
Zohran Mamdani, 34 años, miembro de la fracción Socialista Democrática del Partido Demócrata, en Nueva York, nacido en Uganda y de madre de origen indio, será el nuevo alcalde de la ciudad más importante de EE.UU. cuando hace un año apenas tenía un 1% en las encuestas para las primarias demócratas. Para Alberto Nadra, su campaña permite recordar nuestras propias tradiciones y es un aliento ante la ola reaccionaria internacional que tiene al frente al presidente del país más poderoso del planeta. Cuatro claves: Discurso, Programa, Militancia y Partido.
Por Alberto Nadra*
(para La Tecl@ Eñe)
Voy a escapar a la soberbia pretensión de explicar aquí la tensa y compleja política interna de los Estados Unidos, donde Mamdani fue hostigado como “comunista” por Trump, pero junto con sus electores desafió la amenaza de cortar toda ayuda financiera a la ciudad hasta “convertirla en un infierno”.
Este desafío y la esencia de su campaña ofrecen la oportunidad de recordar viejas tradiciones del movimiento nacional y popular argentino.
Tradiciones, o experiencias de organización y lucha, probadas y eficaces, que algunos de sus actuales dirigentes ignoran. O lo que es peor, las consideran “antiguas y superadas”.
Malacostumbrados por la Argentina posdictatorial, habituados a transitar y negociar solo por despachos y oficinas, lejos de la calle y sus dolores -aunque prisioneros del “sentido común” allí dominante-, descreen de los programas de cambios. Y, ante todo, temen alterar el humor del establishment si se trata de enarbolar propuestas y acciones que enfrenten sus privilegios.
Lo viejo y lo nuevo: militantes en la calle y sostén desde las redes
Nada menos que en el corazón del imperio, de su poder e influencia, se probó la eficacia de combinar el máximo aprovechamiento del mensaje repiqueteado en las redes sociales, con las viejas y probadas formas de militancia: organización política, discurso combativo –reformista pero radical– ruptura de la fragmentación y aislamiento social, buscando la argumentación cara a cara.
Además del uso de Tik Tok, X (Twiter), Facebook y otras, la campaña desplegó nada menos que cien mil (100.000) voluntarios no remunerados que realizaron Tres (3) millones de entrevistas puerta a puerta: Del amanecer al anochecer, desde el Bronx hasta Staten Island, un ejército militante llevó el mensaje del candidato demócrata a la calle y a los hogares de los votantes neoyorquinos.
Discurso, programa y conflicto
Novedad para estos lares, convocó para apoyar un programa y fue más allá. Partió de cuestiones cotidianas y básicas, pero que van a contracorriente del orden neoliberal: transporte público gratuito y más rápido; un sistema de cuidado infantil gratis; viviendas de alquiler asequibles y protección frente a los abusos de desalojo (Good Cause Eviction); una red de comercios administrados por la ciudad para abaratar los productos de primera necesidad; un sistema de atención médica público y universal (NYC Medicare for All) y también favorecer la sindicalización de los trabajadores. Todo ello con financiación: un 2% más en impuestos a los residentes que ganen al menos un millón de dólares (Tax the Rich).
Todo esto con una clara posición en relación a justicia climática (Green New Deal), de apoyo al pueblo palestino, condena terrorismo de Estado de Israel y hasta la promoción de una “intifada global”. Mamdani también soportó el chantaje de la propaganda de guerra del sionismo, pero enfrentó sin temor las acusaciones de “antisemitismo”, como lo hicieron miles y miles de votantes judíos que lo apoyaron. Es bueno subrayarlo aquí, donde estamos sometidos al cerrojo del lobby sionista local, que borra del horror del genocidio de los medios e ignora las limitadas, pero constantes, muestras de solidaridad locales, pese al silencio de los principales partidos políticos.
La corresponsal del diario El País de España en Nueva York señala, a contramano de la idealización del “consenso” en nuestra dirigencia, que el enfoque de campaña partió de generar atención a través del conflicto, y que “la solución no es evitarlo, sino redirigirlo. Lo centra en la accesibilidad económica: quién paga, quién se beneficia y cómo funciona el poder, visibilizando así la lucha económica y haciéndola emocionalmente comprensible”[1].
