Estela Grassi sostiene que el presente de la Argentina es más oscuro y falto de escrúpulos que los neoliberalismos de la dictadura, los años noventa y el macrismo. Más aún, afirma que el presente es más sombrío porque de esa falta de escrúpulos participan las instituciones de la democracia.
Por Estela Grassi*
(para La Tecl@ Eñe)
Las pasadas celebraciones de la Declaración de la Independencia, el 9 de julio, permiten disparar una serie de reflexiones acerca de la futilidad de los principios que enarbolan quienes tienen al dinero como único principio. El internacionalista número uno del mercado capitalista, el que se prepara para el premio Nobel por querer liberar a los ricos de las garras del maldito Estado, el que se propuso refundar el país liberal con la pretenciosa Ley de Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos, de pronto se volvió patriota, se fue a Tucumán a firmar un Pacto de Mayo, tan propio de su grandilocuencia, al que su hermana, funcionaria-cuidadora a la que nadie eligió, le estampó su firma junto a 17 gobernadores y al Jefe de gobierno de CABA, mal que bien, democráticamente elegidos. Su omnipresencia y poder de disponer de recursos y funcionarios de gobierno, ¿no recuerda a la influyente y temible esposa de Daniel Ortega, el repudiable presidente de Nicaragua, puesto en el grupo de los dictadores populistas que escandalizan a los libres del mundo liberal? Desde 2017, Rosario Murillo -de ella se trata- ocupa la vicepresidencia de su país.
Después del su pueril discurso en Tucumán, Milei regresó a Buenos Aires, donde sacó a desfilar a las Fuerzas Armadas de la patria, incluida la Aérea, aunque no se informó si surcaron el cielo los aviones comprados a Dinamarca. Y luego, se dio tiempo para ironizar acerca de las palabras del arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, quien recordó en su homilía que hay niños con hambre revolviendo basura y gente muriéndose de frío en las calles, mientras que… a muchos les falta el termómetro social de saber lo que viven los argentinos de a pie, recordándole a los funcionarios presentes que somos una comunidad… hermanos, hijos de la misma Patria”.
Pero ni el presidente ni su vice sienten por ellos alguna hermandad, tal como Milei le hizo saber al cura a través de la red X, aclarando que le subió la temperatura del canil que sus perros tienen en la residencia de Olivos. No puede ser de otra manera, porque desde lugares no idénticos, para ellos la patria se termina en el mercado o en el patrioterismo rancio de los dictadores, aunque flameen las banderas.
Toda esta parafernalia recuerda otro festejo, el del Bicentenario de la Independencia con Macri, también en Tucumán, pero entonces como protagonista y ocupando el palco principal, no como ahora, sin siquiera una silla. Fue un festejo diferente, porque en 2016 el expresidente no firmó ningún pacto ni se subió a los tanques de la patria, sino que pudo imaginar la angustia de los congresistas de 1816 por tener que dejar de ser colonia del querido rey con quien, en ese momento, a 200 años de aquella gesta, compartía el palco del acto celebratorio, junto a su elegante esposa y su hija pequeña.
El neoliberalismo macrista desconoció la historia al punto que en los billetes se reemplazaron imágenes de los protagonistas de los distintos momentos de formación del Estado argentino por animalitos de la región. A lo sumo, sus referencias fueron a los últimos 70 años de decadencia (70 que también fueron 40 ó 90, las precisiones no son el fuerte de neoliberales ni libertarios). El libertarismo actual, en cambio, menta la historia, pero la fija en los orígenes de la acumulación capitalista y confunde las Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, que Juan B. Alberdi publicó en 1852, con la sola fundación del mercado, desconociendo la fundación de la Nación. Es decir, se olvida de la organización política.
Visto desde estos actos, el neoliberalismo macrista luce menos hipócrita que el libertarismo mileísta y el complemento patriotero de la Vice, genuina ocupante del tanque, en el que Milei se ve como un niño al que permiten jugar a la guerra para ser fotografiado.
Pero al internacionalista Milei le cuadra enarbolar banderas nacionales cuando la ocasión lo amerita: levanta el puño desde el tanque de guerra junto al entusiasmo de Villaruel, y hasta se sube al triunfo de la selección nacional de fútbol, mientras busca ampliar el negocio con la venta de los clubes a inversores privados.
