Javier Milei implementa un retroceso inédito en materia de derechos esenciales. La dirigencia política y judicial tienen la responsabilidad de frenarlo.
Por Carlos Rozanski*
(para La Tecl@ Eñe)
Javier Milei es parte de un fenómeno criminal complejo. Los graves delitos que se están cometiendo en el país desde el corazón del Estado no son inéditos ni revolucionan el mundo del derecho penal. Son antiguas formas de dañar al prójimo y enriquecerse, modificadas por la aparición de nuevas tecnologías que le dan particularidades propias. A su vez, implican un desafío a toda una comunidad política y jurídica que parece no estar en condiciones de dar una respuesta válida para frenarlas.
Así, la estafa Libra, por ejemplo, que tuvo como principal e imprescindible ejecutor al presidente de la Nación, no es otra cosa que una variante de la defraudación “piramidal” o el conocido “avión”. La particularidad en este caso es que se logró gracias a las nuevas y vertiginosas vías de comunicación digital. De ese modo, un simple y breve posteo de Javier Milei, habilitó en muy poco tiempo, en horas, una estafa de cientos de millones de dólares que dejó un tendal de víctimas en todo el mundo.
Hay que aclarar que, si bien la cara visible de la estafa Libra es Javier Milei, del crimen participaron, además, distintos actores del poder Ejecutivo pertenecientes a su círculo más cercano. Las pruebas de ello son tan numerosas y evidentes que se volvieron invisibles.
No obstante, al tratarse de uno de los fraudes más grandes de la historia, como se lo ha calificado, a tres meses de producido no hay avance alguno que permita ser optimistas sobre una eventual sanción de sus reales responsables. Ello, por cuanto los dos ámbitos habilitados a responder han dado muestras de una impotencia manifiesta. Tanto el judicial como el legislativo, integran el panorama de anomia que recorre nuestra geografía.
Ese cuadro delictivo no sólo está integrado por la mega estafa aludida, sino que se suma a ella la larga lista de crímenes gravísimos que se están cometiendo desde el 10 de diciembre de 2023. Acumular millones de kilogramos de alimentos para personas hambrientas o negar medicamentos a enfermos de cáncer, HIV o hepatitis, son apenas una muestra de una zaga delictiva que, por su particular crueldad, remite a los momentos más oscuros de la historia de la humanidad.
Ante semejante panorama, los dos restantes poderes del Estado no han dado aún respuesta efectiva alguna. Se impone aclarar que no se podría alegar ausencia de leyes que regulen esas respuestas. Por el contrario, Argentina es uno de los países con mayor protección legislativa de derechos humanos del mundo. Claro que, si las normas no resultan respaldadas por un sistema eficiente que las ponga en práctica, son sólo tinta sobre papel.
En ese sentido, en la realidad actual de nuestro país, los obstáculos más importantes para dar respuesta al fenómeno criminal en marcha se encuentran en el corazón mismo de las dos instituciones involucradas que son el Poder Judicial y el Congreso de la Nación.
En la primera de ellas, es posible observar tres espacios diferenciados de posicionamiento. Uno integrado por funcionarios corruptos que encubren las fechorías de las bandas gobernantes. El arco va desde la impunidad de los actores principales no investigados en el atentado contra la vida de CFK hasta la obscena y criminal agresión semanal a jubilados. El encubrimiento desde ese sector no puede hoy ser negado.
El otro universo de magistrados y funcionarios está compuesto por gente de notable decencia y dedicación pero que sufre fuertes presiones y condicionamientos. Se encuentra silenciado ante lo que está sucediendo.
Finalmente, en el medio de esos extremos, hay un amplio espectro del poder judicial que podemos denominar “diletantes” que, como ha sucedido a lo largo de la historia, acompañan cual hoja en el viento los momentos políticos que se alternan.
La parálisis actual del Poder Judicial en cuanto a reacción es tal que Javier Milei no necesitó medida alguna de ataque ni pedidos de juicio político a jueces. Incluso la frustrada designación de dos supremos por decreto no alteró las quietas aguas de los tribunales. Por el contrario, el citado encubrimiento del atentado a CFK, así como la incalificable condena dictada por los Liverpools, que hoy se encuentra ante un inminente fallo de la corte, son elocuente muestra de lo dicho.
