En la multitudinaria jornada en defensa de la educación pública, se sumaron a las miles de personas que pusieron el cuerpo, los libros, a la par de sus lectores.
Por Rodolfo Hamawi*
(para La Tecl@ Eñe)
La marcha en defensa de la educación pública fue por su masividad, diversidad y contundencia de sus reclamos, una bocanada de aire fresco.
Así como la histórica movilización en 2017 contra el intento de impunidad a los represores de la Dictadura, llamada del 2 x 1, demostró que la defensa de los derechos humanos es parte del pacto de convivencia de la mayoría de nuestro pueblo; ésta puso de manifiesto que la educación pública es un valor que hace propio nuestra sociedad.
En esta jornada donde miles personas pusieron el cuerpo para defender sus derechos, se sumaron a la par de sus lectores, los libros. Sucede que hubo una propuesta previa de llevarlos. Y allí marcharon de la mano de sus amorosos dueños. Esos textos, se notaba, no fueron elegidos al azar, no fueron tomados a las apuradas de los estantes de las bibliotecas de cada uno. Sino que fueron llevados como estandartes, como pequeñas pancartas.
Esta tarde de otoño bella en todo sentido, desfilaron ejemplares de la Constitución Nacional con su mensaje de legalidad, normas de convivencia, bases de una Nación que este gobierno intenta disolver.
También hubo varios de Pablo Freire, con sus enseñanzas de una pedagogía liberadora, llevados por docentes que nos querían mostrar qué es eso de enseñar.
Vi pasar algún texto de Orwell, quizás para ayudarnos a pensar la pesadilla que estamos viviendo desde diciembre.
Una mujer portaba, para que se viera, Dialéctica del Iluminismo, un mensaje de aquellos pensadores de Frankfurt que nos invitaron a ejercer el pensamiento crítico, a entender las condiciones sociales, culturales y políticas en las que surge un concepto, diciéndole a Milei y sus acólitos que se dejen de joder con eso del adoctrinamiento. Estudiar ideas y pensadores no es adoctrinar, es ejercer la bella y potente acción de pensar.
Vi dos marchantes acompañados por El Eternauta, haciendo carne la necesidad del héroe colectivo (que no proviene del Llao Llao).
Para que no haya dudas que la marcha fue política, un joven llevaba el libro de Mario Wainfeld, Kirchner, el tipo que sabía. Una piba eligió como compañía, mostrando que la cosa es seria, a León Trotsky y su Programa de Transición.
Hubo también alguien que con cierta ironía llevaba un libro titulado Psicopatologías de Gatos y Perros, quizás un guiño a Conan y su dueño.
Seguramente hubo muchos más autores y títulos desfilando, con su poderoso mensaje de respeto por el intercambio de ideas, las diferencias con el otro. Porque no habría libros sin el otro, sin el interlocutor real o imaginario para el que se escribe. Categorías ausentes en la secta paleolítica que nos gobierna.
Paradojas de estos tiempos sombríos, en estos días se inaugura la Feria del Libro. El Gobierno estará ausente en el acto inaugural, decidieron presentar el libro del presidente en la Pista Central, esa que tiene un perenne olor a bosta.
Buenos Aires, 24 de abril de 2024.
*Docente y editor.
2 Comments
Clara y concisa reseña de lo que vivimos ayer los Miles y Miles de estudiantes, docentes, personal no docente, próximos estudiantes, militantes de diversas organizaciones y sindicatos. Dato de color, el nombrar solo algunos de los libros que se vieron dando una clara identidad de sus lectores y de lo que se quiere defender y difundir. A seguir la lucha, mi estimado.
Gran marcha donde la política,como en todos los días de nueras vidas nos acompañó, pero respetando al.otro, fue la marcha de DIVERSIDAD, persiguiendo un objetivo común: la Educación Pública, libre y gratuita. Esa que nos eleva y nos hace creer creciendo.
Sin slogans partidarios eso quedará para otras manifestaciones ,cuando ya no se soporte más y ahí los partidos elevarán sus propuestas.