La novedad que el golpe contra Evo revela es la ruptura interna del campo progresista, que mediante nuevos discursos juzgan lo sucedido en Bolivia no como un hecho irreductible y antidemocrático, sino como un mero episodio que es susceptible de ser criticado desde distintos ámbitos.
Por Jorge Alemán*
(para La Tecl@ Eñe)
No hace mucho tiempo atrás un golpe militar constituía un límite infranqueable. Hombres y mujeres de distintas corrientes políticas y teóricas condenaban sin atenuantes el golpe de Estado. Incluso la Unión Europea, por su propia conformación histórica condenaba, aunque fuera implícitamente, la práctica golpista. Ahora Europa, después de manipular hasta el hartazgo el tema Venezuela para descalificar a los proyectos democráticos de izquierda, acepta a la presidenta golpista sin objeciones.
Pero la verdadera novedad es la ruptura interna del campo clásicamente «progresista»
Actualmente, distintos discursos que se definen como progresistas o no admiten de entrada ser de derechas, constituyen nuevos lugares de enunciación. Esta es la novedad que el golpe contra Evo revela; existen nuevos discursos que juzgan lo sucedido en Bolivia convirtiéndose en instancias metahistóricas que pueden enjuiciar el golpe no como un hecho irreductible y antidemocrático sino como un mero episodio que es susceptible de ser criticado desde distintos ámbitos. En el mismo tiempo que se producen los hechos más dramáticos y sangrientos del Golpe, se analizan los «errores» del gobierno destituido. Incluso subrayando que así se cumple de verdad con el espíritu crítico. Por ello comprobamos que demócratas, psicoanalistas, marxistas, feministas, etc., sienten la obligación de aportar su crítica y la minuciosa enumeración de los desaciertos del gobierno caído.
En otros tiempos, sensibilidades muy distintas confluían con facilidad en la condena al Golpe. El Golpe ha dejado de ser un límite; un sector progresista muy importante se reconoce en el deber de discutir y evaluar las cualidades supuestamente negativas del Presidente caído. De este modo se pone entre paréntesis el engranaje mundial que gestiona el Golpe y se analiza la caída del Gobernante por sus propios errores «antidemocráticos».
Esta nueva ruptura, en el que se puede denominar el campo progresista, pone en cuestión el propio término. O habrá que admitir la nueva realidad incómoda y que está a la vista en todo occidente: que hay un progresismo de izquierdas y otro de derechas. Quizá sea un síntoma más de la incompatibilidad entre Capitalismo y Democracia. En el Capitalismo, la democracia es todo y nada a la vez, y por tanto, cada discurso marca su horizonte privilegiado mientras los antagonismos reales se diluyen.
Madrid, 27 de noviembre de 2019
*Psicoanalista, escritor y poeta. Su último libro publicado es «Capitalismo. Crimen perfecto o Emancipación».
9 Comments
Es verdad , se diluyo una linea muy clara en el progresismo entre comillas , salimos del blanco y negro para caer en una franja muy difusa que directamente favorece a la derecha y rompe el campo de lo nacional y popular que con aciertos y errores en situaciones como la que vivimos en latinoamerica ,necesitan de posiciones claras y contundentes y no se trata de violencia se trata de posicionarse .-
Cfo el árbol no deja ver el bosque.
Hay una necesidad que impulsa el neoliberalismo que gobierna gran parte de América de la crítica como forma de camuflaje .
Un golpe es un golpe y nadie puede indicar errores anteriores que si no estuviera el golpe sería para los seudo progre : éxito y para la derecha sería parte del populismo antidemocrático.
Para criticar o evaluar a los gobiernos esta el voto popular, y a Evo lo criticaron favorablemente con un 10% de diferencia a su favor. No veo la necesidad de salir a pegarle, si em pueblo usa eligió
De acuerdo pero por que no resistieron y llamaron a hacerlo. No cuestiono al Gobierno de Bolivio sino porque no se llamo a resistir con el pueblo al golpismo.!!!
Hubiera habido más muertes aun
La nota es una invitación al dogmatismo más elemental. Es decir, el autor lisa y llanamente propone una premisa «golpe de estado» y condena a la periferia del movimiento progresista a cualquiera que ose ir más allá en el análisis. Entonces no basta con el reconocimiento del golpe de estado para recibir la bendición progresista, sino que además se exige no dar ni un paso más en el análisis, si no se quiere recibir el rótulo de «derechista». El celo frente a la mera posibilidad de criticar la trayectoria, aciertos y desaciertos de Evo, pone en evidencia una decidida voluntad por hacer preponderar desde la fuerza discursiva lo ideológico por sobre la verdad. Negarse rotundamente, ya no a la aceptación, sino a la posibilidad de aceptación, me parece un reconocimiento revelador, tan triste como sincero: no importan «per se» la democracia ni la república, importan sólo en la medida en que satisfagan los propios intereses. En otras palabras: no importa si Evo cruzó los límites del republicanismo y de la democracia, si ese es el precio a pagar por conservar el estatus. Cede en este caso el apego a los principios políticos en favor del beneficio sectorial. Esa cesión supone la clave para desenmascarar el mero uso instrumental que hacen, progresistas y conservadores, de los valores democráticos y republicanos. Esa cesión supone arribar a la conclusión de que tanto unos como otros, en el fondo, mienten.
Es que Evo no cruzó los límites de la democracia
Comparto totalmente la mirada de Jorge Alemán. Acerca de lo que Juani comenta, me hace pensar seriamente en que la derecha tiene cuadros igualitos a los «trotskos». Son visiones q siempre están en contra de los procesos inclusivos.