Los medios de comunicación traman nuestros intereses y preocupaciones, y el mundo del fútbol no escapa a esa lógica de manipulación de la sensibilidad social.
Por Matías Forlani*
(para La Tecl@ Eñe)
Una vez más los medios de comunicación traman nuestros intereses y preocupaciones, nuestra reflexión y nuestra compasión. ¿Serán nuestras?
Todo un maquillaje de tonalidades musicales y vibraciones físicas expuestas a plena luz de rápidas y veloces cámaras de filmación genera como un campo magnético o una radiación de pura atracción afectiva y/o emocional. Me refiero al fútbol y lo que en el ser de este país genera (quizás también sea de expresión mundial). La preparación de ese campo afectivo y emocional ante el cual parecería no poder no prestar atención, lleva a pensar que el argentino y la argentina tendrían una inclinación natural y esencial hacia la emocionalidad que parecería ser propio del despliegue que acontece en ese espacio en el que algunos quieren ser triunfales.
La cancha es hoy un campo de atracción. Todo un mundo de factores trama ese espacio como inherente a la emoción. Algo así como el lugar o el espacio/tiempo donde la emocionalidad le es esencial y natural.
Sin entrar a discurrir si uno es más o menos crítico y responsable con el bienestar social a causa de ver día tras día las cámaras que incitan nuestra precaria atención, lo que sí se puede estar generando en ese campo trazado, en principio, por una pelota y unos cuerpos corriendo y tramando con ella, es un modelo de emocionalidad. La emoción o las emociones tendrán su rostro, sus gestos, sus muecas, su delimitada expresión ante la cual se incitará a que nos identifiquemos. Toda esa expresión que las cámaras de los medios de comunicación irradian y expone de día y de noche.
Todo un colorido circo de lo emocional intenta, día tras días, continuar con su intencionalidad. Roses y poses, miradas y gestos, dichos y riñas que se enfocan, que se muestran, que se iluminan, se repiten, se potencian y, poco a poco, se va gestando todo ese armazón emotivo que parecería no se puede no seguir. Las expresiones afectivas son resaltadas. Se presenta un micro trabajo mediático sobre el llanto y las risas. Las genuinas expresiones afectivas son maquilladas, manipuladas, exaltadas. El llanto de alegría y los gestos de camaradería se unen o se enfocan con el grito apasionado de los hinchas en las tribunas. Cantos y bombos se enfocan con muecas y miradas furtivas. Guiños, posturas, cuerpos que se tocan y se empujan. Todo a nivel muy expresivo a la vez que tramado en líneas micro moleculares. Las cámaras sobrevuelan los cielos estelares de los grandes monumentales y enfocan, al mismo tiempo, los mínimos deslizamientos oculares. Ojos y miradas cósmicas. Pero también, un resaltar en cámara lenta de ínfimas muecas alumbradas.
Más de veinte machos son resaltados y vanagloriados, allí ellos, pura emocionalidad hacia nuestro vilipendiado pueblo que tanta alegría parece necesitar. Por ellos y para ellos, y de ellos hacia toda la nación. Tal es un argumento que insiste clamorosamente en los medios de comunicación. Entre emociones y dichos que remiten al pueblo, algo de una común unión parecería gestarse. Algo nos une, ya no el amor, ya no el espanto, sino esa emocionalidad gestada, gestionada y atravesada por toda una artillería de producción. ¿Se quiere hacer la película y la ficción de un mundo feliz y a pura emoción? ¿Se busca generar más lucro y ganancia con toda esa emocionalidad resaltada e iluminada? ¿La unión mediante la ganancia emocional? ¿Un resaltar el mundo afectivo y la construcción de una ilusión de que algo, por fin, nos une como Nación? Allí no hay grietas de colores ni banderas en flamante oposición. Hay, sí, la más pura expresión de amistad y hermandad, unidas por llegar a la final.
Tonos, tonalidades, vibraciones sonoras y musicales, diferentes enfoques y perspectivas, traman la “rostrosidad” reluciente en los micro detalles. Se configura así, y allí, todo un agenciamiento emotivo y festivo. Un lugar para sentirse si no a gusto, sí en intensidad. Que invita, incita, intensifica a la empatía. Toda una sensibilidad social recorre a la pelota. Los tiesos músculos y los resonantes abrazos confirman quizás la ilusión de una comunidad por fin pura y afectiva. Constituida a pura emocionalidad.
Ya sabemos, este campo se lo conforma afectivo, de corta duración, “no durará más de un mes”. La dopamina intensa y mundial, y la intensa parafernalia emocional, van trazando y diciendo frente al no se puede no emocionar y comulgar, al no se puede no vibrar, en qué imágenes nos identificarán.
Una vez más, el clima festivo y social marca nuestras maneras de obrar. Delimita nuestro mundo interno y emocional e ilusiona con un gran y eterno carnaval.
Una vez más, la sensibilidad social configurada tiene entre sus títeres a unos deportistas con un gran sueldo mensual, y a poblaciones que ante la alegría mundial se ilusionan con pertenecer y creer que estamos incluidos en ese vibrátil y lejano mundo de lujos y despilfarros, y, entre bambalinas, avaros empresarios del poder mundial.
Mendoza, 28 de agosto de 2024.
*Lic en psicología. UNSL. Doctorando en Ciencias Sociales. UNcuyo.