Con o sin intención, Grace Mausser, co-coordinadora del Socialistas Democráticos de América (DSA) en Nueva York, explica en declaraciones a la prensa, cómo juega esta dialéctica discursiva y militante, que también marca un antagonismo de clase: Con la oligarquía, los multimillonarios, los ricos que no pagan los impuestos que serían necesarios para tener servicios públicos en el país más rico del mundo pero con el uno de los peores sistemas sanitarios posibles.
“La política estadounidense es, en muchos sentidos, más conservadora que la de muchos otros países desarrollados”, explica Mausser: “En muchos casos, esas inversiones y esos cambios nos pondrían (apenas. NdR) al nivel de algunos países europeos y latinoamericanos, un punto de partida con el que ya operan. Cuando otros observadores políticos extranjeros analizan la política estadounidense, ven a figuras como Bernie Sanders, Alexandria Ocasio-Cortez y Zohran Mamdani abogando por el cuidado infantil universal o la sanidad pública. Para ellos, estas propuestas no suenan tan radicales. Pero en Estados Unidos significaría una enorme cantidad de dinero estatal destinado a servicios públicos, algo de lo que nos hemos estado alejando cada vez más durante más de 50 años. Representa un cambio significativo en las tendencias políticas estadounidenses”.
Representaría, también, un cambio significativo en la orientación que Trump/Milei han desatado en nuestro país.
Renacer del Partido
Otro corresponsal, el de ElDiarioAR, rescata –insólitamente en nuestras tierras- el papel de los partidos populares, mediante el recuerdo de una escena de la Novecento, de Bernardo Bertolucci, después de que Mussolini hubiera ilegalizado al PCI en 1925: ¿Cómo vamos a seguir adelante sin el partido?, preguntaba alguien, a lo que el protagonista, Olmo Dalcò, protagonizado por Gérard Depardieu respondía:
“El partido, sí. Vaya excusa. El partido eres tú, y lo sabes. Es Eugenia, es Enzo, es Armando. Y, además, cruzando el río está la familia Atzalli y, al fondo del valle, la familia del Bizco. Ahí está, en todas partes, donde hay alguien que trabaja, ahí está el partido. Tras los barrotes de la cárcel, donde hay miles de compañeros, ahí está el partido, ahí está”.
“El partido como un modo de vida, como una familia, como una escuela, como una red, como una lucha frente a la ola reaccionaria y la agenda ultra de Trump”, apunta el periodista[2] para apuntar que el partido, en este caso, es el DSA, una organización cuyos miembros se han duplicado desde que ganó las primarias demócratas en verano hasta alcanzar las 16.000 personas y articular la masiva movilización de voluntarios y los millones de entrevistas.
¿Y cómo va a gobernar?
Es la pregunta que se formula el periodista y para la cual recurre a la opinión del politólogo venezolano Roger Senserrich, residente hace años en New Haven (Connecticut)
Es muy temprano decirlo. Su agenda tiene una de cal y una de arena. Hay algunas ideas malas, algunas ideas muy buenas y mi sensación es que va a ser un poco un sewer socialista, una tradición de la izquierda americana de básicamente ser muy de izquierdas, pero ser muy práctico, centrarse mucho en los servicios públicos. Es muy joven, tiene poca experiencia y va a gobernar una ciudad enorme, complicadísima de gobernar Pero esa victoria tiene un mérito enorme[3].
Entiendo que el desafío implica dimensiones más complejas que la escasa experiencia, la juventud o el tamaño de Nueva York. Por lo pronto, Mamdani convocó a “convertir la poesía de la campaña electoral en la prosa de los hechos”. Si es la hora de la prosa, le devolvemos la gentileza: nuestra experiencia demuestra que, si cede a la presión que desatará el poder financiero, se aislará de quienes en el confiaron y terminará desplazado, una triste lección de los gobiernos populistas latinoamericanos.
Pero ese no es el tema de esta nota. Hoy, nos basta con intentar que sea un mensaje urgente, con los desafíos concretos que debemos visualizar y transformar en acciones los militantes y dirigentes que sufrimos con todo el pueblo esta Argentina destrozada y soñamos verla justa, libre y soberana.
Referencias:
[1] El País, Paola Nagovitch, La histórica campaña de Zohran Mamdani para la alcaldía de Nueva York.
[2] ElDiarioAR, Andrés Gil, Por qué ganó Zohran Mamdani en Nueva York: foco en el costo de la vida, movilización social y discurso firme ante Trump.
[3] «Ibidem.
Lunes, 10 de noviembre de 2025.
*Político, escritor y periodista.