimación de estos discursos, la falta de límites, la creencia de que la palabra no tiene el poder que verdaderamente tiene, o el no darle importancia a lo que se dice o se hace. Hay una gran falta de empatía y de responsabilidad a la hora de expresarse.
Y tampoco podemos pasar por alto la implicancia de los medios masivos de comunicación en todo esto: esas grandes corporaciones que solo responden a sus propios intereses económicos, y que también gobiernan al país, incluso muchas veces con bastante más poder que el propio Gobierno o la propia política. Estos grandes monstruos de las pantallas (principalmente televisión y redes sociales) son los primeros en promocionar los discursos de odio. Y lo hacen las 24 horas del día sabiendo muy bien las consecuencias que esto trae.
Lamentablemente, una sociedad en donde todo pareciera estar permitido, donde no se entiende que toda acción tiene una consecuencia y no se asume esa responsabilidad, es una sociedad que está perdida, que está a la deriva, y que se termina haciendo un enorme daño a sí misma.
Buenos Aires, 16 de mayo de 2024.
*Guionista, periodista y docente.