La Patrona del Mal… o del Peor, capítulo veintidós del folletín “LA CARRIÓ – Retrato de una Oportunista” – Por Carlos Caramello

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La Patrona del Mal… o del Peor, capítulo veintidós del folletín “LA CARRIÓ – Retrato de una Oportunista” – Por Carlos Caramello

La relación entre miembros de Juntos por el Cambio y las drogas es una cuestión largamente probada y Lilita no ha quedado al margen de esto. Desde prestar el living de su departamento para que un reconocido narco participara en el armado de la famosa “Operación La Morsa” hasta las acusaciones que pesan sobre su hijo Enrique Santos de pertenecer a un cartel mexicano, todo está detallado en “La Patrona del Mal… o del Peor”, capítulo 22 de la biografía incómoda LA CARRIÓ: Retrato de una Oportunista con el retomamos la publicación de este folletín que los lectores reclaman. 

Por Carlos Caramello*

(para La Tecl@ Eñe)

“En los sesenta la gente tomaba ácido

para hacer el mundo raro.

Ahora que el mundo es raro,

la gente toma Prozac para hacerlo normal.”

Damon Albarn

Que en 2011 haya elegido como compañero de fórmula presidencial a Héctor Toty Flores, suegro de Roberto Andrés Herrera -quien fue detenido en agosto de 2011 por tener un laboratorio de droga sintética en su casa pero que ya había estado preso dos veces por estupefacientes-, pudo ser una casualidad… al fin y al cabo nadie es responsable de lo que hace un pariente. Y, además, ella lo explicó con toda claridad: “Como gran parte del conurbano, el yerno de Toty -lo tenía a su lado con cara de compungido- también ha tenido problemas con las drogas. Pero esto es claramente una venganza del PJ a lo que venimos diciendo en los últimos días”. Pero, claro Lila. Ya entendimos.

Y que el empresario Omar Daniel Pancari, condenado en el marco de la causa Manzanas Blancas II (una operación de tráfico de cocaína a España disimulada en cajones de manzanas), haya sido asesor del bloque de la Coalición Cívica en la Legislatura porteña desde el 2011 hasta que fue detenido en 2015, también podría ingresar dentro del amplio mundo de las casualidades… sobre todo porque el Estado no ha podido resolver aún el tema de elaborar un certificado de antecedentes con perspectiva de futuro.

Es más: que el living del departamento de la doctora Carrió, santamente presidido por la imagen de la Virgen Desatanudos y una figura del Sagrado Corazón tamaño iglesia, haya servido de locación para que José Luis Salerno (procesado por “defraudación, comercialización de remedios falsos y por liderar una asociación ilícita”) hiciera falsas acusaciones que fueron utilizadas como parte de una operación político-periodística con el objetivo de desprestigiar a un candidato peronista en campaña para la gobernación de la provincia de Buenos Aires, hasta se hace comprensible por lo que ella misma ha definido como su “responsabilidad republicana”.

Eso quedó claro cuando, en un reportaje concedido a la señal Todo Noticias, la diputada de Cambiemos explicó Hace dos o tres semanas los periodistas Wiñazki y Alegre van a casa y lo llevan a ese señor Salerno. Yo como autoridad federal, les digo que voy a hacer un acta. Entonces se graba la conversación en mi casa, y yo dejo constancia con escribano». Que nunca se haya explicado por qué los periodistas llevaron a un narco a su casa y no lo entrevistaron, por ejemplo, en el canal en donde trabajaban, es apenas un detalle.

No contaba entonces con el reportaje concedido a radio La Voz de Paraná por un tal Ramón, que se presenta como “ex – SIDE” quien, además de asegurar “Julio César Posse es el nombre real. Él es Julito, El Gitano, El Loquillo, y La Morsa”, cuenta que “Aníbal Fernández no era querido, por su forma de ser, chocante. Había que limpiarlo. En qué sentido? Armarle causa. Entonces Carrió, con Alejandro Camino, un ex mayor del Ejército de Inteligencia, que estuvo destinado en Santa Fe en el 121, y el Teniente Coronel Osvaldo Pappa, hoy fallecido, que estuvo en Tablada… cuando ocurre todo esto, se sentaron… en eso estaba Bonadío… que hoy quisiera que esté con vida para aclarar algunas cosas con él… desde la pistola que se sacó de la caja fuerte para matar al chico que mató por la espalda… en el procedimiento dicen que son 45 kilos, y terminan siendo 30 kilos de droga. Que dé explicaciones de las reuniones con Carrió, porque era muy amiguito de Carrió”. Pesado ¿no?