Sucede que jueces y fiscales federales que frecuentaban la casa rosada y Olivos en época de Macri, continúan desde sus despachos en una funcionalidad directa con el actual régimen. Hace pocos días, los representantes de la corporación judicial en el Consejo de la Magistratura, al mejor estilo parlamentario, abandonaron la reunión dejando sin quorum para tratar graves y probadas imputaciones a emblemáticos magistrados federales (escándalo de Lago Escondido). Se trató de una nueva muestra de que la protección corporativa en ese espacio de gran poder se encuentra intacta.
En lo que respecta al Congreso de la Nación, la situación no es muy distinta. Hay un núcleo “duro” de personajes libertarios con características de personalidad y discursos que ocupan bancas en ambas cámaras y marcan un particular clima de época.
Conocido es el caso de Lilia Lemoine, que propuso un plazo de quince días para que los varones puedan renunciar a sus obligaciones parentales. Funda su propuesta en que las mujeres le “pinchan los forros” (SIC) a los hombres para quedar embarazadas.
Igualmente conocida es su propuesta para testear casos de coronavirus. Así, propuso “agarrar a un enfermo de coronavirus, hacerlo toser arriba de una mesa y que después vaya otra persona, por supuesto sin factor de riesgo, a chupar la mesa y ver si se contagia o no se contagia?” (1). La misma legisladora sostiene que la tierra «es plana y hay una gran pared de hielo que la circunda». Con ese curriculum, Lilia Lemoine fue designada y es la actual Secretaria 1° de la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados de la Nación.
En igual sentido, hay que recordar que el diputado Alberto Benegas Lynch, sostuvo públicamente en 2023 que las ballenas y los elefantes se extinguen porque no hay alambrados. Propuso la privatización de los océanos para evitar su extinción (SIC). Actualmente Bertie es el presidente de la Comisión de Finanzas y secretario de la de Presupuesto de la Cámara de Diputados de la Nación.
Los ejemplos citados son pertinentes porque ayudan a comprender la emergencia que atravesamos como sociedad. Cuando personajes tan peligrosos llegan a cargos de esa importancia, la envergadura de la tragedia los trasciende. No se trata sólo de desquiciados individuales que en su desvarío exponen teorías absurdas y por momentos hasta hilarantes. Tampoco de un outsider como Milei, que violento y exaltado, proponía en 2019 privatizar las calles de Buenos Aires para que cada propietario cobrara peaje a los automóviles que circulaban por su calle. (2)
Por el contrario, el surgimiento y permanencia de esos representantes de una marginalidad alarmante deben analizarse en el contexto en que tienen lugar. Y ese contexto es el sintetizado de un poder judicial infiltrado y quebrado así como un congreso sin recursos ni decisión política para poner freno a la tragedia libertaria.
Es evidente que las estrategias comunicacionales de la nueva extrema derecha han impactado fuertemente en la subjetividad de un electorado clave. Al menos en aquel porcentaje necesario para definir una elección. Pero hay que agregar que ese impacto atravesó además trasversalmente a la sociedad argentina.
Así, cuando cada miércoles adultos/as mayores, periodistas, futboleros y ahora curas, son apaleados por centenares de agentes pertrechados para una guerra, la sociedad argentina está rota. Quienes desde el poder real dirigen las marionetas desequilibradas, que son caras visibles del régimen, han desarticulado uno de los principales soportes de una comunidad que es la posibilidad de reacción ante los atropellos.
Es la catastrófica posverdad libertaria. Es aquella que distorsiona la realidad, relativizando todo discurso racional, permitiendo que oscuros y violentos personajes despojen a una sociedad golpeada y ofrenden los billonarios frutos a sus mandantes.
En ese delirio, Milei afirma a los gritos que hay que crear un “mercado libre de adopciones de niños”, que asistir a bebés con cardiopatías congénitas es “un gasto para el Estado” y que los trabajadores explotan a sus empleadores. Síntesis inmejorable del tránsito hacia una distopía que muchos aún se niegan a reconocer.
Javier Milei implementa un retroceso inédito en materia de derechos esenciales. Desde aquella Roma donde habría conocido dos mil años atrás a su perro, hasta la quinta de Olivos en la que se imagina a sí mismo bajando a las seis de la mañana, café en mano y en mameluco, el presidente delira. Los padecimientos extremos que ese delirio ocasiona a los más vulnerables deben cesar. La dirigencia política y judicial tienen la responsabilidad de frenarlo.
Después, siempre es tarde.
1-18/12/2019 Programa “Vía Pública” TVN chilena
2-Perfil 09-05-2024
Buenos Aires, 19 de mayo de 2025.