Al tiempo, la Vice se ofende porque la Federación Francesa de Fútbol expresó su malestar por los cantos racistas y homofóbicos de jugadores de la selección que son compañeros de equipo de futbolistas franceses e ingleses afrodescendientes, y declara que ningún país colonialista nos va a amedrentar y ¡viva la argentinidad!, porque Argentina se hizo con el sudor y el coraje de indios, europeos, criollos y negros. Justo cuando el presidente se propone viajar a Francia a presenciar los Juegos Olímpicos, aunque desfinanció a los atletas nacionales.
Entre tanto sentimiento nacional, el gobierno se desentiende de la ocupación colonial de las Islas Malvinas, el presidente expresó hace tiempo su admiración por Margaret Thatcher que ordenó hundir el buque Gral. Belgrano, y los criollos trabajadores y pobres del presente son olvidados y abandonados a la buena de Dios (privilegia el bienestar de sus mastines), mientras la Ministra de Capital Humano persiste en amarrocar alimentos y mantas, negándose a entregarlos a los comedores comunitarios y a quienes mueren de frio en las calles. Pobres sin techo que un funcionario del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Diego Kravetz, que comparte ideología con el gobierno nacional, pretende disciplinar con el orden los paradores. Según la visión del secretario de seguridad porteño, si se le ofrece comida lo acomodás a la pobreza. En cambio, en los paradores hay reglas, como despertarse a tal hora, bañarse sí o sí, no se puede tomar alcohol y hay quienes no lo quieren hacer porque tienen en la cabeza otra forma de vida.
“La biblia y el calefón”, futilidad de las palabras, oportunismo, pragmatismo libertario, desprecio por la razón y la coherencia. Así en la cultura como en la economía: de liberar a las fuerzas del mercado del Estado que es una organización criminal, a intervenir en el mercado de cambios por su gigante ministro de Economía, mientras designa un coloso para un nuevo ministerio de Desregulación y Transformación del Estado. Es otro exministro confeso neoliberal, Adolfo Prat Gay, quien le recuerda al presidente aquello de que los fugadores son héroes porque escapan a las garras del Estado, según les dijera a los empresarios reunidos en el hotel Llao Llao, hace unos pocos meses.
El liberalismo de las dictaduras militares fue siempre aperturista y libremercadista en lo económico (Martínez de Hoz, el más reciente, puso las bases de lo que sería un ciclo largo de un régimen neoliberal de acumulación) y profundamente conservador desde el punto de vista cultural: un nacionalismo patriotero y patriarcalista era lo propio, junto a una política económica aperturista y desregulada, salvo para el ámbito de la disciplina laboral.
El neoliberalismo de los noventa, igual que la política del proyecto macrista, tuvo como característica igual orientación de la política económica, pero una mayor apertura y desaprensión en términos de los valores y el control cultural. El presente es más oscuro y falto de escrúpulos: el límite de los libertarios, arquetipos de un individualismo negativo y extremo, habilitados a las manifestaciones más soeces por el propio presidente, es la libertad de las mujeres: las demandas feministas y el derecho al aborto en nombre de la defensa de la vida. Esa vida que no se cuida de las niñeces descuidadas y malcomidas. Más aún, el presente es más oscuro porque de esa falta de escrúpulos participan las instituciones de la democracia que dejan hacer: desde la oposición amigable en el Congreso de la Nación, hasta el Poder Judicial, comprometidos todos con la degradación cultural y social a la que conduce el libertarismo, en tanto proyecto de sociedad y como política de Estado.
Buenos Aires, 24 de julio de 2024.
*Profesora e Investigadora Consulta IIGG-FCS-UBA.
4 Comments
Pero el cuco es el peronismo 😢
Un texto valioso que articula presente y pasado en respectivos contextos. Para no olvidar, pero cada vez más degradante..
Gracias!!!
Gracias Dora.
!Saludos!
Brillante es profundamente dolorosa el estado de degradacion a lo que hemos llegado, que de alguna manera la autora lo expresa- Se siente verguenza ajena no solo por quien preside los destinos de nuestra amada patria sino por esa cámara que se supone que representa los intereses de quienes lo votaron, quien es peor, y por una justicia permanentemente cómplice de este estado de situacion a la que se ha llegado. Increíble!!!!!Perdida de todos los valores
morales, eticos.