Incluso es hasta anecdótico que ella sea parte de un espacio político que tuvo funcionarios de alto rango procesados y condenados a prisión por narcotráfico y cuyo líder, el ingeniero Mauricio Macri, es íntimo amigo del ex mandatario paraguayo Horacio Cartes, quien ha sido señalado por la DEA como “encargado de blanquear grandes cantidades de dólares generados a través de transacciones ilegales, incluido el narcotráfico”. Porque, al fin y al cabo, ¿quién no tiene un dealer en su estructura partidaria?

Lo que no termina de vislumbrarse es por qué en enero de 2011 -hace ya más de 12 años-, Carrió afirmaba a un medio español: “La droga es un negocio absolutamente amparado y promovido por este Gobierno, de modo tal que nadie puede controlar a nadie» y aseguraba que, en sus manos y las de sus colaboradores, obraban todas las pruebas para comprometer seriamente a un alto funcionario de entonces ante la Justicia. No obstante, aclaraba: “Por ahora no hablaremos hasta no haber redondeado la investigación”. Y después, nunca más nada. Ni una palabra. Ni una módica denuncia. Cri-Cri… Raro.

Se sabe que, entre los miembros de Cambiemos es bastante usual esa especie de propensión a lo que, en jerga psicoanalítica, se conoce como “transferencia”: ver o referenciar en el otro, las propias fallas o defectos. Macri acusando a sus opositores de mentir y diciendo que él no soporta la mentira es el botón de muestra que alcanza y sobra.

Será por eso que algunas de las operaciones cruzadas entre ellos mismos también tuvieron eje en el tema de la droga. Y Elisa Carrió no se salvó.

A mediados de los ´90s, cuando recién asumía como diputada y empezaba a adquirir alguna notoriedad, su hijo mayor, Enrique Santos Carrió, conocido familiarmente como “Chinqui”, viajó a Londres. Los motivos que aparecen en sus distintas biografías son celos. Dicen que se fue porque no podía soportar el brillo que emanaba su mamá.

Sin embargo, ya por entonces, en los corrillos del Congreso se hablaba de que había sido detenido en la provincia de Corrientes con varios kilos de cocaína de máxima pureza y que, gracias a los contactos judiciales de la madre, consiguió una suerte de probation que lo obligaba a abandonar el país.

“Chinqui” pasó un tiempo en el Reino Unido estudiando artes escénicas y luego “desapareció” para reaparecer 22 años después en medio de una operación que alcanzó ribetes de escándalo y que puso en riesgo la siempre frágil unidad entre la Coalición Cívica y el PRO.

Por 2017, tiroteada con algunos de los personajes por entonces centrales en la estructura del gobierno, Lilita abría frentes de manera, como mínimo, peligrosa.

Se enfrentaba con Juan José Aranguren, al frente del ministerio de Energía, por la concesión de las redes de distribución del Gasoducto del Nordeste Argentino que, al parecer, Lilita pretendía que fuese para Hernán Medvietzky, dueño de Amarilla Gas, Vaya uno a saber los intereses. Peleaba con la pistolera Patricia Bullrich por el intento de “la ministra pum-pum” de cargarse al pollo carapintada de Lilita, José Gómez Centurión y, como si todo eso fuera poco, también batallaba contra la AFI porque se había filtrado, con lujo de detalles, un viaje a Paraguay que ella había realizado en aparente secreto con el fin de entrevistarse con Alejandro Caminos, un ex militar que actuaba como agente de inteligencia .

Elisa fue a los medios, prendió el ventilador y repartió para que posean, utilicen y guarden en el freezer: “Que quede claro: acá me espían, me vigilan, escuchan mis conversaciones y hacen informes sobre la gente que se reúne conmigo. Varias personas que se fueron de mi casa recibieron llamados preguntando qué habían hablado conmigo», denunciaba.

