El nuevo orden mundial tendrá líderes autoritarios como regla, no como excepción. No es tanto el miedo al futuro lo que nos hace temblar, sino el miedo a la incapacidad de pensar futuros mejores que el presente que tenemos.
Por José Luis Lanao*
(para La Tecl@ Eñe)
La imagen del empresario rico y audaz que transforma el mundo es icono del imaginario popular contemporáneo. Ese hombre que lucha por recrear el capitalismo a través de la mera fuerza de su idealismo y voluntad. El hecho de que Elon Musk y Mark Zuckerberg -esos héroes de la modernidad- paguen menos impuestos de los que les corresponde, no los hace más inteligentes, pero ciertamente los ha vuelto más ricos, y así más influyentes según el concepto dominante por el cual “riqueza es estatus”. Si bien esto, en parte, es reflejo de la condición social que nuestra sociedad le adjudica a la riqueza en general, esa no es toda la historia. Lo que importa aún más que la simple riqueza es que estos multimillonarios en particular son vistos como genios empresariales que exhiben niveles únicos de creatividad, osadía, visión de futuro y experiencia en un amplio rango de temas. Si a esto le sumamos que muchos de ellos controlan medios de comunicación importantes -concretamente, las plataformas de redes sociales clave-, estamos frente a algo que prácticamente no tiene parangón en la historia reciente.
Los gigantes tecnológicos norteamericanos están protegidos de toda responsabilidad empresarial, y de una política fiscal de bajos impuestos, por una ley de los años noventa, originariamente destinada a fomentar la innovación en la economía digital rudimentaria. Un país en el que grandes segmentos de la población carecen de los más mínimos derechos, con altos niveles de pobreza y desigualdad. Los economistas neoliberales, acompañados de la clase política, han ignorado estos derechos y se han centrado, en cambio, en “liberar” la economía de lo que consideran regulaciones e impuestos que molestan a las corporaciones. Demuestran de qué manera los intereses comerciales lograron venderle al público norteamericano la visión del capitalismo antigubernamental y de “mercado libre” que surgió en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. La retórica de la “libertad” de “elegir y decidir” contra la opresión de un Estado recaudador e ineficaz, caló en amplios sectores de la sociedad. Libros como Capitalismo y libertad, de Milton Friedman, y Camino de servidumbre, de Friedrich Hayek, ya expresaban y equiparaban crudamente al capitalismo con la libertad. Textos, en realidad, con una visión centrada en un capitalismo especialmente militante con la libertad de explotar: los monopolios deberían tener un poder ilimitado para aplastar a los potenciales competidores y exprimir a sus trabajadores, y las empresas deberían ser libres de confabular para explotar a sus clientes.
Hoy magnates tecnos y servidores académicos y políticos, han recategorizado nuestra economía compleja, dispuestos a la total captura del Estado en esa especie de “desarmonía del alma” que paraliza el flujo natural de nuestras vidas. Monjes feudales en pactos de sangre con el poder político en que se muestra cómo la historia económica se escribe sobre los renglones torcidos de un mundo condicionado en forma permanente por sus élites, lo que en última instancia ha derivado en un secuestro de la sociedad en defensa de sus intereses particulares frente a los colectivos.
Se le tiene mucho miedo a la palabra fascista por razones ideológicas o emocionales. Curiosamente, los ciudadanos de países que lo han sufrido la utilizan habitualmente. Sabemos que no hay ningún “establishment” político que pueda ir contra la extrema derecha como se requiere. Tal vez sea esa la razón emocional por la que no usamos la palabra. La ideología dominante es que vivimos en economías de libre mercado, capitalismo y democracia liberal. La propaganda occidental nos dice que el autoritarismo solo puede venir del socialismo o del comunismo. Con democracia liberal y libre mercado, no puede haber fascismo. La ingenuidad es paralela al nivel de normalización de la ideología de extrema derecha. Así se empieza, naturalizando lo que no debe ser naturalizado: un resort vacacional para una Gaza en destrucción. Ni la tragedia de miles de niños masacrados detiene a estos dementes. Hasta frivolidad les sobra.
Al fascista más rico del mundo se le ha encargado la reforma de la Administración norteamericana, las normas reguladoras e incluso la rebaja selectiva de impuestos. Algo así como introducir la zorra en el gallinero o el regulador de los reguladores. Elon Musk podrá hacer realidad uno de sus más admirados axiomas, el de san Mateo: “Al que tiene le será dado y tendrá más; al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado”. El emperador tecnológico se encamina, si la justicia se lo permite, al secuestro del Estado, a través de ese “capitalismo de amiguetes” (crony capitalism), de estrecha relación entre las élites dominantes y los funcionarios gubernamentales. Hace dos siglos y medio Adam Smith advirtió que los comerciantes de un mismo gremio raramente se reúnen para pasar un buen rato sin que acaben conspirando contra el público o pactando alguna subida concertada de precios.
El nuevo orden mundial tendrá líderes autoritarios como regla, no como excepción. No es tanto el miedo al futuro lo que nos hace temblar, sino el miedo a la incapacidad de pensar futuros mejores que el presente que tenemos.
Logroño, España, 19 de febrero de 2025.
*Periodista. Escribe en Página 12, “Las Mañanas” de Víctor Hugo Morales. Ex Jugador de Vélez Sarsfield, clubs de España y Campeón Mundial Juvenil Tokio 1979.
3 Comments
muy buen artículo.
Es el fascismo no ya resurgiendo, esta ejerciendo el poder autoritario mas rápido de lo que la historia enseña.
Toni Negri supuso que este presente seria gobernado por las corporaciones multinacionales dentro de un sistema político condicionado por ellas, no imagino que serian panelistas ridículos, ignorantes de todo saber, manejados por redes sociales y medios de propaganda adicta ensobrada. Se puede imaginar una oposición a esta derecha genocida, y si, seguramente, pero no desde occidente, cuna del nazismo.
Como siempre los artículos de Lanao, aclaran, sensibilizan, abren lineas interpretativas. Gracias.
El héroe moderno es extraterrenal. Ya no habrá de vencer a otros, se vence a sí mismo. El self made man ya no encuentra límites en este planeta y sale a buscarlos por la galaxia. El problema ético es que hacer con los sacrificables que quedan en este agotado planeta. Estos héroes de cartón pintado, pagarán, mucho más temprano que tarde su imprudencia y nadie vendrá en su rescate. Paciencia ardiente, fruto privilegiado de la sabiduría, para cosechar la fruta en el momento que este madura.