Y, no contenta, pidió cabezas: “Majdalani se tiene que ir. Ella controla lo que se hace en la AFI, y la usa para hacer espionaje político y operaciones. Y en esas cosas trabaja también con Cristian Ritondo, que es asesorado por (el intendente de Ezeiza, Alejandro) Granados, (el ex jefe de la Policía Bonaerense Hugo) Matzkin y una agencia de inteligencia que se llama C3 y que maneja un señor Leonardo Scaturice».

Unos días más tarde, se sentó en un living que es casi casi como su segundo hogar, el de «Desde el Llano” y todo lo suelta de cuerpo que le permite estar con un amigo como lo es Joaquín Morales Solá, miró a cámara y dijo: “¿Quién me va a defender a mí, señor Macri, que siempre pongo la cara por usted? Yo tengo que acusar a todos y defender a un montón más. Y a mí ¿quién me defiende?(…) Siempre me defiendo sola. Estoy cansada, tengo cansancio de la podredumbre, porque me la paso limpiando hace 20 años. Limpio un poco… y más mugre, y hasta los honestos se enojan con uno”.

Ahí empezó su particular peregrinación -que duró un par de meses- reclamando falta de apoyo de los medios. “Tengo un profundo cansancio moral, me cuesta creer en alguien» escribió en su cuenta de Twitter el 20 de mayo de 2017. Y agregó: “Nunca creí que me podría pasar esto en un Gobierno de Cambiemos”

El “vuelto” no tardó en llegar… y no fueron caramelos. En algunos blogs comenzó a publicarse que Enrique Santos Carrió, conocido en México como «El Chamaco», tenía fuertes vinculaciones con el Cartel de Jalisco Nueva Generación. “‘El Chamaco’ es amigo hace años de Oscar Nava Valencia, sobrino de Luis Valencia, del cártel del Milenio. Pero Santos Carrió, más allá de sus amistades, integra el cártel Jalisco Nueva Generación y tiene cinco expedientes abiertos en Procuración General de la República (PGR), dos por lavado de dinero y tres por tráfico de drogas. Algunos cuates cuentan incluso que ‘El Chamaco’, que es uno de los cinco líderes del Jalisco, es realmente un ‘fucking mago’ y hasta logró que la guerra con miles de muertos entre el cártel del Golfo y los Z, no lo agujerearan ni a él ni a sus secuacesreproducían páginas de dudosa procedencia. Tan dudosa que se parecía demasiado a opereta de guerra sucia entre servicios de «inteligencia”.

La tensión creció en 2018. Carrió hacía malabares para estar peleada pero no romper. “Ya no tengo cabida para luchar contra la corrupción y los derechos humanos en este Gobierno. Pero no me voy a ir de Cambiemos. Voy a seguir acompañando por los que siempre me creyeron y estuvieron conmigo”, declaraba en Clarín que la daba por jubilada.

Iba a la TV a pedir la cabeza del ministro de Justicia como condición para amigarse con Macri, y hasta llegó a decir que ya no le tenía más confianza a Mauricio. Finalmente, el cuello de Garavano quedó intacto, llegó 2019 y con ese año, la campaña. Lilita se subió a la ola pero… pero…

El 13 de marzo de 2019, el canciller Jorge Faurie, un hombre bastante sensible a cosas que nunca ocurrieron (a nivel llorar por la firma de un acuerdo que había nacido muerto) llamó a Carrió para notificarle que su hijo “Chinqui” estaba detenido en México desde el 28 de febrero por una supuesta causa de drogas y armas.

Antes de estallar la Matrix, Lilita llamó a Enrique que le contestó lo más campante desde su casa. Y aquí viene algo bastante sorprendente: a fojas 64 del expediente de la causa «PUFF» (a la que nos referimos en otro capítulo) el juez Claudio Bonadío deja constancia que la diputada chaqueña por CABA se había comunicado con el juzgado para contar que había recibido ese llamado del canciller Faurie.

Si todo era ya un disparate, que un juez federal, que instruía una causa totalmente ajena, participara de estos pases de facturas… ¡Mamadera! Pero la cosa no terminó ahí ya que Bonadío aparentemente llamó al Canciller por teléfono y le dio algún mensaje que todavía no conocemos.

La sangre no llegó al río: ni al de la Plata ni al Grande. Pero quedó un regusto ácido… como el de algunos de los saladitos que se sirven el 4 de julio por las fiestas patrias.

Buenos Aires, 25 de febrero de 2023.

*Licenciado en Letras, escritor, periodista y analista político.

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